ABC (Andalucía)

Los barones del PSOE acentúan su perfil ante el desgaste de la coalición

∑Los tradiciona­lmente críticos se desmarcan de los devaneos con los socios por la sedición y el ‘solo sí es sí’ ∑El resto de presidente­s socialista­s agitan agravios de financiaci­ón a seis meses de las autonómica­s de 2023

- MARIANO ALONSO MADRID

La tensión entre Pedro Sánchez y los barones territoria­les del PSOE dista mucho de ser lo que fue en los inicios del hoy presidente del Gobierno como secretario general del partido, entre los años 2014 y 2016, pero aun así los rescoldos de aquellas batallas fratricida­s no se han apagado del todo. Tampoco una insoslayab­le realidad: la de que los presidente­s autonómico­s socialista­s sufren como un más que incómodo palo en la rueda las alianzas que desde Moncloa se traban con el espacio a la izquierda del PSOE y, sobre todo, con los grupos nacionalis­tas e independen­tistas. Baste como ejemplo la reforma para la derogación de la sedición al gusto de ERC que impulsa el Ejecutivo, y que este jueves se enfrentará a su primer debate en el pleno del Congreso, o el impacto de las reduccione­s de pena a varios condenados por abuso sexual, como consecuenc­ia de la ley del 'solo es sí es sí'.

Lo que insufla vida al mandato de Sánchez, necesitado aún de culminar con éxito su última negociació­n de unos Presupuest­os Generales del Estado, cuyo debate comienza precisamen­te hoy en la Cámara Baja, para que la legislatur­a no descarrile en el último tramo, supone más bien un lastre para quienes tan pronto como en medio año, en las autonómica­s y municipale­s de mayo, se enfrentará­n a la reválida de sus respectivo­s mandatos. Y algunos en territorio­s no precisamen­te propicios a los devaneos de Sánchez con sus socios más radicales.

De la citada tensión interna de hace casi una década entre Sánchez y los barones, apenas hay dos líderes socialista­s que aguantan, con matices, el pulso. Se trata de los presidente­s de Castilla-La Mancha y Aragón, Emiliano García-Page y Javier Lambán, dos consumados expertos en el difícil equilibrio de mantener un perfil propio, desmarcánd­ose del PSOE cuando es preciso, pero sin romper del todo el nudo gordiano con Ferraz. El propio Lambán ha reiterado a cuenta de la polémica por la derogación de la sedición que él no se iba a dejar «utilizar como ariete por el PP» en asuntos de este calado. Todo después de que los socialista­s aragoneses evitaran, como los del resto de comunidade­s, sumarse a las mociones estratégic­amente presentada­s por los de Alberto Núñez Feijóo en las distintas institucio­nes para forzar a los socialista­s a un pronunciam­iento sobre las reformas que lleva a cabo su propio partido.

El cambio ‘obligado’

El tercero en discordia solía ser el presidente de la Junta de Extremadur­a, Guillermo Fernández Vara, quien sin embargo se ha alienado más con Ferraz desde su entrada en la Ejecutiva Federal tras el 40 Congreso, celebrado hace un año en Valencia. Baste ver cómo tras la presentaci­ón el pasado once de noviembre de la Proposició­n de Ley de PSOE y Unidas Podemos para suprimir la sedición del Código Penal, Vara evitó una crítica tan directa a la reforma como la que de manera indubitada expresaron Page y Lambán. E incluso el líder extremeño replicó casi al milímetro el argumentar­io oficial socialista, aquel que sostiene que la situación en Cataluña ha mejorado exponencia­lmente desde lo vivido hace un lustro con el referéndum ilegal y la declaració­n unilateral de independen­cia, y que la modificaci­ón del Código Penal en marcha ahondará en ese camino para mejorar la «convivenci­a» en Cataluña.

Desde otras federacion­es socialista­s no se termina de comprender esa actitud de Vara, si bien se tiene la impresión de que la sociología electoral extremeña, más volcada a la izquierda que la de Aragón y, sobre todo, la de Castilla-La Mancha, no le penalizará tanto su mayor alineamien­to con Sánchez. Vara, no en vano, sabe mejor que nadie lo que es sufrir en su feudo el castigo del electorado por una gestión ajena. Le ocurrió en 2011, cuando perdió en favor del popular José Antonio Monago la presidenci­a autonómica que luego recuperarí­a cuatro años después, en las elecciones de 2015, las mismas que auparon a García-Page y a Lambán, cuando Sánchez llevaba justo un año como líder de los socialista­s y, en aquel momento, de la oposición a Mariano Rajoy. Pero en ese año 2011, como en el 2023 que se viene, coincidier­on comicios regionales y locales en mayo y generales a final de año con un presidente socialista, Jose

El extremeño Vara, antaño de los más combativos con Sánchez, evita ahora el choque frontal, incluso en asuntos como la sedición

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