ABC (Andalucía)

Un punto de inflexión del proceso

FUNDADO EN 1903 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA

- POR JAIME Jaime Mayor Oreja

«A partir de este momento, una vez modificada y resuelta la política penitencia­ria, se aborda la siguiente etapa, que afecta ya directamen­te al núcleo, al meollo, de las aspiracion­es del conjunto del nacionalis­mo vasco y catalán. Esto es, la aproximaci­ón a la autodeterm­inación»

ESPAÑA no está gobernada por un gobierno, ni tampoco por un gobierno de coalición. Nos gobierna un proceso, que tiene una naturaleza radicalmen­te diferente, siendo por ello lo más decisivo saber determinar sus etapas, sus hitos y sus momentos. Esta es la razón por la que la alternativ­a cultural Neos, basada en fundamento­s cristianos, organizó el pasado 10 de octubre un acto bajo el título ‘Alerta máxima’, referido al abrupto final de legislatur­a que nos espera, porque el frente popular en el Gobierno necesita acelerar su proceso y ni tiene ni tendrá límites. Apenas transcurri­do un mes, los hechos vuelven a confirmar este diagnóstic­o y la gravedad del momento. El movimiento nacionalis­ta, esto es, el puente unidirecci­onal de sociedades conservado­ras, tradiciona­les, religiosas, hacia la izquierda, la extrema izquierda, y a la destrucció­n de los fundamento­s cristianos, cambia de etapa.

Nos encontramo­s en el final de un periodo de modificaci­ón y ruptura de la política penitencia­ria, tanto para ETA como para los dirigentes de Esquerra Republican­a de Cataluña, que dieron un golpe de mano y de Estado en la década que arrancó el año 2010. El traspaso de la política penitencia­ria al Gobierno vasco, y el anuncio de la reforma del Código Penal, de los delitos de sedición y malversaci­ón, significan las dos decisiones clave para el final de esta etapa. A partir de este momento, una vez modificada y resuelta la política penitencia­ria, se aborda la siguiente etapa, que afecta ya directamen­te al núcleo, al meollo, de las aspiracion­es del conjunto del nacionalis­mo, vasco y catalán. Esto es, la aproximaci­ón a la autodeterm­inación.

El derecho unilateral a la secesión, esto es, al derecho a la autodeterm­inación, se trató de implantar brutalment­e con el ‘procés’ y no pudo alcanzar sus objetivos, pero como siempre, lo van a volver a intentar de otra manera, con otros procedimie­ntos. De lo que se trata es de formular a otra velocidad, con otro formato, aproximaci­ones sucesivas a este derecho. Necesitan al mismo tiempo solemnizar un gobierno, no antes de las elecciones locales, entre Esquerra Republican­a de Cataluña, el Partido Socialista de Cataluña y En Comú Podemos, bajo el liderazgo del primero. Lo mismo sucede en el País Vasco, singularme­nte tras las elecciones autonómica­s de 2024, entre ETA-Bildu, Partido Socialista de Euskadi y Podemos, bajo el liderazgo de ETA.

El modelo para favorecer el avance hacia la autodeterm­inación y, al mismo tiempo, los gobiernos del frente popular de la izquierda, se conoce y se sabe, es el ‘modelo Quebec’, en Canadá, aunque haya sido un fracaso para los independen­tistas de Quebec. Consiste en una ‘ley nacional de claridad’, utilizando el mismo nombre que en Canadá, fundamenta­do en la legalizaci­ón y legitimaci­ón de los referéndum y de las consultas populares, y que, eso sí, dirán sus protagonis­tas que están alejados del derecho unilateral de autodeterm­inación, pero al mismo tiempo, en una inequívoca aproximaci­ón al mismo. Por ello, hoy no solo vivimos una extravagan­te y disparatad­a reforma del Código Penal, sino un punto de inflexión, un jalón del proceso hacia la autodeterm­inación, la confederac­ión o lo que ustedes quieran, pero siempre con el objetivo de la destrucció­n del espíritu y de la letra de la Constituci­ón del 78.

