ABC (Andalucía)

Balor, boluntad y buevos

Con una mano, Sánchez apadrina al podemismo con cartera, y con la otra navajea sus leyes sin parecer culpable

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ALGO subyace bajo la crisis entre el PSOE y Podemos que supera el cansino teatro de las pullitas recíprocas en los consejos de ministros, los odios entre estrellas gubernamen­tales, el subidón de egos sin final y los abracitos de coalición. La cercanía de las elecciones de mayo, que serán más un plebiscito sobre toda la izquierda que sobre el sanchismo ‘histórico’, obliga a disparar a matar. Pedro Sánchez ha conseguido que Podemos esté muerto dentro del Gobierno y moribundo fuera de él, y solo Pablo Iglesias, tarde y mal, parece haberlo advertido. Iglesias está en el trance de optar entre romper y reinventar­se a la desesperad­a o que Podemos degenere en la vieja IU de escaños irrelevant­es, sin capacidad de ser bisagra autonómica y sin alcaldías. El órdago del sanchismo sobre Podemos, incluso su ridiculiza­ción disfrazada de apoyo falso y cariños cínicos, es constante. Y su mayor mérito es que no lo parezca, que quede indemne entre la izquierda votante porque en verdad se ha apropiado de Podemos, le ha hurtado el espacio ideológico y lo ha reducido a una banda de inútiles que excarcelan a agresores sexuales. Con una mano, Sánchez apadrina al podemismo con cartera y con la otra navajea sus leyes sin parecer culpable. Solo simula ser el aglutinado­r de la lógica, el árbitro, y ahí su poliedro resiste.

Si la ley del ‘solo sí es sí’ es una chapuza, ya lo resolverá el Supremo a sabiendas de que es mentira. Sánchez gana tiempo. Publica un mensaje de lacrimoso respaldo a Irene Montero mientras mantiene activa su ley para que no pase a la historia como una penélope de la igualdad, sino como una benefactor­a de violadores. Y desguaza en dos días las leyes de Ione Belarra. Y la ‘ley trans’. Y la de trata. Y la de familias. Y el chuletón de Garzón. Sánchez se adueña de la izquierda antisistem­a mientras degrada a ministrita­s sin recorrido que se dejan engañar por el embuste y viven en su blindaje rociándose gasolina. Y Sánchez sonríe, les deja manipular juguetes rotos y adefesios sin base jurídica porque dañan a Podemos. Hay células durmientes del PSOE que exigen sacrificar a Podemos, romper la coalición, pero Sánchez juguetea acariciand­o a misifú en su regazo mientras maquina.

No hay valentía para romper. Iglesias ya no es un estratega instintivo. Le carcome el odio visceral que Podemos consume contra sí mismo, su rencor retrospect­ivo, la soberbia traidora de Yolanda y un PSOE al que detesta. En cambio, Sánchez ejerce como el jugador de ventaja que gana en la torpe descomposi­ción del socio-adversario. Por el centro no suma y por la izquierda engulle al podemita desconsola­do. El dilema queda así para Iglesias porque Sánchez ha creado un metaverso con equilibrio­s imposibles, la milonga de la izquierda unitaria y un destrozo legislativ­o. Y le funciona. Podemos ni ha intuido la trampa. En el psicoanáli­sis, como en las ansias por ser historia, Sánchez apaliza a Iglesias y le reta a lo lejos. Cosas de machos alfa en celo electoral. Muerto dentro, moribundo fuera. Tú eliges, Pablo. Y Pablo traga, hasta que se le ocurra otro golpe de efecto canalla, un arranque de genio baldío, un ay de superviven­cia... y sacrifique a sus irenes aplicando esa regla de las tres ‘b’ del torero que triunfa. Balor, boluntad y buevos. A ver si así.

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