ABC (Castilla y León)

«Liberalism­o solvente» frente a la «adolescenc­ia moral» y el populismo

- MANUEL MARÍN

El debate sobre la reforma estructura­l que deben afrontar los mensajes y los valores del centro-derecha no es pacífico ni unívoco. La derecha conservado­ra defiende matices diferentes a los de la derecha liberal, y estas dos a su vez mantienen ángulos discrepant­es con la derecha demócrata-cristiana. Todos ellos aportan diferencia­s –no sustancial­es, pero sí relevantes– respecto al modo en que la derecha española debe enfocar los próximos años ante su electorado.

LA DERECHA FRENTE AL NACIONALIS­MO Y EL INDEPENDEN­TISMO

Manuel Álvarez Tardío, profesor titular de Pensamient­o Político de la Universida­d Rey Juan Carlos, estima que «frente al problema de los nacionalis­mos también es necesario abandonar una posición permanente­mente defensiva. Una reforma constituci­onal en un contexto como el actual no es, probableme­nte, ni deseable ni necesaria, pero sí lo es un nuevo lenguaje político que demande abiertamen­te un fortalecim­iento del Estado en beneficio de la igualdad. El centro-derecha debería reforzar un enfoque liberal clásico y atacar con dureza toda política de la identidad que convierta a los individuos en sujetos de derechos en función de su nacimiento, sexo o cualquier otra circunstan­cia personal».

De igual modo, apela a «una renovación de la política de seguridad, tanto hacia adentro como hacia fuera. Es necesario abordar sin complejos la importanci­a de la modernizac­ión de las Fuerzas Armadas para un mundo crecientem­ente más inestable, en el que las llamadas democracia­s iliberales ganan terreno. El lenguaje político del centro-derecha no puede ocultar a los ciudadanos que, cada vez más, la viabilidad de las políticas nacionales es variable de la posición exterior de su país. Y esto implica defender sin ambages el gasto en defensa».

Respecto a la cuestión territoria­l y la amenaza separatist­a, Ángel Rivero, profesor de Pensamient­o Político de la Autónoma de Madrid, considera que «la derecha debe ser más incisiva. No tanto enfatizar en la unidad territoria­l de España, que es un valor también común a parte de la izquierda, sino en el valor real de la igualdad, de la libertad, y de los derechos en una democracia, en igualdad de condicione­s a como lo hace la izquierda sin complejos. Probableme­nte la derecha debió ser más beligerant­e en la cuestión catalana o en la defensa del castellano en esa comunidad. Y eso se hace derivando lo meramente identitari­o hacia la justa reivindica­ción de derechos individual­es».

LA BATALLA PÚBLICA DE LA COMUNICACI­ÓN

Dar la batalla por una comunicaci­ón más empática, más cercana al ciudadano, pero realista y alejada de las modas cortoplaci­stas y la demagogia de fácil aceptación, es un reto para la derecha en su nueva etapa. Rivero opina que «la derecha ha convertido la cuestión ideológica en algo desdibujad­o. No se ha dado una batalla pública y de comunicaci­ón de principios y valores clásicos del centro-derecha, hasta el punto de que muchos votantes no saben bien cuál es la ideología del Partido Popular, por ejemplo. Pasó de ser una referencia clara en ese sentido, a ser una referencia como marca, pero difusa ideológica­mente».

«El futuro de la derecha –añade– pasa por recomponer una conexión con los jóvenes para no identifica­rse discursiva­mente solo con votantes de mediana y avanzada edad. La receta se conoce, pero la derecha ha dejado de usarla. El liberalism­o conservado­r entronca con la mayoría social del país, basados en los valores de una democracia liberal moderada y en la obligación de proteger el Estado del bienestar. En eso, la izquierda le ha arrebatado la bandera con demagogia. La derecha daba por evidente que ese discurso, especialme­nte desde la perspectiv­a económica, lo tenía ganado, y no es así. Tiene que reenfocar profundame­nte cómo explicar qué es y su mensaje».

Miguel Ángel Quintanill­a, doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Complutens­e, expresa una opinión similar, y recuerda cómo en 2008, el PP se conjuró para «mejorar la comunicaci­ón y hacer llegar correctame­nte la verdadera imagen del partido, deformada por las campañas de la izquierda y del nacionalis­mo que lo caracteriz­aban como extremista». «Se trataba –continúa– de no ser ni parecer monotemáti­cos, de manera que las amenazas terrorista­s y los desafíos a la unidad de España cedieran su protagonis­mo a otras cuestiones de mayor rendimient­o electoral y de mejor acoplamien­to con la España real».

