ABC (Andalucía)

Una grabadora oculta en un osito lleva a juicio a dos docentes por vejar a niños con síndrome de Down

∑Las profesoras se enfrentan a cuatro años de prisión por «humillar» a los menores: «Sois unos mierdas» ∑Las acusadas pelean por invalidar los audios al entender que se obtuvieron de manera «ilegal» y «subreptici­a»

- ADRIANA CABEZAS MADRID

«Sois unos mierdas», «gilipollas», «atontados», «bobos», «alelaos». Quienes profieren estos insultos son dos profesoras de un colegio de educación especial al frente de un aula de niños de entre ocho y diez años. Los destinatar­ios, siete menores con síndrome de Down que, durante meses, habrían sido víctimas de humillacio­nes y vejaciones por parte de sus educadoras: «Qué asco me das»; «Te voy a quitar la sordera de un guantazo»; «Qué ganas tengo de darte una hostia»; «Me dan ganas de matarte». Y estos son solo algunos de los mensajes captados por una grabadora de audio que unos padres escondiero­n en el interior de un oso de peluche. Hicieron que su hija lo llevara a clase cada día, colgado de la cremallera de la mochila, después de detectar un cambio en su comportami­ento: «Al cole no, al cole no», repetía.

«Hay indicios racionales de criminalid­ad ( …) de la comisión de un delito contra la integridad moral de siete niños, sus alumnos», asevera el juez en un auto. «Así se desprende del contenido de las grabacione­s que fueron aportadas a la Policía». Entre ellas se encuentra el siguiente mensaje, que también dirige una de las maestras a un menor con discapacid­ad: «No se puede ser tan inútil. Lo que hace es el gilipollas. ¿A que sí? ¿Te haces el tonto del culo? Pues más tonta del culo voy a ser yo contigo. ¡Te voy a amargar la vida!».

Por estos hechos ambas profesoras –la titular, B. C., y la auxiliar, M. R.– tendrán que sentarse en el banquillo de los acusados. Aún no se ha fijado fecha para el juicio, pero previsible­mente se celebrará a lo largo de 2023. La Fiscalía solicita para cada una de las educadoras dos años de cárcel, mientras que las familias que ejercen la acusación particular elevan la petición a entre tres y cuatro años de prisión. Reclaman asimismo una indemnizac­ión de entre 20.000 y 30.000 euros por el daño psicológic­o, además del empeoramie­nto cognitivo que habrían sufrido los niños. «Al menos desde el comienzo de 2019 ambas acusadas infligiero­n un trato humillante y vejatorio a los menores por razón de su discapacid­ad y con ánimo de lesionar su dignidad y atentando contra su integridad moral», denuncian en sus escritos.

Además, señalan como responsabl­e civil subsidiari­o al centro educativo, de la Fundación Gil Gayarre, un colegio madrileño para niños con discapacid­ad, que en caso de condena deberá hacer frente también a una compensaci­ón económica. Así consta en el sumario del caso, al que ha tenido acceso ABC y que recoge, entre otros documentos, las declaracio­nes prestadas por los progenitor­es ante las autoridade­s cuando estalló el caso en 2019, así como la transcripc­ión de las grabacione­s realizadas.

Ansiedad y vómitos

Los episodios de ansiedad, los vómitos recurrente­s y las negativas constantes para ir al colegio alertaron a unos padres de que algo iba mal. Según su versión, desde el colegio aseguraban que no pasaba nada, por lo que decidieron actuar. Las pesadillas también se habían vuelto frecuentes, su hija volvía a hacerse pis en la cama, a veces lloraba sin motivo aparente y tenía una actitud irascible. Los informes

psicológic­os aportados a la causa lo avalan. La menor sufrió un «notable empeoramie­nto» de sus habilidade­s a partir del mes de octubre de 2018, coincidien­do con el inicio del curso escolar en el que las acusadas, B. C. y M. R., eran sus profesoras, que se referían a ella, entre otros descalific­ativos, como «niñita de los cojones». Las secuelas perduran y, a raíz de la experienci­a vivida, «sigue presentado situacione­s de baja autoestima y problemas emocionale­s». Y no es la única.

Otro informe achaca la falta de control de esfínteres de un menor como consecuenc­ia del trato recibido en el aula. De él las profesoras decían en voz alta: «Este niño es como un mueble» o «dan ganas de darle con la mano abierta». A lo que la otra docente, también procesada, habría contestado: «Yo le daba uno [guantazo] de ida y otro de vuelta». Pero la lista de expresione­s «inapropiad­as» va más allá: «No tienes ni idea de comer»; «Que no me mires con esa cara»; «Dame la agenda, boboncio»; «¿Que te machaque te gusta? Pues te machaco un poco».

Las acusadas, además, se referían a los niños de esta manera: «Déjala que está muy gorda»; «Le he sacado a empujones al patio y le he hecho dar siete vueltas corriendo»; «Este no vale para nada». Todos estos comentario­s, en ocasiones dirigidos «a gritos» –según apunta el funcionari­o que transcribi­ó los audios–, fueron captados por la grabadora que los padres ocultaron en el oso de peluche de su hija. El informe de la Sección de Acústica Forense de la Comisaría General de la Policía Científica que analizó los audios concluyó que no fueron manipulado­s: «No se observan indicios asociados a alteracion­es, ediciones o borrados posteriore­s a los procesos de grabación».

No obstante, las dos profesoras, que se enfrentan a una posible condena de hasta cuatro años de cárcel, pelean ahora por invalidar los audios. Entienden que esas grabacione­s se obtuvieron de manera «ilegal» y «subreptici­a». Acusan a los padres que ocultaron el micrófono de cometer un delito de revelación de secretos. «Realizaron una extracción interesada, sesgada, parcial y descontext­ualizada de unos minutos de fechas de grabación no determinad­as», añaden.

La versión del colegio

Este diario se ha puesto en contacto con el centro educativo, la Fundación Gil Gayarre. Recuerdan que fue el colegio quien denunció e inició este proceso, ante la Policía Nacional en marzo de 2019, al hallar de manera fortuita la grabadora en el aula. Aseguran que desde el inicio la Fundación apartó a las profesiona­les implicadas y que las familias no utilizaron los cauces establecid­os para poner las grabacione­s en conocimien­to de la Fundación ni denunciaro­n los hechos ante la Policía.

Los padres vienen declarando que si no lo hicieron fue porque desconocía­n si las mismas eran legales.

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 ?? // ABC ?? A la izquierda, el peluche y la grabadora que usaron los padres. A la derecha, un oso similar al de esta causa judicial
// ABC A la izquierda, el peluche y la grabadora que usaron los padres. A la derecha, un oso similar al de esta causa judicial

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