La CHG deja al arroz sin riego y hace peligrar su supervivencia
Permite el desembalse de 385 hectómetros cúbicos, un 36% menos que la pasada campaña
Sevilla, el mayor productor de arroz de España —que representa el 40% de la superficie del cereal nacional—, se ahoga por falta de agua. «No está asegurada la siembra porque requiere un manejo de los desembalses que no nos podemos comprometer a respetar». El presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), Joaquín Páez, lo ha dicho sin anestesia, primero, a los agricultores afectados por las limitaciones del riego y, posteriormente, a los periodistas convocados para informar sobre los acuerdos adoptados en el pleno de la Comisión de Desembalse de la Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir celebrada ayer.
Mientras los días se alarguen sin lluvia y los campos sigan tostándose bajo un sol de verano adelantado, este verano no habrá arrozales en Isla Mayor, cultivo del que depende económicamente casi toda la población de la localidad sevillana y gran parte de los municipios que la rodean, incluida la avifauna del Parque Nacional de Doñana, para la que el arroz representa una potente fuente de alimentos. «Hoy les hemos comentado a los representantes de los arroceros, que con lo que le vamos a dar de dotación, que van a ser 1.283 hm3 por hectárea, ahora mismo, y debido a la complicación técnica para ajustar los desembalses, no tener pérdidas y ser lo más eficientes posibles, va a ser muy complejo que aparezca el cultivo del arroz», expuso. Páez dejó una puerta abierta a un cambio de escenario que, a día de hoy, parece una quimera: «Si de aquí al 15 de mayo hay nuevas condiciones veríamos esa posibilidad».
En Andalucía no cae una gota del cielo desde el 5 de marzo pasado —y fueron cuatro gotas— y en lo que va de abril no ha llovido nada. «Los datos son malísimos». No se anduvo con rodeos el presidente de la CHG como preludio a las peores noticias. La extrema sequía ha obligado a adelantar la campaña de riego. Pero habrá menos agua que nunca para repartir «en el segundo por año de sequía desde 1995». Se van a desembalsar 385 hectómetros cúbicos (hm3) para el riego de los cultivos del sistema de regulación general, lo que representa un 35,8% que lo aprobado en 2022, y un máximo de 700 metros cúbicos (m3), con un descenso del 88% con respecto a la dotación máxima recogida en las concesiones en un año hidrológico normal, que es de 6.000 metros cúbicos por hectárea. El pasado año la falta de precipitaciones ya disminuyó el agua disponible para los cultivos.
«Tenemos un 80% de la cuenca en situación de emergencia. La situación es delicada, compleja y difícil de gestionar», se ha justificado Joaquín Páez. «Administrar la miseria es muy complejo», por lo que ha habido que repartir esa miseria «de la mejor manera posible». Los cultivos más afectados por la sequía crónica son los herbáceos (cereales, leguminosas, patata, algodón, remolacha, forrajeras y hortalizas) pero también los arbóreos como el olivar, el aguacate o el mango. Para estos últimos, la CHG contempla riegos extraordinarios.
Cultivos afectados
Sin aporte hídrico, no hay nada que hacer. Plantar en estas condiciones es un sinsentido, se resignan los agricultores. «Muchísima gente o va a sembrar al no haber agua», entre ellos los arroceros, señala Eduardo López, secretario general de la organización agraria COAG, a la salida de la reunión. «El algodón no se siembra y el arroz, tampoco», coincide el vicepresidente de la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (CREA), Eduardo Díaz. Los productores serán los más perjudicados, pero no los únicos. La escasez de arroz provocará que el coste se traslade inevitablemente a los consumidores. Si no llueve en los próximos meses, otros cultivos también va a tener complicado mantenerse a flote. La campaña de regadío oficialmente va a acabar, «si la situación no cambia de manera ostensible», va a acabar el 30 de septiembre, indicó Joaquín Páez. En años anteriores, durante el mes de octubre, había «una reserva para garantizar los últimos cultivos y los cultivos de arboleda, pero ahora mismo no estamos en condiciones de poder comprometernos a ese desembalse», precisó.
Situación dramática
La situación es dramática. Para salvar los cultivos de arboleda, la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía Feragua ha puesto sobre la mesa la posibilidad de disponer de «pozos de emergencia» o la agilización de otras herramientas de cesión de derechos del agua.
Desde Feragua han pedido un plan de medidas de apoyo que contribuya a reducir el fuerte impacto de la sequía en los regantes y agricultores andaluces y la situación hidrológica en la comunidad, que es «de especial gravedad» en la cuenca del Guadalquivir. Reclaman medidas paliativas y compensatorias de tipo económico y fiscal, como la condición de cánones y tarifas de riego para 2023, las exenciones de IBI y otras medidas de orden fiscal, algunas ya previstas por la CHG, pero también otras medidas de tipo laboral que faciliten los posibles ERTE por parte de las comunidades de regantes ante la falta de actividad en esta campaña de riego.