ABC (Andalucía)

Las voces que los ayatolás quieren silenciar

Dos iraníes que viven la brutal represión de la Guardia Revolucion­aria cuentan cómo fue su detención y sus vivencias durante los dos meses de protestas

- CARLOTA PÉREZ MADRID

ablar con iraníes que permanecen en el país no es una misión fácil. Los obstáculos son varios: los cortes continuos de internet, los arrestos indiscrimi­nados, los secuestros y la violencia contra los manifestan­tes no lo hacen fácil, a lo que se suma el miedo a que la Guardia Revolucion­aria tome represalia­s contra ellos.

Los tentáculos de los servicios secretos iraníes son largos, y tienen, o intentan tener, a todos los que ven como disidentes controlado­s hasta el último movimiento.

En algún resquicio de libertad, estos opositores logran contactar con amigos y familias que han huido de esta dictadura. Es el caso de Benhood, un joven iraní que desde hace meses vive y estudia en el Reino Unido y que mantiene el contacto con sus seres queridos en su país de origen. Personas como Benhood actúan de intermedia­rios y es a través de ellos cómo se conocen algunas historias. Por ejemplo, la de Mashi, que permaneció más de veinte días encarcelad­a en un minúsculo cuarto en una cárcel de Teherán. O la de Mahmood, al que secuestrar­on mientras estaba en su casa con su familia y torturaron en la cárcel de Evin.

Benhood no es un nombre real. Tampoco el de sus amigos Mashi o Mahmood. Cualquier detalle que se facilite de estas personas puede convertirs­e en su sentencia de muerte. En el país ya han dictado cinco.

«La mayor parte de mis amigos están en la cárcel. Son estudiante­s que han sido muy activos en las protestas de las últimas semanas y se han convertido en el objetivo principal del régimen», apunta Benhood.

Durante más de veinte días, Mashi, una joven estudiante, estuvo encarcelad­a en una prisión de la capital iraní. «Es una mujer muy valiente», dice su amigo Benhood. Los servicios secretos conocían su punto débil: su claustrofo­bia, por lo que la utilizaron para torturarla psicológic­amente. «La alimentaba­n, tenía luz en la celda, pero

Hera minúscula, cuenta su marido. Como sabían de su miedo a los espacios pequeños, la encerraron en una habitación enana». Mashi participó durante semanas en las protestas pidiendo el fin del régimen. Pero aún no sabe de qué se la acusa. «Solo le decían que estaba ahí por manipular a la gente para que protestara contra la Seguridad Nacional».

Prisionero en Evin

Después de más de dos semanas, Mashi fue liberada, tampoco sabiendo muy bien el motivo. Hace años, en las anteriores protestas de 2019, ya fue condenada a dos años de prisión, pero se le conmutó la pena. Mohamood no ha tenido la misma suerte. Permanece desde hace 19 días encarcelad­o en la famosa prisión de Evin, símbolo visible del Gobierno autoritari­o de la república islámica.

«Mohamood estaba en su casa con su mujer e hijos cuando un grupo de los servicios secretos entró y lo secuestró. Desde entonces solo ha podido hablar una vez con su familia», cuenta Benhood. Este joven iraní, también uno de los líderes del movimiento estudianti­l del país, fue golpeado y torturado. Es lo habitual en la prisión de Evin, que está controlada por la Guardia Revolucion­aria.

Sin una razón aparente, las autoridade­s iraníes detienen cada día a centenares de personas. Según Naciones Unidas, ya son más de 15.000 los encarcelad­os y varias organizaci­ones como Iran Human Rights, con sede en Oslo, cifran en más de 330 los muertos en las protestas. Entre ellos también hay niños, casi medio centenar. El último en ser abatido por las autoridade­s fue Kian Pirfalak, un niño de nueve años cuyo único error fue estar en el lugar equivocado en el momento menos indicado. Según publicó la BBC, el niño viajaba con su padre en un automóvil en la ciudad de Izeh, al suroeste del país, mientras tenía lugar una de las tantas protestas que está habiendo en el país, cuando las fuerzas de seguridad iraníes le descerraja­ron varios disparos.

Sin embargo, aunque las cifras de detenidos, muertos y desapareci­dos siguen día a día aumentando, los iraníes no se dan por vencidos.

Los líderes de las protestas

Las mujeres y los jóvenes son los que están liderando las protestas. El movimiento estudianti­l ha sido y es muy importante para la oposición iraní. Ya en los años 70, los estudiante­s se convirtier­on en uno de los grupos más importante­s que hacía frente al régimen de los ayatolás. Todos los gobiernos temían a los estudiante­s. Han sido el estrato de la sociedad con una mente más abierta, algo que contradice a los líderes supremos de Irán que se rigen única y exclusivam­ente por la ley islámica. Por eso, cuando las protestas se retomaron a mediados de septiembre, fueron, junto a las mujeres y opositores políticos, el principal objetivo para la Guardia Revolucion­aria.

El detonante del hartazgo de la sociedad iraní fue la muerte de la joven kurda Masha Amini bajo custodia de la Policía de la Moralidad. El delito que cometió fue no cubrir hasta el último mechón de su cabello con el hiyab.

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// AFP A la izquierda, Kian Pirfalak. Arriba, incidentes en el metro de Teherán
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