Macedonia de espías sobre lecho revolucionario
‘CLIFF WALKERS’
Zhang Yimou.
Zhang Yi, Zhang Hanyu, Amanda Qin, Zhu Yawen
El talento de Zhang Yimou se te mete en los ojos. El cineasta, uno de los grandes, es capaz de movilizar además enormes presupuestos, que se traducen en obras impactantes. La experiencia de ir al cine merece siempre la pena. En ‘Clliff walkers’, chocante título en inglés, cuenta la historia de cuatro agentes entrenados en la URSS para ejecutar una misión secreta casi suicida en los acantilados de Manchuria. Hace frío. Son los años 30.
El salto en paracaídas con el que empieza la película demuestra una pericia visual poco común y te sumerge en la trama de golpe. La textura es fabulosa, la música está a la altura y la violencia, sucia cuando corresponde, se alterna con cierto lirismo romántico, sin cargar las tintas. Es un romanticismo limpio, como contraste, con hijos fuera de campo.
Los problemas comienzan cuando el espectador pretende enterarse de lo que ve, que suele ser pronto. El lío de ‘buenos’ y ‘malos’, espías y contraespías, es morrocotudo. Ni ellos mismos saben de quién fiarse. Las escenas de acción son brillantes y hay una carrera de coches que reconcilia el cine de época y el de acción, minutos magistrales con los que llenar otros huecos.
Plano a plano, todo es irreprochable, pero por una vez es mejor acercarse al lienzo y ver los detalles, despreocuparse un poco por el conjunto. Lo curioso es que el mensaje, la denuncia contra los crímenes de guerra japoneses y la exaltación de la revolución también se diluyen, como llantos en la nieve.