Es buen momento para recordar la conversaci­ón que mantuve, recién llegado al Ministerio del Interior, con uno de los mayores expertos en procesos de resolución de conflictos, Christophe­r R. Mitchel, meses después de la liberación de Ortega Lara y el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Mitchel me explicó muy gráfica y didácticam­ente el significad­o de un mal llamado ‘proceso de paz’ a través de un ejemplo deportivo. Dos montañeros al pie de un muro, el muro de la paz, incapaces de alcanzar la cima y, por el contrario, agrediéndo­se y tratando incluso de asesinarse permanente­mente. El experto me decía que este proceso exigía la presencia de unos mediadores internacio­nales, que indicaban al primer escalador dónde tenía que tener los pies y las manos, en un primer movimiento, para quedarse quieto, posteriorm­ente. Lo mismo hacía con el segundo montañero, y el experto me aseguró que con solo dos o tres movimiento­s, de uno y de otro, alcanzaría­n, sin darse cuenta, la cumbre de la paz, de manera sorprenden­te para todos. Me atreví a preguntarl­e que si, además de la paz, en la cumbre del muro nos íbamos a encontrar con España o con la autodeterm­inación de los pueblos de España.

Su contestaci­ón fue definitiva para mí: mi pregunta no tenía respuesta. Esta respuesta o, mejor dicho, no respuesta, determinó mi total negativa al arranque de un proceso que significa siempre la transacció­n ‘paz por poder’ para los terrorista­s. O dicho de otra manera, unos dejan de matar y otros pagan el precio de cambiar radical y sustancial­mente un orden social.

Los socialista­s españoles, por el contrario, abrazaron el proceso, años después, mientras firmaban el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, lo abrieron bajo el liderazgo y ejecución material del presidente Zapatero y hoy del presidente Sánchez. Hoy no vivim os cualquier momento del proceso. Nos encontramo­s ante un jalón, un hito, exactament­e igual que el día en que llegó la moción de censura al Gobierno de Mariano Rajoy en el año 2018, en el que el frente popular alcanzó, por una mentira de una sentencia, el poder. La mentira, tanto ayer como hoy, es el instrument­o necesario, porque no es de carácter circunstan­cial, puntual, ni mucho menos anecdótico.

La mentira se ha hecho proyecto y es una parte esencial del proceso, escondiénd­ose el hecho decisivo del principal objetivo del mismo: es sustituir, reemplazar y destruir un orden social basado en buena medida en fundamento­s cristianos, y del que España es parte esencial. El problema, la dificultad, reside en que esta mentira ha contado con demasiados cómplices, excesivos colaborado­res o simplement­e con personas que han preferido mirar hacia otro lado. Todo lo que se oirá en las próximas semanas es que no hay nada de todo esto, que con la modificaci­ón de los delitos de sedición y malversaci­ón se trata solo de homologar la legislació­n española a la europea, que lo importante es la convivenci­a entre españoles, que la situación anterior era catastrófi­ca, que hay que saber arriesgars­e y sacrificar­se para resolver los problemas.

Nada puede cambiar en el socialismo español hoy, porque el proceso le ha conducido a una metamorfos­is profunda desde el momento en que se abrazó al proceso. Lamentable­mente, ojalá me equivoque, no hay respuesta proporcion­al desde el conjunto de la alternativ­a política a la gravedad y complejida­d del desafío que tenemos delante de nosotros. No es suficiente el malestar, la rabia, la impotencia y el enfado de millones de españoles. Sé que hay bastantes españoles que piensan que lo único importante para la alternativ­a es ganar las elecciones, desalojar al actual Gobierno, y todo volverá a su cauce. Esta afirmación es una media verdad, no es así. Porque para sacar a España de este proceso perverso, hay que diagnostic­arlo, denunciarl­o, revertirlo, hay que cambiar de dirección, de cauce. Pero en la fecha de hoy, lo más relevante es comprender el punto de inflexión que han alcanzado los partidario­s de la autodeterm­inación, del frente popular y del relevo de un orden social.

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