Viaje a la prodigiosa mente del Goya grabador
∑Calcografía Nacional, que atesora 228 planchas de sus estampas, comienza a restaurarlas tras apreciar su deterioro
Es una de las cumbres del grabado universal y uno de los tesoros de Calcografía Nacional, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Entre sus fondos se hallan 228 planchas de cobre utilizadas por Goya para grabar, por una parte, sus cuatro célebres series de estampas: los ‘Caprichos’ (80), los ‘Desastres de la Guerra’ (82), la ‘Tauromaquia’ (33) y los ‘Disparates’ (18 de las 22 conservadas), incluidas primeras ediciones de todas ellas. Once fueron grabadas por ambas caras: siete de la ‘Tauromaquia’ y dos planchas con paisajes fueron fragmentadas en dos mitades cada una para grabar en los dorsos los números 13, 14, 15 y 30 de los ‘Desastres de la Guerra’. Además, entre esas 228 planchas se hallan 13 matrices que corresponden a su primera serie gráfica, los aguafuertes de pinturas de Velázquez, y dos más sueltas: ‘El agarrotado’ y ‘San Francisco de Paula’. Las 15 fueron adquiridas entre 1790-92 por 6.000 reales.
La institución dejó de estampar las láminas de Goya en 1983. Apenas quedan unos cuantos grabados a la venta. Las planchas, en las que Goya trabajó directamente, se estaban deteriorando y se rescataron como obras de arte. «En ellas está el gesto y la caligrafía de Goya, pues él era el grabador; es su obra crucial y la más íntima. El grabado fue lo que hizo a Goya universal», comenta Juan Bordes, académico delegado de Calcografía Nacional, en el Gabinete Goya, junto a un tórculo del XVIII. Allí se exhiben algunas planchas, junto con facsímiles de los grabados. Abrió sus puertas en la Academia de Bellas Artes en 1990, diseñado por los arquitectos Federico Correa y Alfonso Milá.
En los diez años que lleva Bordes al frente de Calcografía Nacional ha visto cómo han ido deteriorándose las matrices del ‘Bobalicón’, el número 4 de los ‘Disparates’, y del autorretrato de Goya, portada de los ‘Caprichos’. A ellos se sumó el préstamo a un museo de Lille (Francia) de otra de las planchas: la correspondiente al famoso aguafuerte ‘Esto es peor’, el número 37 de los ‘Desastres de la Guerra’. Viajó, con todas las garantías, en un climabox (vitrina microclimática estanca para proteger obras de arte de las condiciones ambientales adversas). El valor de seguro de una plancha de Goya ronda el millón de euros. El diciembre de 2021, dos semanas antes de clausurarse la muestra, se informó a la Academia de que la matriz había comenzado a deteriorarse: se apreciaba una especie de pequeño cráter. Cuando llegó a Madrid, el daño era ya mucho mayor, «como si hubiera sufrido una explosión». Se barajaron diversas hipótesis: un problema de humedad, una bacteria... «Era urgente buscar una solución; no era un problema estético, sino de conservación de un tesoro nacional», advierte Juan Bordes.
Tras los pasos de Piranesi
Hace años hubo un intento de revertir el baño de protección de acerados, niquelados y cromados que se dio a estas planchas de cobre a finales del XIX y en la primera mitad del siglo XX, con el fin de endurecer y reforzar las planchas para seguir aumentando las tiradas. Pero esos recubrimientos electrolíticos estaban perjudicando las matrices. No se conocían técnicas fiables, por lo que quedó en suspenso. Hasta que supieron que el Istituto Centrale per la Grafica de Roma estaba trabajando con las planchas de Piranesi, otro de los grandes grabadores de la Historia, junto con Durero, Rembrandt, Goya y Picasso. La restauradora Lucia Ghedin había logrado resultados extraordinarios con las matrices de Piranesi, retirando los acerados, que estaban dando problemas. Se la invitó a que viniera el pasado mes de mayo a la Academia para compartir la técnica utilizada y aplicarla a las planchas de Goya. El ‘Bobalicón’ y ‘Esto es peor’ lucen ya el color original y su estado se ha estabilizado. Hubo que buscar financiación para el proyecto: Bancaja se hace cargo de una parte del presupuesto, que supera los 100.000 euros. Está cubierto un año de actuación. Es el plan estrella de la Academia de Bellas Artes, que en mayo inauguró sus nuevas salas de Goya. El próximo jueves se presentará la catalogación online de la obra gráfica del artista en Calcografía Nacional.
ABC es testigo del proceso de restauración de estas joyas en el taller de estampación. Se decidió comenzar con los ‘Caprichos’ y los ‘Disparates’. Las matrices esperan pacientemente su turno para pasar por las expertas manos de Laura Alba, del Gabinete de Documentación Técnica y Laboratorio del Museo del Prado. «Lo primero es caracterizar los recubrimientos que tienen las planchas: saber si son aceradas, cromadas o niqueladas, que dan esa apariencia metálica, plateada, a las matrices de cobre», explica Laura Alba. De momento, solo se va a trabajar con los acerados, pues no se conocen aún los procedimientos adecuados para retirar el níquel y el cromo.
«Con el objetivo de hacer reimpresiones, se solía aplicar al cobre original un recubrimiento, que puede ser de distintas aleaciones. Según documentación de la época, se supone que la mayoría son aceradas. Hace unos años estudiamos en el Prado cinco de estas planchas. Entre ellas, el ‘Bobalicón’. Tenía muchas pérdidas del acerado, quedando al descubierto el cobre original. El índice de oxidación del acero y el del cobre son muy diferentes, lo que provoca un efecto de pila galvánica que potencia la corrosión del cobre original. En algunos casos los daños son irreversibles», explica Laura Alba.
Plata, bismuto, arsénico...
Está trabajando con un equipo de espectrometría por fluorescencia de Rayos X, propiedad del Prado, que permite registrar los elementos químicos de la zona analizada. Se toman unos espectros con diversos picos, que son estudiados después en un ordenador. El número 2 de los ‘Caprichos’ fue niquelado y, por tanto, no se intervendrá por el momento. En el ‘Bobalicón’, aparte del cobre original y el hierro del acerado del recubrimiento, se identificaron
Se están identificando los recubrimientos que se aplicaron a las matrices de cobre. Las aceradas recobran su aspecto original