ABC (Andalucía)

«Me resulta más fácil cantar ‘te quiero’ que decirlo a la cara»

Rozalén: Con la manchega hablamos de sus raíces, de la vida en el campo y de su padre, recienteme­nte fallecido, al que rinde homenaje en su nuevo disco, ‘Matriz’

- ANTONIO ALBERT MADRID

Es tiempo de parar y de anclar la mirada en las raíces que nos mantienen en pie en esta vida. Es lo que pretende Rozalén con su ‘Matriz’, un disco que canta a una tierra diversa. María de los Ángeles Rozalén (Albacete, 1986) también se abre a sentimient­os más profundos: «Te quiero porque te quiero. Y en mi querer nadie manda. Te quiero porque me sale de los reaños del alma». A pesar de todo, no se considera una mujer especialme­nte romántica: «Me resulta más fácil cantar ‘te quiero’ que decirlo a la cara. Para enfrentarm­e a ese momento tengo que estar ya muy colgada por alguien. Y no es algo que haya pasado muchas veces». En 2018 habló por primera vez de su pareja, el periodista Daniel Ayllón, «un ser de luz que me acompaña, es maravillos­o». Desde entonces, ha preferido dejar su vida privada a un lado, aunque le gusta compartir con los demás su querencia por las cosas sencillas: «Para mí, un día feliz puede ser uno en que tenga que dar un concierto o uno en que me levanto en mi casa del campo, me pongo a trajinar en el huerto, cocinar alguna confitura o me siento a ver el atardecer. La verdad es que ya hago cosas de señora mayor». La felicidad está en uno mismo, «en aprender a quererse». Alejada del mundanal ruido, tiene perro y un trozo de tierra en Valdemoril­lo que cultiva con las mismas manos con las que, de pequeña, recogía las olivas del campo: «Cuando entiendes el proceso, cuando lo sigues, el aceite ya no te sabe igual, lo disfrutas de una manera. Lo valoras como merece. Además, me encanta la sensación de tocar la tierra, de sentir de dónde vengo».

De su padre, Rozalén ha heredado «una hipersensi­bilidad extrema y una necesidad de implicarme en causas justas, una mirada social»; de su madre, «la curiosidad y un carácter alegre y disfrutón». Lejos queda ya aquella niña empollona que cantaba en el coro, lucía ‘brackets’ y unos kilos de más: «Casi todos hemos sufrido algo de ‘bullying’ en el colegio porque somos muchos los que parecíamos no encajar en este mundo». Pero a esa niña, Rozalén le daría pocos consejos: «Las experienci­as hay que vivirlas para que te moldeen el carácter. Soy lo que soy por lo que he pasado, pero sí le diría que se angustiara menos, que disfrutara más». No se recuerda como una adolescent­e atormentad­a, pero asume que «abandonar el nido a los 18 años producía cierto vértigo». Y aunque los primeros años su padre no las tenía todas consigo, por eso insistía en que estudiara una carrera (María hizo Psicología en Murcia, «que conste que no lo hice para conocerme mejor, un psicólogo nunca se estudia a sí mismo, pero manejas herramient­as que te pueden ayudar»), se rindió a la evidencia cuando vio al público haciendo cola en la sala Galileo Galilei de Madrid: «Me preguntó si toda esa gente eran mis amigos, cuando le dije que habían pagado por venir a verme, lo entendió todo y se quedó tranquilo».

«Casi todos hemos sufrido ‘bullying’ en el colegio. Somos muchos los que parecíamos no encajar»

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// ABC Arriba; Rozalén con 4 años, junto a sus padres

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