Hallan en una cueva los restos de un joven asesinado hace 30 años
La familia pudo enterrarlo después de que desapareciera en Guadix en 1992
La familia de un joven desaparecido en enero de 1992 en Guadix le pudo dar sepultura ayer en el cementerio de San José. Sus restos mortales –aparecidos hace meses en una cueva de la localidad– habrían sido enterrados tras haber sido asesinado hace más de 30 años. Los restos fueron identificados con base en su material genético y la familia, tras décadas en su búsqueda, ha podido despedirse. La familia pudo cerrar este capítulo luctuoso de su historia después de que la Benemérita le hiciera entrega de los restos de este joven. Han sido meses de espera, tras la confirmación de que se trataba del joven. Tras aparecer los restos en aquella cueva, la Policía Judicial de la Guardia Civil abría una investigación, en la que desde el principio hubo indicios de muerte violenta, si bien la búsqueda de un posible asesino no se puede activar al prescribir este tipo de delitos en 20 años.
En el lugar donde aparecieron los restos mortales también había residuos de cartuchos o perdigones. Aparecieron documentos personales que confirmaban su identidad. Pero hubo que trasladar todo ello al Instituto de Medicina Legal. Allí, en tanto se han concluido los trabajos de identificación de ADN, que han confirmado los indicios sobre su correspondencia con el cadáver del joven desaparecido en 1992.
Según indica el periódico Ideal, fueron unos jóvenes quienes hallaron el cadáver semienterrado en esta cueva el pasado mayo. Iban con un detector de metales y les empezó a sonar. Cuando comenzaron a tirar de la chaqueta del finado, que fue lo primero que vieron al mover la tierra, se encontraron con el esqueleto y dieron el aviso a la Guardia Civil. Los disparos, según el informe forense, se dieron a una distancia muy corta, casi a quemarropa, y fueron localizados en el cráneo y el segundo se cree que fue en el costado. Se cree y no hay seguridad plena porque en el hueso no había rastro, pero en la camiseta del finado a la altura del costado, había un agujero propio de un proyectil.