Felicidades a las editoriales jurídicas
Resulta habitual en la comunidad universitaria que los estudiantes cedan a sus compañeros de cursos inferiores tanto manuales como apuntes. El problema estriba en que hace unos días se me acercó un alumno de segundo de Derecho para pedirme concretamente mi trabajado Código Penal.
Sin proceder a emitir juicio personal alguno, le advertí con cierta pena de que posiblemente no le serviría. Así, opté por recordarle a título informativo algunas de las numerosas modificaciones de tipos penales (propuestas, en trámite o efectivas) en materia de: inducción y cooperación al suicidio (eutanasia), delitos sexuales (‘solo sí es sí’), protección del menor, actuación de piquetes, hurto, blanqueo de capitales, malversación y delito de sedición entre otros.
Al respecto, quería transmitir mi alegría por las editoriales jurídicas, que a este ritmo van a aumentar considerablemente sus ventas, y mi apoyo a todo el que se encuentre estudiando las mencionadas novedades. mi cuñado. Es un cuñado inventado, pero sirva para el caso, porque de cuñados está lleno el mundo. El caso es que he discutido con una de esas personas que no solo lo saben todo, sino que, además, lo saben antes que nadie. Una maravilla, señoras y señores. Dice mi cuñado que «jo, qué suerte tienen los discapacitados de tener plazas de aparcamiento». Que tal y como está la ciudad, que «quién pudiera dejar el coche en un ‘sitiazo’». Yo, la verdad, a la primera frase ya estaba eligiendo armas para la lucha. De las dialécticas, se entiende. Pero como últimamente, por recomendación médica, estoy muy ‘zen’, he pensado que entre ‘fight or flight’, lo mejor era salir volando de allí. Mi cuñado inventado seguía erre que erre con lo de que «si es que tienen muchas ayudas»; «si algunos están mejor que yo…». Vamos, una revisión pormenorizada del argumentario cuñadil. Pero