El Mundial del mal
Este Mundial es una insólita mezcla de cinismo, corrupción y maldad. Estaba tan claro que su organización iba a recaer en los Estados Unidos que su delegación acudió a la ceremonia de designación encabezada por el expresidente Clinton. Pero por debajo y a través de Francia, Qatar compró los decisivos votos de la FIFA y los árabes se hicieron con el evento. Los Estados Unidos se sintieron estafados. El FBI se puso a investigar, la FIFA acabó descabezada por corrupción, Sandro Rosell estuvo dos años en prisión preventiva, su amigo Ricardo Teixeira
no puede sacar ni medio pie de Brasil (que no tiene tratado de extradición con los Estados Unidos) y Jaume Roures fue condenado a pagar una multa de más 20 de millones de dólares por sus malas artes en el mismo sentido y tuvo que sacrificar a su número tres en Mediapro, Gerard Romí. Los malos siempre son los mismos. La UEFA, la FIFA, Francia como caballo de Troya del islamismo en el Occidente libre, Rosell como tonto inútil pero no por ello mejor persona, y Roures que cuando hay algo bonito que destruir y alguien terrible que quiere más poder, ahí está él como mayor aliado de lo funesto y siempre contrario a los intereses de la Humanidad.
Para redondear el Mal, para colorearlo, Qatar ha matado de hambre, calor y agotamiento a miles personas para construir estadios e instalaciones; además de a incontables mujeres por adulteras y a tantos hombres por homosexuales, o por cualquier otra cosa en el delirio y el terror de su dictadura islamista. El único trato que un país educado debería tener con Qatar es el rechazo, el bloqueo, y la persecución de sus criminales.
Hoy se entiende que el cambio de sede de la última final de la Champions por causa de la invasión de Ucrania no tuvo nada de humanitario, porque es mucho más grave lo que Qatar le hace a su pueblo y al mundo que todo lo de Putin junto. Fue oportunismo empleado por Ceferin para complacer a su dueño, el presidente del PSG, Nasser Al-Khelaifi, cuando los muy tontos creían que por haber ganado en el Parque de los Príncipes tenían la eliminatoria asegurada e iban a llegar a lo que acabó siendo aquella vergonzosa final de atascos, atracos y navajazos en Saint-Denis. Y que además y como siempre ganó el Madrid.
Pero a Qatar vamos encantados a blanquear el terrorismo internacional porque nos sobornan y nos agasajan; y Rusia nos da miedo y hacemos pagar a los ucranianos el precio de no querer enfrentarnos abiertamente a Putin.