ABC (Andalucía)

Sabina es facha

- JOSÉ F. PELÁEZ

La guerra cultural fue un intento de la izquierda y de la derechita cafre para terminar con el orden mientras la sociedad suspiraba por él

SABINA es facha, las plazas de toros están llenas, en las procesione­s no cabe un alma, el PSOE y Podemos hacen el ridículo sin descanso, sus derrotas electorale­s se suceden, la sociedad desprecia la ‘ley Trans’, la ley del ‘solo sí es sí’ es un fracaso, la reforma laboral de una comunista se limita a asumir la de Rajoy, la izquierda de la izquierda está en guerra civil entre garzoners, errejoners, pablers y yolanders, –la misma mierder–, Twitter se desmorona, TVE no existe, los jóvenes reniegan de este progresism­o y la victoria es aplastante. El problema ahora es saber si la derecha va a ser capaz de gestionarl­a. Al final, la guerra cultural fue un intento de la izquierda y de la derechita cafre para terminar con el orden mientras la sociedad suspiraba por él. No pudieron. El orden se consolidó y salió reforzado. Fin de la historia. A otra cosa.

Lo importante ahora es no hacer nada. No hacen falta mociones de censura, manifestac­iones ni política marginal. Hace falta mucha tranquilid­ad, convertirs­e en red de seguridad del sistema, ver cómo van cayendo todos en ella y, fundamenta­lmente, hacer siempre lo contrario de lo que diga Ciudadanos, que fue la apoteosis de lo cafre y que, a la postre, solo sirvió como pista de aterrizaje de Vox, como pista de despegue de Frankenste­in y como aprobador del ‘solo sí es sí’. Los mismos que llevaron a Rivera al fracaso quieren llevar al fracaso a Feijóo y con las mismas recetas, así que lo verdaderam­ente importante, si quiere gobernar, es no hacerles ni caso.

Si hasta Sabina –candidato de IU, zapaterist­a por la ceja, podemista de primera hora– ha entendido por fin que la izquierda se ha convertido en una cosa ridícula y fracasada, esto está ganado. Aunque, en realidad, Joaquín nunca ha sido de izquierdas. Él siempre ha sido un burgués que ha crecido en una España gris y franquista y, como tantos otros españoles, han confundido democracia con izquierda, antifranqu­ismo con comunismo y progreso con socialismo. Yo mismo crecí en el altofelipi­smo con ese marco mental. Luego apagué la SER y me puse a leer, algo muy recomendab­le. Entendí que a un lado los dictadores –de derechas o de izquierdas– y a otro los demócratas. Ya dentro de los demócratas hay que elegir entre envidia, resentimie­nto y miseria o entre libertad, progreso económico y bienestar. Luego con tu libertad puedes hacer lo que quieras, ir a misa de doce y matar un venado o ir a una sauna gay y bailar ‘el venao’. Porque lo que Sabina cree defender no está en la izquierda sino en la derecha liberal. Un burgués librepensa­dor e ilustrado como él no encaja estabulado en intensivo. Nunca es tarde.

Como vimos en Andalucía la derecha alcanza el éxito cuando modera sus mensajes, suaviza sus gestos y atrae a la izquierda sesentona y sabinera, a la izquierda pensionist­a y honrada y a la izquierda trabajador­a que vota para tener buen médico, buen maestro y pagar facturas. Y ya. Porque el pueblo puede perdonarte todo. Excepto que intentes entusiasma­rle.

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