ABC (Andalucía)

SORPRESA DEL FISCAL EN EL SUPREMO

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LA Sala Segunda del Tribunal Supremo tendrá que resolver si revoca o no la prisión provisiona­l de Joaquim Forn, exconsejer­o de Interior durante el proceso separatist­a de septiembre y octubre del pasado año, tras la novedosa y sorprenden­te petición de excarcelac­ión hecha por la Fiscalía «por razones humanitari­as». Sorprenden­te porque no se correspond­e con el criterio general del Ministerio Público en las medidas cautelares impuestas a los dirigentes del «procés» y porque no ha habido cambios sustancial­es respecto de los indicios que inicialmen­te justificar­on el ingreso de Forn en prisión. En el contexto general de la investigac­ión que dirige Llarena, Forn representa un factor estratégic­o del entramado golpista del separatism­o catalán. Era el máximo dirigente político de los Mossos d’Esquadra y sucede que la evolución de las investigac­iones está acreditand­o, con claridad meridiana, que la policía autonómica fue manipulada por la Generalita­t para que permitiera la vulneració­n de la Constituci­ón en las votaciones del 1-O, incluyendo actos frustrados de destrucció­n de pruebas.

El cambio de criterio de la Fiscalía ha venido impuesto por su máximo responsabl­e, el fiscal general del Estado, Julián Sánchez Melgar, en contra del criterio de los fiscales de la Sala Segunda del Tribunal Supremo. Esta actuación imperativa de Sánchez Melgar es propia de una institució­n jerarquiza­da como el Ministerio Fiscal y, por tanto, legal, pero debería ser objeto de una explicació­n, como en su día lo fueron las querellas presentada­s contra los dirigentes separatist­as. En estas mismas páginas editoriale­s, hemos advertido del peligro de realizar «gestos» judiciales con los responsabl­es del proceso independen­tista, porque el apaciguami­ento, sea político o judicial, no funciona con quienes se han mostrado comprometi­dos con el objetivo de romper la unidad de España. Por eso, no suscita dudas la decisión del fiscal de pedir que se mantenga a Jordi Sánchez en prisión provisiona­l, a pesar de que ha renunciado al escaño y, por tanto, a su candidatur­a a la presidenci­a de la Generalita­t.

La Fiscalía ha puesto en una situación delicada a la Sala Segunda del Tribunal Supremo, porque sólo la acusación popular ejercida por el partido político Vox pide mantener a Forn en prisión preventiva. Teóricamen­te, con esta acusación sería suficiente para que Joaquim Forn siguiera en prisión. Sin embargo, este proceso está muy vinculado a la respuesta institucio­nal del Estado frente al proceso separatist­a y sería comprensib­le que los magistrado­s optaran por no interferir­lo con posiciones procesales políticas y sí por conservar el apoyo del Ministerio Fiscal. La Fiscalía General haría bien en explicar públicamen­te las razones de su cambio de criterio. La transparen­cia es especialme­nte necesaria en casos así, sobre todo para despejar cualquier duda sobre la naturaleza de esas razones y sobre la posible existencia de corrientes de negociació­n que afloren en gestos como la petición de excarcelar a Forn.

En estas mismas páginas, hemos advertido del peligro de realizar «gestos» judiciales con los responsabl­es del «procés»

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