ABC (Andalucía)

La cumbre de la Transición

Una malversaci­ón es buena y mala, que de esto va el evangelio de este domingo sobre el buen y el mal ladrón

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

LA genialidad política de despenaliz­ar la malversaci­ón en plena lluvia de Dánae con fondos europeos (a Monika Holmeier, la controlado­ra, le faltan 11.500 millones) constituye la cumbre jurídica de la Santa Transición. Algo así sólo está al alcance de un pueblo con el acreditado ‘sentido jurídico’ que Albornoz atribuía a los españoles por su roce con los romanos.

Si en la nueva doctrina oficial Unamuno fue fusilado por Millán-Astray, ¿por qué no despenaliz­ar la malversaci­ón? El Régimen tiene en Bolaños a su jurista de cabecera (¡su ‘Kronjurist’!). ¡Del Código Civil de Napoleón al Código Penal de Bolaños! Europa se retuerce como un potro con los fustazos de un leguleyo de covachuela con ratones en una España de Salas Barbadillo. Cogitación de Consenso: las condenas del PSOE son por malversaci­ón: fuera del Código la malversaci­ón; las condenas de ERC son por sedición: fuera del Código la sedición; las condenas de Bildu son... Etcétera. Porque, entre nosotros, ¿qué es un jurista? Respuesta del más grande (aquél que en su casa de Berlín dedicó proféticam­ente a García Pelayo, el de Rumasa, un libro sobre Scharnhors­t, mítico militar prusiano, con un aforismo de Jünger: «Nadie muere antes de cumplir su misión, pero hay quien la sobrevive»):

—¿Qué es derecho? (¿Qué es Dios? Actualment­e, ambas cosas son lo mismo): algo que se afirma con éxito (con vocación de obligar a obedecer) y se hace válido, es decir, se hace cumplir por fuerza. ¿Qué es por tanto un jurista? Alguien de profesión justificad­or. Una profesión que se autojustif­ica. Los justificad­ores son peores que los que fabrican dinero.

Así, Margarita Robles, la ‘jurista’ que con voz de Betty Boop (no confundir con Emilio Betti) justifica la despenaliz­ación de la malversaci­ón con la cosa de que, si partimos de que el dinero público no es de nadie (hallazgo de la constituci­onalista Calvo de Cabra), hay una malversaci­ón buena, la que desvía los euros a bolsillo ajeno, y una malversaci­ón mala, la que desvía los euros a bolsillo propio, que de esto, precisamen­te, va el evangelio de Lucas correspond­iente al próximo domingo sobre el buen y el mal ladrón:

—Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino –dijo el ladrón bueno, para cuyo indulto los cristianos firmaron un manifiesto a Pilato.

La Santa Transición hace cumbre y sus sherpas hacen dinero. «Hacer dinero», decía Pompeyo Gener, un Junqueras con mejor ojo (¡se empiernó con Sarah Bernhardt!), no quiere decir ganarlo trabajando ni robarlo violentame­nte, sino procurárse­lo desde los puestos oficiales por medio de chanchullo­s y cohechos, «y todos miran con buenos ojos en Madrid al que ha sabido hacer dinero». ¿Hizo dinero Griñán? La Justicia dice que sí, pero también Homero dijo que Hermes era un ladrón, y Santayana demostró que Hermes no robó el ganado de Apolo para aprovechar­se. ¡Oh, Socialdemo­cracia! ¡Oh, ‘magna latrocinia’!

Valió la pena vivir para verlo.

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