La búsqueda de Ibrahima, en un oscuro túnel
La Guardia Civil continúa buscando sin éxito al jornalero de Jaén desaparecido, las últimas dos semanas en un vertedero y un viejo túnel que se han cribado por completo
ACE ce ya dos semanas que la Guardia Civil se volvió a desplegar en Villacarrillo para buscar a Ibrahima Diouf, el jornalero desaparecido el pasado 5 de enero de 2021. Bajo la supervisión del Juzgado de Instrucción 1 de esta localidad, el grupo encargado de la investigación en la Unidad Central Operativa (UCO) ha estado trabajando en un paraje convertido en vertedero con el paso de los años. Los agentes han tenido que pedir el apoyo de maquinaria pesada con retroexcavadoras para mover todos los residuos y acceder a unos antiguos túneles ferroviarios. Viejos olivos cortados, restos de poda, basura… Los agentes han estado limpiando el lugar para poder entrar en las galerías del tren entre Baeza y Utiel.
Es una zona de unos 400 metros de túneles, hundidos en algunos puntos y en una zona de difícil acceso, sobre todo en los días de lluvia. El objetivo era acceder a una serie de socavones que había en la zona, pero no se podía hacer en condiciones de seguridad hasta finales de esta semana. Primero había que revisar y abrir paso por el vertedero acumulado por el paso de los años. «Hay agujeros en esta parte que pueden tener cinco metros para abajo. Se ve el techo de los túneles que hay debajo», remarcan fuentes del caso a ABC.
HSin pistas
Y mientras se iban quitando residuos o sacando tierra, todo se iba cribando, clasificando y estudiando. En la zona no sólo ha habido maquinaria, sino que han estado los equipos de criminalística y también los guías caninos con perros especializados en búsquedas de personas. «Se ha revisado cada milímetro», afirman las fuentes, que dicen que se está buscando un rastro que permita avanzar en el caso. «Cuando desapareció no lo hizo sólo la persona, sino que también todas sus pertenencias. No se sabe nada ni de la maleta ni de que llevara», señalan fuentes de la investigación, que explican que durante las jornadas de trabajo se clasificaba cada prenda de ropa o cada resto de tela que salía de las excavaciones.
«Se buscaba ropa o restos óseos que pudieran pertenecer a uno de los desaparecidos», aseguran las fuentes, que meten en esta nueva investigación también a Tidiany Coulibaly, otro jornalero africano que desapareció bajo el mando del mismo patrón en 2013. Los dos casos tienen paralelismos. Ambos trabajadores discutieron el empresario agrícola antes de desaparecer. Las dos denuncias, con ocho años de diferencia, explican que la última persona que los vio con vida fue el patrón. El hermano de Ibrahima lo narró a ABC, diciendo que no creía que su hermano estuviera con vida después de tanto tiempo sin dar noticias a su familia.
Sin embargo, por la primera desaparición el patrón ya fue absuelto. En aquella ocasión fue detenido y procesado por la Audiencia de Jaén. No se pudo probar ninguna vinculación con la desaparición de Coulibaly. Ahora está investigado por este segundo caso, pero en ningún momento ha sido detenido. Sí es el principal sospechoso.
Antes de esta búsqueda en los viejos
En la búsqueda se rastrea por si aparecieran también algún rastro del otro trabajador que desapareció en 2013
túneles y galerías del tren, todas las diligencias aprobadas por el Juzgado, en base a indicios presentados por la Guardia Civil, se centraron en propiedades o entornos del patrón de los jornaleros. La Guardia Civil ya revisó el lugar donde tenía alojados a sus trabajadores. Los buzos, montañeros, perros y hasta el georradar rastreo una parcela con un pozo anexa a unas casas. Ahí se comprobó que el desaparecido había vivido allí, pero todo estaba contaminado porque había okupas y las muestras no eran concluyentes.
Después de esos primeros registros, que levantaron revuelo en el pueblo, se revisó también una finca de olivos en Villanueva del Arzobispo, para luego dirigir las pesquisas hacia unas piscinas naturales en Mogón. No hubo resultado, pero se siguió buscando. Los agentes revisaron la finca de La Moratilla de este patrón, que quedó precintada. Este es el lugar donde apareció, hace ocho años, uno de los pocos rastros del primer trabajador desaparecido. Fueron unas orejeras que resultaron insuficientes para saber el paradero del cuerpo.