Ruud se levanta en Turín
∑El noruego suma su primer triunfo al frenar a Aliassime; hoy debuta Djokovic, que aspira a igualar a Federer
La Copa de Maestros es un torneo atípico en todo. Porque solo juegan los ocho mejores del año, porque se disputa al final de la temporada, con todo el desgaste que conlleva, porque es bajo techo y en pista rápida y con un formato también diferente a todas las demás competiciones de la ATP. Y es atípico porque, superados los años en los que dominaba Roger Federer (seis títulos, 2003, 2004, 2006, 2007, 2010, 2011; fue finalista en 2005, 2012, 2014 y 2015) y la siguiente ‘era’ de Novak Djokovic (cinco títulos, 2008, 2012, 2013, 2014, 2015; finales en 2016 y 2018), se pusieron la corona otros tenistas de viejo o nuevo cuño sin que el pedigrí de sus carreras pesara tanto como los dos citados. En 2016 se hizo maestro al uso Andy Murray; en 2017, Grigor Dimitrov; en 2018, Alexander Zverev, el único que ha repetido, por el momento, de estos nuevos maestros (en 2021); en 2019, se coronó Stefanos Tsitsipas, y en 2020, Daniil Medvedev.
No es por eso extraño que la trayectoria del curso o el currículo profesional deje de ser relevante en esta semana en el que hasta los puntos que se distribuyen son diferentes. Es como empezar de nuevo ya en los albores del calendario tenístico. Ahí está Casper Ruud para demostrar que su gris final de curso no importó ayer en Turín, partidazo el del noruego para sumar su primera victoria y frenar los ímpetus de Felix Auger-Aliassime, uno de los que más en forma llegaba después de 16 victorias seguidas y tres títulos consecutivos (Florencia, Amberes y Basilea).
El noruego se olvidó de las dos finales de Grand Slam que ha perdido este año, Roland Garros y US Open, y mostró la versión que lo ha impulsado hasta el puesto 4 de la ATP, y que estuvo a punto de ser número 1 en aquella final de Nueva York.
Ruud empieza a entender que puede hacer mucho más de lo que ya ha hecho; que tiene ya poderío en sus golpes aunque no tenga ninguno todavía definitivo con el que liderar a este nueva generación. «Este es el mejor nivel al que he jugado desde el US Open», concedió el noruego. La medición, la estrategia pulcra y definida, esa calma que acontece en su puesta en escena, la paciencia en la creación de los puntos y la estabilidad es su fuerte, cada vez más impenetrable y sólido. Auger-Aliassime no supo, como en los dos choques anteriores entre ellos, apartarlo de esa línea recta, por mucho que la cabeza del canadiense esté ya más que alineada –trabajo de Frederic Fontag y Toni Nadal– con esa mano llena de pólvora con la que ha reconfirmado este 2022 que estará ahí en los grandes enseguida.
Muy igualado el primer set, se enredó el canadiense en el tie break y más aún en el segundo parcial, con una tercera doble falta que ofreció un break que ya no pudo recuperar. Tan frío y centrado está el noruego, en la hora y 51 minutos de choque.
También Novak Djokovic llega a este último torneo cargado de energía. Olvidado aquel esperpéntico espectáculo de principio de curso en Australia, asumida su no participación en los torneos que pedían la vacunación contra el Covid, ha encontrado en la recta final de 2022 su mejor nivel, impulsado por ese Wimbledon que lo llevó a mantenerse cerca de Nadal en la carrera por los Grand Slams. Llega a Turín con muy buena preparación en las últimas semanas, en cuanto a físico y moral, con títulos en Tel Aviv y Nur Sultán, y con ganas de reverdecer los laureles en este torneo de los torneos.
Tiene en mente igualar los seis entorchados de Federer, aunque tiene un cuadro de lo más exigente, con Medvedev, Rublev y un Tsitsipas que tiene la motivación de alcanzar el número 1 si logra tres victorias de la liguilla y el trofeo el domingo 20. Será el griego el primer rival de Djokovic en estas ATP Finals, hoy, a las 21.00 horas (Movistar). Antes, en la sesión diurna, duelo entre Medvedev y Rublev (14.00 h).