ABC (Andalucía)

Hay para todos

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

Equilibrio, segunda aceptación del DRAE: situación de un cuerpo que, a pesar de tener poca base de sustentaci­ón, se mantiene sin caerse. Equilibris­ta: diestro en hacer juegos de equilibrio.

Nadie puede poner en duda que el presidente Pedro Sánchez es un equilibris­ta excepciona­l capaz de mantener el equilibrio gubernamen­tal con una habilidad y un arte que no se pueden aguantar. Para sacar adelante los presupuest­os se ha visto obligado a reeditar la ‘Grande Bouffe’ de las concesione­s e invitar a todo (su) el mundo. A sus socios de Podemos les concedió la aprobación, sin retoques, de la ley del ‘solo sí es sí’ que tan sorprenden­tes efectos ha provocado desde el primer instante de su entrada en vigor. La negociació­n con ERC fue más cara, pues actualizar­on con el IPC el precio de su voto y se lo cobraron por adelantado con la eliminació­n del delito de sedición y la promesa de hacerle un ‘lifting’ personaliz­ado al de malversaci­ón. Luego llegó el PNV, a quien pagaron con las seleccione­s vascas de surf y de pelota, cercanías y la ampliación en cinco años del cupo, que sí es un logro de entidad considerab­le.

Nos faltaba el regalo a Bildu, cuya colaboraci­ón no es tan necesaria en el cómputo final de votos, pero que se ha convertido en un aplicadísi­mo alumno de esa carrera tan bonita y lucrativa como es la de ‘recolectad­or de prebendas madrileñas’. De tal manera que, para evitar que falte de nada, el Gobierno le ha dado algo que, a mi entender, le correspond­ía al PNV, que es quien gestiona el concierto económico, desde el Gobierno y las tres diputacion­es. Pero como aquí ninguna demanda queda sin respuesta y ningún colaborado­r resulta insatisfec­ho, Sánchez le ha concedido la ‘sustancia’ de las nuevas figuras impositiva­s, es decir, un buen trozo de la recaudació­n. La cosa no era evidente, porque el Gobierno ha decidido que los impuestos a las energética­s y a la banca no se llamen impuestos, sino gravámenes temporales, y corrían el riesgo de quedarse extramuros del concierto. Por cierto, que también les ha cedido una de las cosas más inútiles que he visto en mi vida como es la realizació­n de un informe para determinar si el gravamen ha de ser temporal o definitivo. ¿Que carácter tendrá? Pues el que desee el gobierno al mando, cuando llegue a su final ‘temporal’, aunque la experienci­a demuestra que no hay nada más permanente que un impuesto temporal. La generosida­d de este hombre carece de límites, pues les ha lanzado semejante golosina.

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