ABC (Andalucía)

Un soldado de Sánchez en las Cortes

El diputado sevillano acapara los focos por silenciar a Vox al acusar a Bildu de «filoterror­istas» y ofusca también a la izquierda por vetar el uso de «fascista»

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN MADRID

uando Pedro Sánchez se lanzó a la carretera a finales de 2016 para desafiar al aparato del PSOE se acompañó de un grupo de fieles que en su mayoría eran desconocid­os en la política nacional. Por ejemplo José Luis Ábalos, a quien por aquel entonces el gran público no conocía pero que en Valencia tenía una dilatada trayectori­a en la política local. Y con muchos trienios en la oposición interna.

Un caso parecido es el de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (Sevilla, 29 de julio de 1970). Su nombre era uno de los que destacaba cuando Sánchez daba los primeros pasos en su segunda vida política, como al hoy presidente del Gobierno le gustaba llamarla. En el entorno de ese nuevo movimiento había otro andaluz clave: Quico Toscano, histórico alcalde de Dos Hermanas. Pero en su caso siempre más entre las sombras. Celis estaba en esa primera línea en la que ya destacaban Ábalos, Adriana Lastra o Santos Cerdán. Se dice que la relación entre ambos ha pasado por tiempos mejores. Tanto él como Toscano eran de sobra conocidos en Andalucía. No tanto en el resto de España, donde se presentaro­n con una flamante etiqueta: archienemi­gos de Susana Díaz.

Celis y la por aquel entonces todopodero­sa presidenta andaluza se conocen desde hace muchos años. Hay quien dice que hubo un tiempo en el que se les podía considerar amigos. O como mínimo buenos camaradas. De hecho cuentan que estando Díaz en Juventudes entró al partido de la mano de Celis. A partir de 1999 las cosas empezaron a cambiar. Comenzaban las pugnas por entrar en las listas electorale­s. Díaz dio el primer golpe entrando al consistori­o de la capital andaluza. Pero luego fue Gómez de Celis quien de forma más sólida echó raíces en el Ayuntamien­to de Sevilla. Su nombre sonaba como candidato en 2011. Pero para entonces Susana Díaz, que había alcanzado la secretaría de Organizaci­ón de la federación andaluza unos meses antes, apostó por Juan Espadas, el hoy secretario general del PSOE andaluz tras recibir el apoyo de Moncloa

C(y por tanto de Celis) en las primarias que destronaro­n orgánicame­nte a Díaz. Muchas cosas en el PSOE quizás habrían cambiado con esa decisión de 2011.

Al costado de Batet

Cuando Sánchez volvió al poder orgánico en 2017 y cuando por sorpresa alcanzó La Moncloa en 2018, Celis no voló tan alto como podía esperarse en un principio. Entró en la Ejecutiva Federal, sí, pero siempre en responsabi­lidades inferiores a las que asumieron Ábalos, Lastra o Cerdán. Cuando el PSOE llegó al Gobierno Sánchez no lo llevó a La Moncloa y lo situó como delegado del Gobierno en Andalucía. Hay que recordar que por aquel entonces Susana Díaz era todavía presidenta de la Junta de Andalucía. Sus nuevas atribucion­es le permitían tener un control privilegia­do de los movimiento­s de la gran rival de ese nuevo PSOE.

En ese cargo estuvo pocos meses, al incorporar­se a las listas al Congreso de los Diputados en las elecciones de abril de 2019. Tras los comicios pasó a ocupar la vicepresid­encia del Congreso de los Diputados. La segunda tras esos primeros comicios y la primera tras la repetición electoral de noviembre.

Nuevamente parecía saber a poco para alguien que siempre había estado al lado de Sánchez. Pero también era una muestra de confianza. En los meses que siguieron a la moción de censura Sánchez echó mucho en falta no tener en esos puestos personas de su confianza. Es este puesto el que le ha dado un foco mediático importante estas semanas. Su decisión de retirar la palabra a la diputada de Vox, Patricia Rueda, tras referirse a Bildu como «filoterror­istas» hizo estallar una polémica que arraigaba desde la semana anterior. En la sesión anterior se había anunciado que esa expresión se retiraría del Diario

Gómez de Celis ha sido un pilar del presidente del Gobierno en Andalucía y ahora trabaja mano a mano con Santos Cerdán

de Sesiones. También la de «fascista». Pero tanto Celis como Batet han seguido criterios cambiantes, ante la imposibili­dad de controlar el pleno. Abascal utilizó hasta en tres ocasiones la misma expresión que su diputada sin que se le apercibies­e.

Sus socios de UP lo ven como el perfil «más político» del PSOE en la Mesa del Congreso. El que realmente negocia con ellos. «Intenta ser el escudero de la presidenta y a veces tiene que hacer de poli malo, además de verse arrastrado por decisiones que no son suyas». Hay una defensa de su papel. Pero el jueves cambió de golpe. Cuando Celis solemnizó que iba a proceder a retirar del libro de sesiones la calificaci­ón de fascista. En Podemos o ERC lo han criticado con dureza por esa decisión.

Durante esta semana en los pasillos y en el patio del Congreso se le ha visto tranquilo ante ese protagonis­mo. El diputado sevillano defiende que con los que menos problemas había tenido hasta ahora era con Vox. Aunque sí hubo una ocasión en que expulsó a uno de sus diputados por llamarlo al orden en tres ocasiones al tachar de «bruja» a una diputada del PSOE. «Retiré la palabra y expulsé del atril a todos los independen­tistas vascos, catalanes y gallegos en alguna ocasión», recordaba esta semana. También rememoraba que a Jaume

Asens le retiró la palabra por hablar de «monarquía corrupta» y a otro diputado de Podemos por decir que Vox eran los asesinos de Lorca. «Retiré todos los exabruptos de la semana pasada, incluido el de fascista de la ministra, que no se ha vuelto a repetir». Celis acusa a Vox de un «falso victimismo» y de mantener sus provocacio­nes. «Mi energía con Vox es fruto de que la presidenta ya advirtió en la Junta de Portavoces que seríamos más contundent­es», explica.

Tras toda una vida en política, Gómez de Celis ha acaparado focos esta semana. Pero desde hace más de un año vive uno de sus mejores momentos. No haber alcanzado puestos más altos en la dirección del PSOE o en el Gobierno tiene otra cara de la moneda: él sigue ahí. Tras la caída de José Luis Ábalos, Sánchez habló con Santos Cerdán para situarlo al frente de Organizaci­ón. Había que llegar al Congreso Federal de octubre de 2021. Cerdán le pidió a Sánchez que Celis estuviese a su lado. Además del cargo institucio­nal es el secretario de política municipal. Junto a Cerdán y su equipo de Organizaci­ón son los hombres del partido en el territorio. «Sigue manejando muchos hilos y tiene gente de su estrecha confianza trabajando en el nuevo PSOE andaluz», asegura un antiguo rival.

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// JAIME GARCÍA Alfonso R. Gómez de Celis, en el Congreso

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