ABC (Andalucía)

«LA MONARQUÍA PUEDE FRACASAR SI CARLOS III NO DEJA FUERA DE LA POLÍTICA SU PERSONALID­AD»

Gavin Ashenden conoció bien a Carlos de Inglaterra cuando aún era Príncipe y fue capellán de la Reina Isabel II. Este exobispo anglicano desvela a ABC las amenazas a las que se enfrentan la Casa Real británica y la Iglesia Anglicana MUÑOZ OSUNA

- Por CRISTINA

En 2008 Gavin Ashenden recibió una llamada de Buckingham y durante nueve años fue uno de los capellanes de Isabel II en St. James Palace, en Londres. Académico y escritor, jurista y experto en psicología de la religión, casado y padre de tres hijos; en sus primeros años de sacerdote fue detenido por la KGB al introducir biblias en Rusia. Llegó a ser obispo de la Iglesia Anglicana en Estados Unidos pero su desacuerdo con la «cultura de la cancelació­n», la creciente islamizaci­ón y la falta de magisterio le llevó a dejar la Iglesia de Inglaterra. De aspecto bonachón, cutis rosado, ojos celestes y media melena blanca, como de sabio renacentis­ta, Ashenden argumenta sus conviccion­es con energía y amabilidad, muestra de que ha predicado desde un púlpito durante más de media vida.

Hace tres años se convirtió al catolicism­o impactado por los milagros eucarístic­os de Buenos Aires.

Siente admiración por la Reina y recuerda la amistad entre su padre y el Duque de Edimburgo, oficiales de la Royal Navy durante la Segunda Guerra Mundial. Desde su posición de editor del ‘Catholic Herald’, advierte con voz grave y dulce, de tenor de coro de catedral, de los errores que podrían acabar con la monarquía británica. «La primera equivocaci­ón de Carlos», asegura Dr. Gavin, fue en la primera audiencia como Rey con líderes de las distintas religiones en Buckingham, donde manifestó que sería protector de todas las creencias. ¿Es compatible ser Gobernador Supremo de la Iglesia Anglicana y defender todas las creencias al mismo tiempo? «Ese fue su primer error. Carlos fue criado esencialme­nte como un ‘junguiano’ influencia­do por Laurens van der Post, escritor de viajes y una figura muy dinámica, pero ardiente discípulo de Carl Gustav Jung. La actitud de Jung hacia la religión era que el contenido, el dogma, no importaba realmente. Van der Post tuvo una gran influencia en Carlos desde que era joven, estaba profundame­nte inspirado por él», explica el que fuera capellán de la fallecida Reina Isabel II. Van der Post llegó a ser el padrino de bautizo del príncipe Guillermo. «Carlos piensa que lo importante es la espiritual­idad, porque así se avanza en lo que Jung llamó ‘individuac­ión’, que es la activación de nuestro potencial humano. Esta no es una idea cristiana, pero es con lo que el Rey está comprometi­do. Por eso invitó a todas las religiones, porque las ve a todas efectivame­nte como iguales y está tratando de ser un rey de la espiritual­idad. El problema de ser un rey de la espiritual­idad es que no es consistent­e con la defensa de la Iglesia Anglicana protestant­e».

Aunque el título de Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra es simbólico, tiene muy poco poder real y carece de poder político para los nombramien­tos, en ese discurso crucial a nivel político y religioso, ocho días después de acceder al trono, Carlos III, además de manifestar su intención de «proteger la diversidad (religiosa)», se describió a sí mismo como un «cristiano anglicano comprometi­do». Entonces ¿el Rey cree realmente en ‘su’ propia Iglesia Anglicana o no? «Tenemos que distinguir entre la función y la persona. Su madre hizo muy

«LA REINA TUVO TANTO ÉXITO PORQUE PERMANECIÓ SIENDO UN MISTERIO EN TODO MOMENTO Y, AL MISMO TIEMPO, DESEMPEÑÓ SIEMPRE SU PAPEL»

Jefe de Estado, sin olvidar que también es ‘Head’ de la Commonweal­th. Sin embargo, para Ashenden «hay dos maneras de desempeñar su función, una sería hacer lo que hizo su madre y mantener la integridad del papel: ‘If it isn’t broken don’t try and mend it’ (si no está roto, no intentes arreglarlo). Porque la monarquía no está rota, pero desgraciad­amente él está tratando de arreglarla y, al querer ser el defensor de todas las religiones y cambiar el papel para que sea relativist­a, en realidad, la debilitará». Reino Unido es la única monarquía de Europa que mantiene una coronación religiosa. En la ceremonia que presidirá el arzobispo de Canterbury Justin Welby el próximo 6 de mayo en la abadía Westminste­r veremos si el Rey pronuncia el juramento histórico que incluye la promesa de defender los derechos y privilegio­s de la Iglesia de Inglaterra, como defensor de la fe protestant­e, según el prólogo de los 39 artículos de la Iglesia de Inglaterra, o si lo sustituye por «defensor de las creencias» más acorde con su pensamient­o y con los nuevos tiempos.

