Trump, nacido para pelear
Como buen narcisista, necesita triunfar en todos los órdenes de la vida
Es fácil pensar que Donald Trump pertenece al pasado y que no volverá nunca a ser presidente. Sus cuatro años en la Casa Blanca pusieron a prueba a la democracia norteamericana y tuvieron algo de pesadilla colectiva para muchos ciudadanos de dentro y fuera de Estados
Unidos: el hombre más poderoso del mundo no sentía especial inclinación por respetar las leyes domésticas e internacionales. Al final fue derrotado por un candidato demócrata sin mucha energía, que ofrecía sosiego y experiencia, aunque también contribuyó mucho a esta victoria la pandemia, una crisis que Trump no supo gestionar.
Sin embargo, el expresidente ha nacido para pelear. Su obsesión es demostrar a todo el mundo que siempre es un ganador. Como buen narcisista, necesita triunfar en todos los órdenes de la vida, y se resiste a ser un jubilado más dedicado al golf en Florida (en su caso, con reglas propias). Mantiene una popularidad enorme entre las bases del partido y el 60% de sus votantes aplauden su reciente decisión de volver a presentarse en 2024. El declive de Trump, no obstante, puede haber comenzado con las elecciones legislativas y estatales de la semana pasada, que han permitido a los republicanos obtener la mayoría en la
Cámara de Representantes. Ha surgido un serio candidato al liderazgo republicano, Ron DeSantis, mucho más joven y preparado. Posiblemente, representa la mejor alternativa que tienen los suyos de reconstruir el partido y recuperar las señas de identidad de los conservadores clásicos, entre las que se encuentra el pragmatismo.
Estremece pensar cómo sería una negociación del magnate neoyorkino con Vladímir Putin sobre Ucrania o de qué modo intentaría contener a un Xi Xinping cada vez más nacionalista y dispuesto a buscar enemigos exteriores para ocultar problemas domésticos de gran envergadura. La relación con los europeos que Joe Biden ha restaurado volvería a ser puesta en duda y la polarización dentro de EE.UU. alcanzaría niveles muy preocupantes. La demografía impulsa a los demócratas, pero las normas electorales siguen favoreciendo a los republicanos para ganar la Casa Blanca en 2024, estén representados por Trump o por DeSantis.