ABC (Andalucía)

LAS DOS CARAS DEL PÓKER

El juego puede ser un deporte y un trabajo, una diversión y un vicio. Los profesiona­les conocen esas facetas, pero lamentan que por la ludopatía acaben todos en el mismo saco

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Para unos es casi como una carrera técnica. Otros parecen corredores de bolsa que arriesgan su propio dinero. Los menos se sienten como grandes maestros de ajedrez, practicant­es de un deporte mental. Abundan también los aficionado­s, imprescind­ibles para el ecosistema, y no faltan las víctimas de la ludopatía, puerta de entrada y rara vez de salida a los clubes ilegales y las timbas clandestin­as. La imagen más peliculera es en general cosa del pasado, pero en algunos entornos el cine clásico no ha prescrito del todo.

Así son los jugadores de póker, una comunidad mayoritari­amente masculina, por lo general joven, que cuando tiene éxito se ve empujada a emigrar a otros países, no necesariam­ente lo que entendemos como paraísos fiscales. Los practicant­es del naipe no tienen en común ni a Hacienda, como el resto de los mortales, aunque comparten tapetes, reales y virtuales. El cuadro completo es complejo.

Juguetes rotos

Solo los lectores más veteranos la recordarán. Marisa Medina fue una presentado­ra de televisión excepciona­l, con una memoria prodigiosa, virtud más valiosa que el oro en los años sesenta, cuando en TVE no se usaba todavía el ‘autocue’. Pero dejó de ser joven y empezaron a aparcarla en los pasillos. Encontró una mala vía de escape: se hizo adicta a las drogas y al juego. En su casa se montaban timbas de cuatro o cinco días sin interrupci­ón, regadas con alcohol y fertilizad­as con cocaína.

Allí nunca faltaba algún famoso, en una casa que parecía siempre en jornada de puertas abiertas.

El suyo era uno de los rostros más populares de España, pero en un momento dado no la dejaban entrar ni en los casinos. Siguió jugando en partidas clandestin­as, donde la veían como una fuente de dinero fácil y abundante y las trampas eran una costumbre. Siempre confiada, se dejó drogar y emborracha­r y perdió casas y coches, un capital de 200 millones de pesetas. Con escasas excepcione­s, sus amigos la abandonaro­n.

Ella misma describió en un libro su hundimient­o y su escapada del infierno, aunque luego se gastó el dinero de los derechos en volver corriendo a sus llamas. El suyo es un caso más de los peores estragos que causa la adicción al juego.

En la España de hoy, la mayor cruzada contra la ludopatía la lidera el ministro de Consumo, Alberto Garzón, quien hace menos de dos semanas presentó la campaña ‘Pero’, para «conciencia­r a toda la sociedad, especialme­nte a los jóvenes, sobre los peligros del consumo no responsabl­e de los juegos de azar». El número de nuevos jugadores online menores de 25 años se dispara en España y ha pasado de un 28% en 2016 a un 48% en 2021. Para combatir este crecimient­o incontrola­do, el Gobierno ha lanzado un vídeo musical, pegadizo y probableme­nte ingenuo, y parece a punto de acabar con el «bombardeo de publicidad» que según Garzón ha castigado sobre todo a los barrios de clase trabajador­a.

Algunos señalan que las apuestas del Estado y de la ONCE, incluidos los ‘rasca y gana’ de recompensa inmediata, no tienen las mismas restriccio­nes, disfrutan de la promoción gubernamen­tal e incluso utilizan a menores para lograr más difusión, pero esa es otra guerra. Según el Informe Adicciones comportame­ntales 2021, elaborado por el Ministerio, los juegos de azar más consumidos por los menores de edad en España son las loterías, la primitiva y la bonoloto, seguidas de las ‘loterías instantáne­as’ de la ONCE y las quinielas. Después aparecen las apuestas deportivas, el bingo y solo entonces los juegos de cartas con dinero.

para ellos, que se sienten más cerca del ajedrez y de los eSports que de la ruleta, de que su actividad no se puede equiparar con los juegos de azar.

Precisamen­te un gran maestro, el menorquín Paco Vallejo, tuvo una disputa de varios años con Hacienda, que le reclamaba medio de euros pese a que él solo había perdido dinero en el póker online. El fisco perdió la apuesta, pero ‘consiguió’ que nuestro mejor ajedrecist­a, desengañad­o con su Gobierno, abandonara hundido un Campeonato de Europa porque no podía «aguantar la presión». «En más de una partida jugué con lágrimas en los ojos», confesó a ABC. Poco después dejó de residir en España y de representa­r a la selección.

Otros profesiona­les del naipe confirman esa impresión. «España segurament­e es el peor país de Europa para jugar al póker», asegura Álex Romero, uno de los últimos en sumarse al equipo profesiona­l de Winamax y un defensor de que su juego sea considerad­o un deporte, con la particular­idad de que es «el único en que los profesiona­les se enfrentan a aficionado­s todos los días». El andaluz es uno de los que todavía no han emigrado, pero no descarta hacerlo: «Tenemos un nivel tremendo y el 95% de los profesiona­les buenos se han ido. No les ha quedado más remedio». «No es solo por Hacienda. Bendito problema, porque eso es que has ganado. La tasa es abusiva en comparació­n con otros países, pero si me voy sería por poder jugar en más salas, más torneos y contra todo el mundo».

Lamentos de las estrellas

El madrileño Adrián Mateos, uno de los mejores jugadores del mundo y varias veces triunfador en las series mundiales de Las Vegas, es uno de los muchos que se fueron al Reino Unido a vivir. En una entrevista con ABC aseguraba que «en España es prácticame­nte imposible vivir del póker». Las razones son parecidas a las esgrimidas por Romero, una legislació­n «lamentable».

Leo Margets es otra ‘jornalera del azar’ que comparte con Mateos equipo y victoria en Las Vegas. Es de las que han decidido quedarse. Ella llegó a tener un trabajo ‘normal’ en Londres y sabe que pierde dinero con su decisión, pero le compensa. Su punto de vista es original y apunta a un factor distinto al político. «A los casinos en vivo les interesa que el póker siga siendo consideran­do un juego de azar y no de habilidad, porque así siguen teniendo el monopolio en exclusiva. Si fuera como en Brasil, donde el póker va por libre e incluso se reconoce como deporte mental, se podrían hacer torneos de otras partes. Eso les perjudicar­ía. El póker es lo que mantiene a muchos casinos, porque la gente que juega a las tragaperra­s y a la ruleta está muriendo».

Otros emigrantes del juego prefieren no dar su nombre. En Bratislava, donde se celebra un festival de póker de una semana, coinciden en la misma cena varios profesiona­les que hicieron las maletas. No falta un representa­nte de Andorra, uno de los destinos favoritos por la cercanía. Vivir allí es fácil para cualquier profesiona­l español, pero ahora es mucho más caro. Antes había que depositar una fianza de 15.000 euros, cantidad que ha subido recienteme­nte a 50.000. Para un jugador de cantidades altas o ‘youtubers’ que superen el millón de seguidores sigue siendo un buen negocio.

Lo más sorprenden­te es que Portugal

MUCHOS JUGADORES SE VAN A DESTINOS COMO ANDORRA Y MALTA, PERO TAMBIÉN AL REINO UNIDO Y A PAÍSES DE LA UE COMO PORTUGAL Y ALEMANIA

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