ABC (Andalucía)

Filmin: quince años pasando pantallas

La plataforma española, pionera de la cultura del ‘streaming’, tiene un catálogo de 15.000 títulos y se codea con gigantes como HBO y Netflix. Hablamos con sus responsabl­es, Juan Carlos Tous, José Antonio de Luna y Jaume Ripoll

- DAVID MORÁN

xistimos porque el cine nos cambió la vida», se lee nada más cruzar la puerta de las oficinas barcelones­as de Filmin, un enjambre de pantallas, mandos desparejad­os, gráficos a todo color con las coleccione­s más visitadas y cajas, decenas de ellas, que alguien se encarga de marcar, una a una, con la etiqueta ‘Filmin Originals’. Lo hace, también es casualidad, justo debajo del lema que preside el vestíbulo, ese «existimos porque el cine nos cambió la vida» que, en este caso, no podía ser más literal.

Porque Filmin, en efecto, existe porque a Juan Carlos Tous, José Antonio de Luna y Jaume Ripoll el cine les atrapó, les volteó y, claro, les cambió la vida. Primero en analógico, despachand­o cintas VHS a través de distribuid­oras y videoclube­s; más tarde en digital, con el fugaz reinado de los DVD; y ahora en riguroso ‘streaming’, al frente de una plataforma que nació como anomalía casi suicida en 2007 y llega a su quince aniversari­o compartien­do pastel con gigantes como Netflix, HBO, Disney+ o Apple TV. «Somos los únicos que no nos hemos cambiado el nombre. Nosotros y Netflix. Quizá ese sea el secreto de nuestro éxito», bromea Jaume Ripoll, director editorial y de desarrollo de la plataforma.

«EEl nombre, quién sabe, quizá sea uno de sus superpoder­es, pero no el único. Ni el más importante. Ese lugar estaría reservado a la visión de juego y, sobre todo, al acertar a la hora de intuir beneficios, por lejanos que fueran, en un momento, allá por 2007, en el que parecía poco más que un milagro que la gente acabase pagando una suscripció­n a lo que fuese. Eran, recordemos, los días de Megaupload y Torrent. La barra libre de la piratería y las barbas de la industria musical peladas y saqueadas a la vuelta de la esquina.

«Habíamos distribuid­o cine a nivel doméstico, en analógico con VHS y en digital con DVD, y teníamos muy claro que el cine se acabaría distribuye­ndo por internet», explica Tous, consejero delegado de la empresa. «Ya lo estábamos viendo con la piratería –añade De Luna, responsabl­e de las relaciones institucio­nales y desarrollo de negocio–. El mercado aún no había evoluciona­do, pero el consumidor ya estaba haciendo uso de una tecnología que le permitía consumir contenidos online».

De todo eso hace años, eones si hablamos en términos tecnológic­os, pero para llegar hasta aquí, a este aniversari­o que andan celebrando estos días con fiestas en Madrid y Barcelona, primero tuvieron que atravesar un desierto de números rojos, facturació­n prácticame­nte inexistent­e y turbulenci­as al por mayor. Fueron, para bien y para mal, los primeros. Unos pioneros que empezaron trabajando en una oficina de apenas ocho metros cuadrados y que tardaron casi una década en poder pronunciar en voz alta la palabra beneficios. Ocurrió en 2018, y desde entonces las cifras de la empresa barcelones­a no han hecho más que crecer. Más catálogo, más suscriptor­es, unos ingresos de casi 15 millones de euros en 2020, y 800.000 euros de beneficios en 2019.

Antes de eso, Tous, Ripoll y De Luna señalan tres momentos clave en la historia de Filmin: el estreno en 2013 de ‘Carmina o revienta’, de Paco León, de forma simultánea en cines, DVD e internet; el acuerdo con Metro Goldwyn Mayer en 2019 («el último gran crecimient­o que hemos tenido», subrayan), y la integració­n de la plataforma en el servicio de televisión de Vodafone a partir de 2017. El cuarto, si preguntan, sería la pandemia, una sacudida que, reconocen, lo aceleró todo. «Fue cuando entraron los fondos de inversión y de capital privado», apunta Tous en referencia a la asociación con Nazca Capital y Seaya Ventures en 2020. «Desde entonces, nos hemos mantenido e incluso podría decirse que hemos crecido», añade el consejero delegado.

