La variable mística
Es absurdo intentar explicar lo inexplicable. Hay cosas que pasan y que son sencillamente así
LO esencial es invisible a los ojos, escribió Saint-Éxupery, advirtiendo que la realidad visible es sólo una cara del tapiz. Una faz accesiblemente hermosa, pero que oculta la complejidad de todo lo real. Por eso existen fenómenos inexplicables. Cosas de las que no podemos dar razón, sucesos sorprendentes para los que nuestras expectativas se demuestran fallidas y los pronósticos absurdamente errados. Lo que no podemos ver juega un papel en el mundo y, cuanto antes lo asumamos, mejor podremos convivir con nuestra incomprensión.
Al hablar de lo invisible no me refiero a nada mágico o espiritual. Tampoco apunto al orden de los afectos. Me refiero a excepciones casi metafísicas que acontecen fuera de carta y sólo pueden justificarse a través de razones que no podemos tocar, medir o demostrar. Propongo denominar a esa razón inconcreta como la ‘variable mística’.
La variable mística es, por ejemplo, esa protección que asiste a Isabel Díaz Ayuso y que hace que cualquier crítica o amago de destrucción contra su gobierno acabe por traducirse en perjuicio de quien lo emprende. Los adversarios de la presidenta de la Comunidad de Madrid la temen y en sus pesadillas, aun sin conocerlo, se les aparece la mitológica Hidra de Lerna a la que cada vez que se le cortaba una de sus nueve cabezas de serpiente le crecía una nueva todavía más feroz. No importa cuán sofisticado sea el ardid ni hasta qué punto la crítica pueda estar bien dirigida: una vez ejecutado el ataque, la variable mística hará que Ayuso salga indemne y que sus críticos, por el contrario, acaben por resultar malheridos.
El presidente Sánchez también está asistido por la variable mística. Los espectadores antisanchistas apostaban acerca de qué transgresión en el orden institucional podría terminar costándole algún voto. Hubo quien pensó que los indultos del ‘procés’ serían castigados. Otros creyeron que el espectáculo del CIS degradaría la reputación del Gobierno. Fueron legión quienes afirmaron que sería el pacto con Bildu, tal vez el nombramiento de una exministra como fiscal general del Estado, el abandono del Sahara, las menciones a Camboya, los muertos en la valla de Melilla, el desprecio a las instancias europeas para renovar el CGPJ, la rebaja ‘ad hominem’ del delito de sedición o el amago de legislación ‘bespoke’ del delito de malversación... Pero aquella profecía jamás se cumplía.
La variable mística recuerda en algo a la fortuna de la que tanto habló Maquiavelo. Una fortuna que, como la gracia divina o el aliento del diablo, sopla allí donde quiere. Somos unos animalitos empeñados en dar razón de todo, pero es absurdo intentar explicar lo inexplicable. Hay cosas que pasan y que son sencillamente así. Aunque luego, otra vez sorpresa, se apagan, de golpe, como una cerilla en la nieve.