LA RESPUESTA A LA CRISIS MIGRATORIA FRACTURA EUROPA
Italia presenta su «receta» en Bruselas: blindar las fronteras, centros de internamiento y repartir entre toda la UE a los sin papeles que llegan por el Mediterráneo
Ha sido la reunión de la división. De la fractura absoluta entre diferentes visiones de cómo afrontar el problema de la inmigración que amenaza con resquebrajar Europa. Los países del núcleo duro de la UE contra los cuatro reticentes del grupo de Visegrado que estaban ausentes. De mal ambiente entre la Comisión Europea, que organizó la reunión informal de ayer, y el presidente del Consejo, Donald Tusk, que no quería lanzar ese mensaje tan claro de distancia entre unos países y otros. De fricciones entre Italia y Francia o Alemania, que tienen en estos momentos escenarios políticos internos completamente diferentes, salvo que en Berlín están viendo en el espejo de Roma y su vociferante ministro del Interior, el fantasma de una mayoría infectada por un partido populista antiinmigración como Alternativa para Alemania (AfD). A la salida todo han sido invocaciones a la templanza, pero la única constatación es que se abre paso la idea de que se va a buscar una fórmula en la que entrarán los países que estén dispuestos a ello, mientras que a los «rebeldes» de Visegrado se les descontarán los gastos en las cuentas del reparto de los fondos estructurales. La versión de fuentes internas de la Comisión del resultado de la reunión de ayer es que en teoría se quiere «un acuerdo a 28», pero ese acuerdo estará basado en «una bandeja de diferentes opciones» en la que cada cual escogerá lo que más le convenga, incluyendo el manejo de las relaciones con los países emisores y de tránsito.
Merkel llegó ayer a Bruselas después de haberse desayunado con las últimas encuestas, que confirman la tendencia al alza de AfD. Un punto más que la semana pasada, un punto menos para el partido democristiano de la canciller, la CDU que ha llevado a su país y a Europa con timón firme durante toda la crisis y ha hecho de Alemania la economía más eficiente y rentable de toda Europa. La inmigración está borrando todo esto y eso es lo que explica que por primera vez se haya organizado una reunión como esta, pensada precisamente para escenificar el divorcio entre los que insisten en que van a cerrar sus puertas a los extranjeros, (africanos y los árabes) en teoría y en la práctica, como Hungría, Polonia, eslovacos y checos, y los que lo quieren hacer en la práctica por temor a la reacción de las opiniones públicas, pero no saben cómo hacerlo sin pisotear los principios básicos de la vieja Unión Europea. La solución pasa, como dijo ayer Emmanuel Macron, por encontrar un equilibrio entre los principios «a los que no se puede renunciar» y un control de los flujos que ahora «desequilibran la cohesión nacional» en muchos países y dan energía a los partidos antisistema.
«Visión de conjunto»
Ideada por Martin Selmayr, el todopoderoso secretario general de la Comisión y brazo derecho de Jean-Claude Juncker, la reunión ha preparado el Consejo Europeo del jueves en el peor sentido de la palabra, porque los jefes de Estado o de Gobierno llegarán ya divididos entre los que estaban ayer en Bruselas y los que prefirieron ausentarse.