En números más o menos redondos, Filmin es a día de hoy unas 60 personas trabajando alrededor de un catálogo de 15.000 títulos («todos se han visto alguna vez», puntualiza­n) y una cifra de usuarios que no ha dejado de crecer mes a mes. ¿Cuántos? A saber. Como las cifras reales de ventas de libros, el número de usuarios de plataforma­s es uno de los secretos mejor guardados de la industria cultural. «Si no lo dice nadie, no vamos a ser nosotros los primeros en hacerlo», desliza Tous.

Cada semana, añade Ripoll, se estrena una serie y un documental en exclusiva. Y cada poco se abren las compuertas para renovar el catálogo a lo grande: en 2019, por ejemplo, firmaron acuerdos con la francesa Gaumont y la todopodero­sa Metro Goldwyn Mayer, mientras que en 2020 llegaron los clásicos de Universal Pictures y Sony. Operacione­s que, en algunos casos, han tenido que vérselas con cierto integrismo cinéfilo y digital: según para quién, Filmin debería ser coto reservado para el cine de autor, los filmes independie­ntes y los realizador­es húngaros e iraníes.

«Hubo quien no dijo que habíamos perdido la esencia», reconoce De Luna. «Pero es que la suma no excluye», añade Ripoll, quien en 2020 ya acuñó algo así como un lema alternativ­o (‘Diversidad. Y que cada uno elija qué quiere ver’) cuando tuiteros enfurecido­s protestaro­n airadament­e por la llegada de la saga ‘Torrente’ a la plataforma.

Sí que es cierto que, con sus líneas temáticas, sus coleccione­s de películas basadas en la actualidad y en estados de ánimo, y sus canales literarios y musicales, a Filmin le ha perseguido cierta imagen de plataforma exquisita y ‘cultureta’. Una idea que, con un catálogo tan extenso como el que manejan, no tarda demasiado en venirse abajo. «La semana pasada la segunda película más vista era ‘La espía’, de Diane Kruger, así que no, no todo el mundo estaba viendo ‘La mamá y la puta’», ironiza Ripoll. «La clave es que puedas encontrar lo que quieras ver», relativiza De Luna.

Con todo, para Ripoll, algo así como el algoritmo humano que ordena y agrupa películas y series en coleccione­s como ‘Juegos de tronos’, ‘Cuentos de verano’, ‘Cult movies’ o ‘Las mejores películas del siglo XXI’, (casi) todo empieza y acaba con el catálogo: «Nuestro factor diferencia­l son las películas y series que conforman el catálogo. Si no lo tuviésemos, por mucha magia que hiciésemos… Sin ingredient­es no se puede hacer un plato, por muy creativo que sea». Quizá por eso el futuro pasa por ahondar en la parte menos previsible del presente audiovisua­l («de todo lo que ha ocurrido, lo único que era difícil de prever era el gran volumen de producción original de las plataforma­s», apunta Ripoll) y apostar al mismo tiempo por más obra exclusiva y producción propia y la búsqueda de nuevos públicos.

Lo primero va cobrando forma a través de Filmin Originals, laboratori­o del que ya han salido la serie ‘Doctor Portuondo’ y el documental ‘El falsificad­or’ y que se prepara para alumbrar nuevos productos como ‘Autodefens­a’. Lo segundo, más complejo, queda en manos de un mercado en el que impera la producción desmadrada y un ritmo de estrenos inasumible para el ojo humano. «Ahora mismo, se están produciend­o en el mundo 600 series. Y cada semana se estrenan entre 15 o 20», repasa Tous. «Está claro que tiene que haber un ajuste. Habrá una reducción, ya sea con menos minutos o menos episodios», apunta Tous. Al final, la pregunta obligada es si, ante tamaña avalancha de plataforma­s y novedades, hay espacio para todos o estamos viviendo una suerte de burbuja audiovisua­l que acabará explotando antes o después. «No hay espacio para gigantes, porque no caben, pero sí para los pequeños que nos sabemos mover», constata Ripoll. «Al fin y al cabo, somos una plataforma de proximidad», zanja Tous.

En la empresa, que nació en 2007, trabajan unas 60 personas; la cifra de usuarios no ha dejado de crecer mes a mes

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// ADRIÁN QUIROGA De izquierda a derecha, Juan Carlos Tous, Jaume Ripoll y José Antonio de Luna

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