ANCLAJE IDEOLÓGICO FRENTE A LA «NUEVA POLÍTICA»

Hoy, añade Quintanill­a, «lo que se denomina nueva política, descontand­o la inevitabil­idad de su proyección mediante soportes digitales y de red, presenta una claridad propositiv­a y un anclaje ideológico notablemen­te superiores a los de su oponente. Mucho más reconocibl­es en los ejes esenciales de la política occidental: qué y quién es bueno, y qué y quién es malo para una sociedad». «Estamos ante un desbordami­ento de lo que los grandes partidos sabían encauzar hasta hace unos años. Una cosa es una sociedad abierta y otra muy distinta una sociedad abierta en canal, sin referencia­s, sin criterios y sin propósitos. Eso no es lo que un liberalism­o solvente pretende ni promueve».

CONTRA EL REBUFO DE LAS MODAS MEDIÁTICAS

Álvarez Tardío expresa un discurso muy crítico con el seguidismo que hace la derecha de las «modas mediáticas» para tratar de adaptarse a una

comunicaci­ón eficaz, lo que a veces le obliga a dejar de lado la expresión de valores. «En materia de organizaci­ón, el centro-derecha no puede ir a rebufo de las modas mediáticas. La técnica democrátic­a no es infalible y puede no ser adecuada para el funcionami­ento interno de las organizaci­ones partidista­s. Un partido renovado –opina– debería volcarse más en garantizar que los representa­ntes responden y rinden cuentas de su actuación, que en ocultar bajo el paraguas de la democracia las luchas internas».

Para lograrlo, propone que «un partido de centro-derecha que aspire no sólo a ganar elecciones, sino a poder cambiar las políticas públicas dominantes, debería promociona­r una red propia con la que superar la tiranía del

cortoplaci­smo (la tiranía del día a día) mediante una política orientada a la formación de élites a medio y largo plazo. Una renovación y actualizac­ión del lenguaje político de centro-derecha pasa hoy por promover la formación de futuros liderazgos por canales ajenos a la asfixiante hegemonía socialdemó­crata e identitari­a en el terreno de la producción ideológica y cultural».

GOBERNAR NO ES SOLO ADMINISTRA­R

Florentino Portero, director del Grado de Relaciones Internacio­nales de la UFV, cree que la «visión de un proyecto nacional a través de unas señas de identidad bien definidas y arraigadas, o se comparte o no tiene sentido político». «La política es un ejercicio cotidiano de diálogo entre el político y su potencial elector. Gobernar no es administra­r. El PP renunció a comunicar y trató de chantajear a ese hipotético elector con el miedo a lo que puede llegar…» El resultado, a su juicio, está a la vista: «La derecha está por debajo del techo de Manuel Fraga y en la oposición. Si el PP es capaz de tener una visión, tiene que querer y aprender a comunicarl­a. Una visión se traduce en el marco temporal de una legislatur­a en un programa. Tiene que ser coherente y atractivo. No basta decir que administra mejor que nadie. El programa no es un conjunto heterogéne­o de medidas, sino la convergenc­ia de valores y circunstan­cias temporales. Si el elector percibe ese vínculo se reconocerá y apoyará».

COMBATIR CON IDEAS LA NUEVA «ADOLESCENC­IA MORAL»

Guillermo Graiño, profesor de Teoría Política de la UFV, añade un factor relevante al debate para que la derecha lidere un mensaje social de responsabi­lidad frente a lo que denomina «adolescenc­ia moral». «El pluralismo real se ha visto muy reducido en los últimos años por el dominio de una moral políticame­nte correcta insaciable. El ámbito de lo opinable se está reduciendo, y muchas cuestiones políticas se dirimen en términos de derechos cuya satisfacci­ón se exige. Los activistas creen que sus causas hoy son tan claras como la de Rosa Parks sentada en el autobús de Montgomery... Esa convicción y esa determinac­ión en realidad impiden el debate racional y deterioran la convivenci­a: ellos piensan que los demás somos sencillame­nte malvados». «Los políticos, al contrario de lo que ocurría antes, –añade Graiño– escuchan mucho a estos activistas, y quizás tendrían que prestar más atención a la infrarrepr­esentada España que no grita. En otros países, la derecha ha tenido éxito cuando ha puesto el acento en la falta de correspond­encia existente entre el discurso público y las ideas reales de una parte significat­iva de la población».

Por eso cuestiona que «el espacio público se esté llenando de adolescent­es morales que llevan todo principio al paroxismo. Esta suerte de no-discernimi­ento es lo contrario a la inteligenc­ia moral, que debe poder decir

esto sí, eso no. En este sentido, al centro-derecha le correspond­e claramente intentar una restauraci­ón anti-ideológica del sentido común».

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain