La poesía de la acrobacia
‘LUZIA’
Pasca. Finzi. Ruel. Caballero. Buzzi.
Daniele Finzi Julie Hamelin Patricia Eugenio Giovanna
Simon Carpentier.
Edesia Moreno Barata, Debra Brown y Sylvia Gertrúdix González.
Martin Labrecque. Johnny Ranger.
Artistas del Cirque du Soleil. Escenario Puerta del Ángel, Madrid
El Circo del Sol (Cirque du Soleil, como les gusta a sus responsables que se lo nombre) ha comprobado en este tiempo de pandemia que el lema circense por excelencia –‘Más difícil todavía’– no solo se refiere a lo que ocurre bajo su carpa. La compañía canadiense, que en apenas cincuenta años ha pasado de ser un grupo de artistas callejeros a una de las mayores multinacionales del mundo del espectáculo, estuvo a punto de desaparecer; la compleja y cara maquinaria necesitaba la actividad que la pandemia impedía. Por eso, el renacimiento de sus espectáculos y la vuelta de sus carpas a nuestro país solo puede saludarse como un acontecimiento.
El Circo del Sol es desde hace años una potente locomotora del mundo del espectáculo, además de un referente. Dejando de un lado la transformación absoluta que ha llevado a cabo del universo circense –que vuelve a ser sinónimo de ilusión y fantasía–, sus trabajos son también un lugar para la investigación y la creación escénica y abren caminos que otros podrán seguir en el futuro.
‘Luzia’ es el espectáculo con el que el Circo del Sol ha vuelto a España –antes de Madrid, ha visitado Alicante y Barcelona, y a continuación viajará a Sevilla–. Es un espectáculo inspirado en México, en su cultura y su iconografía, creado por el suizo Daniele Finzi Pasca, que vivió diez años en el país norteamericano. Finzi Pasca, que ya creó para la compañía canadiense ‘Corteo’ –un precioso espectáculo de mirada casi felliniana–, es uno de los grandes poetas del mundo del teatro de nuestros días.
Y poesía es lo que ofrece fundamentalmente ‘Luzia’. Poesía visual, sonora, acrobática –y siempre bella–, en la más pura línea del Circo del Sol. Finzi Pasca convierte el imaginario mexicano en un universo propio lleno de colores y sonidos y en una impetuosa catarata sensorial, con el que envuelve los números circenses, que son el verdadero corazón del espectáculo. ‘Luzia’ tiene, en este sentido, menos ‘espectacularidad’ que otros trabajos del Circo del Sol; no quiere decir que sus números tengan menor dificultad, sino que la emoción que se pretende transmitir llega de una manera más calmada y no con los grandes ‘¡Ooooh!’ de asombro y sobresalto que provocan números como el de la rueda de la muerte que cerraba ‘Kooza’. Hablaba antes de ‘catarata sensorial’; en algunos casos se trata de algo literal, ya que el agua juega un papel fundamental en ‘Luzia’, donde se convierte en un maravilloso y diferenciador elemento escenográfico.
Eso no quiere decir que ‘Luzia’ no incluya números circenses excepcionales, como las impresionantes correas aéreas de Jérome Sordillon, los malabares imposibles de Cyril Pytlak, la contorsión de Aleksei Goloborodko –al espectador le duele solo de ver hasta qué punto es capaz este artista de retorcer su cuerpo– o el equilibrio sobre bastones de Sascha Bechmann; sin olvidar la extraordinaria categoría mímica y la sutileza del payaso Eric Koller.
Pero lo que más impresiona en ‘Luzia’ es su precisión, la simbiosis absoluta entre arte y técnica (y el mayor ejemplo en este sentido son las transiciones) para lograr un impecable espectáculo capaz de transmitir emoción, fascinación, conmoción y belleza a partes iguales.
Finzi Pasca convierte el imaginario mexicano en un universo propio y en una impetuosa catarata sensorial