FRENTES ABIERTOS
Taiwán, isla amenazada
Reclamada por el régimen chino, esta isla democrática e independiente ‘de facto’ es el frente más peligroso con Estados Unidos. Mientras Xi Jinping se ha propuesto reunificarla, a la fuerza si es necesario, Joe Biden ha prometido defenderla, lo que hace temer una guerra.
Semiconductores prohibidos
Para frenar el desarrollo tecnológico y militar de China, Biden ha prohibido venderle los semiconductores más avanzados. El veto, que Pekín considera un boicot con intereses comerciales, podría retrasar la evolución de sus compañías entre cinco y diez años, mermando sus ingresos.
Ucrania y Corea del Norte
Ante el apoyo implícito de Xi Jinping a Rusia en la guerra de Ucrania, Biden tratará de arrancarle al menos el compromiso de que se oponga al uso de una bomba atómica en la contienda, como logró el canciller alemán, Olaf Scholz, a principios de este mes en su visita a Pekín.
Guerra comercial e ideológica
A pesar de sus diferencias políticas, Biden no ha revertido los aranceles impuestos por Trump a China. En 2019, la cumbre del G-20 en Osaka sirvió para que Trump y Xi se vieran cara a cara y firmaran una tregua a la guerra comercial, pero la creciente rivalidad entre ambos países dificulta la posibilidad de acuerdo. a China como su «mayor reto geopolítico» y una amenaza más peligrosa que Rusia pese a la guerra de Ucrania. Para contener el auge militar y tecnológico de Pekín, Biden también ha prohibido vender a las compañías chinas los microchips más avanzados, que precisamente se fabrican en Taiwán. Este veto, que podría retrasar hasta diez años el desarrollo tecnológico de China, enfurece al régimen, como dejó bien claro su portavoz de Exteriores, Zhao Lijian, en una de sus últimas ruedas de prensa: «EE.UU. tiene que dejar de politizar, ideologizar e instrumentalizar como arma los asuntos comerciales y tomar acciones reales para defender la economía de mercado y el sistema internacional de comercio».
Independencia tecnológica
Pero, según explica a ABC Chris Hung, vicepresidente de la consultora taiwanesa MIC (Market Intelligence and Consulting Institute), «la nueva regulación del Gobierno de EE.UU. está tratando de ralentizar el desarrollo de la industria china de semiconductores entre cinco y diez años. Como dichas prohibiciones se aplican a la tecnología muy avanzada o a la que tiene aplicaciones militares, el impacto en otros países será bastante limitado».