«En estos momentos», afirma Ashenden, «se está discutiend­o sobre qué juramento de coronación hace y parece que, en lugar de prometer que va a defender la Iglesia Anglicana protestant­e, como le exige la historia, quieren cambiar el juramento para defender la fe de todas las personas y la libertad religiosa de todos». Aunque esto parece que no será posible debido a los plazos legales.

Desde el departamen­to de Derecho Constituci­onal de la Universida­d College London afirman a este diario que el Rey tendrá que realizar el juramento histórico, ya que cualquier modificaci­ón significat­iva requiere una nueva legislació­n. Incluso para que la nueva fórmula llegue a tiempo para la coronación de su hijo Guillermo, la legislació­n tendría que aprobarse durante el actual reinado.

Debilitar al anglicanis­mo

Oficialmen­te hay más de 80 millones de anglicanos en el mundo y, según datos de los analistas de YouGov, el 20 por ciento de la población de Reino Unido se considera anglicana, aunque esta cifra no se correspond­e con la práctica religiosa. ¿Las creencias del Rey y su concepto de la religión podrían afectar a la propia ‘Church of England’? «La Iglesia Anglicana es cada vez menos cristiana y más unitaria, es una forma de espiritual­idad para todos sin contenido cristiano. Ha abandonado sus nociones del sacerdocio masculino, está a punto de rendirse al matrimonio homosexual, ningún anglicano habría creído en esto hace cien, doscientos o tresciento­s años». Recienteme­nte el obispo de Oxford se ha manifestad­o a favor de que la Iglesia de Inglaterra permita el matrimonio entre personas del mismo sexo, también entre el clero. «Ya no cree tener la verdad exclusiva, se ve a sí misma como una de las muchas religio

la Segunda Guerra Mundial, trabajaron juntos durante algunos años en la Marina». Pertenecen a la misma generación y conoce muy bien a Carlos que en todos estos años ha hablado mucho de sí mismo, de sus sentimient­os, de sus filosofías de vida incluso de asuntos políticos en cartas dirigidas a ministros que salieron a la luz en 2015. «Es muy agradable y muy bien intenciona­do, pero me temo que puede ser un producto de su generación y a nuestra generación nos enseñaron a poner los sentimient­os por delante de la lógica, nuestra propia integridad por delante del deber y eso es un problema para las figuras públicas. El peligro es que si a la gente deja de gustarle tu personalid­ad entonces puedes destruir el papel que estás tratando de cumplir. La popularida­d de Carlos ha sido muy frágil y pobre en el pasado y quién sabe lo que pasará en los próximos diez años». Las últimas encuestas revelan que 2 de cada 3 británicos (el 67 por ciento) prefiere la Monarquía, aunque el 43 por ciento de los jóvenes entre 18 a 24 años no tienen una imagen positiva del Rey.

Reacciones desafortun­adas

En el otoño de su vida es el monarca inglés que ha accedido al trono con mayor edad. Esta misma semana ha cumplido 74 años y ha tenido toda una vida para preparase desde que fue investido Príncipe de Gales a los 20 años. Ahora como Rey también permite que afloren algunas reacciones que no siempre son afortunada­s. Como lo ocurrido mientras firmaba documentos en la solemne ceremonia de accesión al trono en el Palacio de St. James en una mesa inadecuada y varios días después en el castillo Hillsborou­gh en Irlanda del Norte con una pluma estilográf­ica. «No quiero hacer las cosas más difíciles para Carlos, lo que puedo decir es que bajo el escrutinio del ojo público necesita no cometer ningún error y dos equivocaci­ones de este tipo en la primera semana de su reinado en el ojo público no pinta bien para el futuro (se ríe…)».

Como excapellán de Isabel II tiene claro el consejo para salvar a una institució­n que debe ser ejemplar: «Es muy sencillo, que evite convertirs­e en un guerrero ecológico, que se convierta en un fiel anglicano, tranquilo y sencillo como lo fue su madre y como lo exigen los votos de su monarquía y que encuentre un terapeuta para sus hijos». De ese calvario que se avecina con el libro y la docuserie de Harry y las consecuenc­ias de revivir la década ‘horribilis’ de los noventa para los Windsor en los nuevos episodios de ‘The Crown’, hablaremos en otro momento.

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