Condenan a 21 años a la enfermera que envenenó a sus compañeros
Trabajaba en la cárcel de Huelva, donde los intoxicó con metadona en la comida
Condena ejemplar para la enfermera que envenenó a sus compañeros. La Audiencia Provincial de Huelva ha condenado a un total de 21 años de cárcel a la funcionaria del Cuerpo de Enfermeros de Instituciones Penitenciarias que trabajaba en la prisión de Huelva y que fue acusada de intoxicar con metadona a siete sanitarios en el año 2018. Asimismo, ha sido condenada al pago de una indemnización a cada una de las víctimas y la prohibición de acercarse a ellas.
Según la sentencia se considera a esta persona «autora criminalmente responsable» de cuatro delitos de lesiones, por los que se le condena a dos años y tres meses de prisión, por cada uno de ellos, además de otros seis delitos por lesiones al resto de las víctimas, por los que pagará dos años de prisión por cada uno.
El juzgado onubense ha señalado en la sentencia que el máximo cumplimiento de las penas no puede exceder de seis años y nueve meses «declarando extinguidas las que procedan desde que las ya impuestas cubran dicho máximo».
Asimismo, la Audiencia Provincial ha fallado la inhabilitación del derecho de sufragio pasivo y para el ejercicio de profesión de enfermera durante el tiempo de duración de la condena, toda vez que no podrá acercarse a las víctimas a menos de 300 metros por tiempo de once años y nueve meses a sus domicilios, lugares de trabajo ni ningún otro lugar que frecuenten, al tiempo que tampoco podrá comunicarse con ellos.
Por otro lado, el juzgado onubense ha condenado a la acusada a indemnizar a J.D.C.M. con 11.190 euros, a M.E.G. con 8.470 euros, a V.M.G., con 8.420 euros, a E.M.M. con 7.720 euros, a M.L.R.F. con 8.560 euros, a M.J.R.G. con 8.560 euros y a J.A.V.C. con 8.920 euros; en todos los casos.
El escrito de Fiscalía señala que los hechos por los que fue juzgada sucedieron entre julio y noviembre de 2018, cuando la acusada «con claro ánimo lesivo, aprovechando el acceso como enfermera a un armario con llave en la farmacia dentro de la enfermería» del centro penitenciario, al que tenía acceso, «procedió a hacerse con unas cantidades indeterminadas» de metadona «para introducirla en los alimentos que para consumo propio guardaban sus compañeros en la sala de descanso localizada en dichas dependencias».
La Fiscalía argumentaba en su escrito que los hechos sucedieron entre julio y noviembre de 2018, cuando la acusada «con claro ánimo lesivo, aprovechando el acceso como enfermera a un armario con llave en la farmacia dentro de la enfermería» del centro penitenciario, al que tenía acceso, «procedió a hacerse con unas cantidades indeterminadas» de metadona «para introducirla en los alimentos que para consumo propio guardaban sus compañeros en la sala de descanso localizada en dichas dependencias».
La metadona, como explicó la Fiscalía, era mezclada junto con Nordiazepam y, ocasionalmente, Pregabalina, así como indica que la ingesta de metadona por quien no está habituado mezclada con fármacos potenciadores «es susceptible de suponer un grave riesgo para la salud». Los compañeros de esta enfermera sufrieron intoxicación aguda, por lo que tuvieron que ser médicamente tratados por diversos perjuicios para cada uno de ellos.
El gazpacho delator
Entre acusaciones de desavenencias y ambiciones profesionales insatisfechas, uno de los testimonios clave en el juicio fue el del supervisor de Enfermería. Fue el extraño sabor del gazpacho lo que lo puse en alerta. La primera intoxicación la sufrió el 22 de julio, cuando padeció un cuadro de vómitos y mareos tras ingerir un gazpacho que había traído de su casa y que guardó en la nevera comunitaria del personal sanitario, el cual le supo «amargo». El supervisor apuntó que dos meses después, el 23 de septiembre, volvió a sentir los mismos síntomas y acudió al hospital y que, tras ello hubo «dos días en los que perdió la noción del tiempo».
De la misma manera, señaló que los síntomas de todos los afectados eran «los mismos» y que «coincidían» cuando la acusada «estaba de guardia» y cuando «había tenido discusiones laborales» con él, por lo que empezaron a sospechar. Explicó que comenzaron a hacerse pruebas de drogas para descartar una intoxicación alimentaria y que «dieron positivo por metadona».
El sabor amargo del gazpacho del supervisor puso en alerta a los afectados, que sufrieron síntomas extraños
La condenada queda inhabilitada para el ejercicio profesional y tampoco podrá acercarse a las víctimas