ABC (Castilla y León)

La novela que sacó del vacío a Ana María Matute

En el cuarto aniversari­o de la muerte de la autora, ABC reconstruy­e, con abundante material inédito, el proceso de escritura, edición y publicació­n de esta obra inmensa, que apareció en 1996 y de la que acaba de llegar a las librerías una edición conmemor

- INÉS MARTÍN RODRIGO

Una ficción que se adelantó al «Juego de tronos» de George R. R. Martín

El vacío. Así llamaba Ana María Matute (1925-2014) a la depresión. Una sombra que se apoderó de ella en el momento más dulce de su vida. Se había trasladado a Sitges (Barcelona) con su hijo Juan Pablo y su segundo marido, Julio Brocard. Tenía un piso maravillos­o, donde escribía y se dedicaba a sus hobbies, entre los que estaban la joyería, la pintura y, sobre todo, la carpinterí­a. Viajaba por todo el mundo. Era una figura literaria consagrada, con una obra con-

En su momento, «Olvidado Rey Gudú» atrapó a lectores jóvenes, que entraron a Ana María Matute a través de esta obra. Pero las generacion­es actuales, enganchada­s a ficciones literarias y televisiva­s como «Juego de tronos» o

«Vikingos», antes, la autora no saben creó un que, universo mucho de fantasía que nada tiene que envidiar al de George R. R. Martin. En opinión de Lorenzo Silva, «uno de los valores de esta novela es que los reinos son imaginario­s, pero

todo El (19 escritor horas), lo que en participar­á cuenta la madrileña es muy esta veraz». librería tarde Alberti, Loreto Sesma, junto con en un Lea homenaje Vélez y que, coincidien­do con el cuarto aniversari­o de la muerte de Matute, pretende reivindica­r su legado y recordar su vigencia. «Para el conjunto de su obra y para ella fue una especie de proeza. Es de una

ambición impresiona­ntes. de 20 años y se de quedarían un Muchos desgaste sorprendid­os. jóvenes creativo la pura Es ejemplar imposición en por mostrar la fuerza cómo ha sido el motor de la humanidad». Silva no encuentra «paja» al releerla ahora y eso demuestra «en qué medida en la construcci­ón de una novela de poso y de peso es bueno el paso del tiempo».

siderable y muy valorada ya a sus espaldas. La suerte, por fin, le sonreía. Pero, de repente, se quedó sin ganas de vivir. Y, por supuesto, de escribir. En sus propias palabras, no es que le diera «miedo escribir, es que no me interesaba, me daba igual. Todo me daba igual». Corría el año 1975 y aquel imprevisto vital hizo que abandonara la novela que llevaba a cuestas desde finales de los 60: «Olvidado Rey Gudú». Una obra inmensa, que marcó la vida de su autora y de la que Destino acaba de publicar una edición conmemorat­iva.

Según cuenta Paz Ortuño, amiga íntima y estrecha colaborado­ra de Ana María Matute, ella siempre había querido escribir este libro, «porque la Edad Media la entusiasma­ba». Era un giro completo en su manera de escribir: una saga medieval a la que ni ella ni los lectores estaban, entonces, acostumbra­dos. «Lo tenía escrito de la manera en que escribía: rápido, pero luego corregía mucho. Era muy perfeccion­ista y nunca daba nada por terminado. No veía el momento de publicarlo». Entonces, de un día para otro, llegó el vacío. Y allí se quedó el «Rey Gudú». Matute lo «encerró», bajo llave, en un carrito de madera que ella misma construyó y que durante los muchos años que transcurri­eron después la acompañó siempre, como equipaje de mano. Hasta que decidió publicarlo.

El encierro de Balcells

El salto en el tiempo nos lleva hasta mediados de la década de los 90. Matute no había vuelto a escribir nada. Estaba obsesionad­a con el «Rey Gudú». Amigos como Ana María Moix o Esther Tusquets le insistían para que retomara el trabajo. Pero fue Carmen Balcells, su agente literaria, la que logró que se sentara y rematara la obra. Aunque para ello tuvo que «secuestrar­la» en su casa, donde Matute estaba controlada por una secretaria, que se aseguraba de que no hiciera ninguna escapadita. «Le faltaba toda la corrección, ordenarlo todo, que era en lo que más tiempo invertía», confirma Ortuño. Y, aunque el nerviosism­o de tener una fecha fija de entrega hizo que lo pasara fatal, logró terminarlo.

Por esas mismas fechas, Javier de Juan, que llevaba trabajando unos años en Espasa Calpe, se puso como objetivo abrir una línea de narrativa, en la que destacaran nuevos autores en el mundo de habla hispana. Para ello, por supuesto, contactó con la agencia Balcells, y la «Mamá Grande» no le defraudó. «Me

Mapa creativo

Bajo estas líneas, primera página del manuscrito, apuntes sobre la trama y los personajes y un dibujo invitó a desayunar en su suite del hotel Palace, en Madrid. Con la vitalidad y claridad que la caracteriz­aban, me dijo que tenía a la autora que necesitába­mos, pero que no me lo iba a poner fácil», recuerda, con cariño, el editor. Las condicione­s económicas que puso superaban, con creces, el anticipo que De Juan podía decidir, por lo que pidió luz verde a Fernando Lara. Éste le dio su beneplácit­o, aunque le pidió que, a cambio, negociara con Balcells la contrataci­ón de un autor que actuara de «seguro» en el que caso de que Matute no funcionara: José Ángel Mañas.

Cuando, a los pocos días, De Juan tuvo delante el original supo que estaba ante «una obra diferente». Pese a todo, encargó un informe de ventas a la Casa del Libro. «Me dijeron que era imposible extrapolar, que había pasado mucho tiempo desde su último libro, pero que con una buena campaña lograríamo­s vender 25.000 ejemplares». Una cifra que, ni de lejos, cubría el mínimo. «Fui al comité de Espasa y defendí la propuesta sin encomendar­me al diablo». Y, al final, salió adelante. El siguiente paso era reunirse, en Barcelona, con la autora de la obra. Pero, antes de viajar, el editor recibió una llamada de Balcells. La agente respetaba y quería a Matute y, por eso, quiso advertirle a De Juan: «Te vas a encontrar a una mujer que ha sufrido mucho en su vida», le dijo. Como consecuenc­ia, acudió «un poco preocupado» a su almuerzo con la escritora, en un restaurant­e cercano a su domicilio en la Ciudad Condal. Allí se encontró «a una mujer sonriente, tranquila y afable». Fue un almuerzo «delicioso», en el que compartier­on un vino blanco del gusto de ambos y durante el que Matute no paró de hablar de la obra. «No puso ninguna dificultad para corregir el original. Fue un proceso sencillo».

La corrección final

Como recuerda Lola Cruz, actual editora de no ficción en Espasa, fue Celia Torroja la encargada de ir a casa de la autora a recopilar el manuscrito, que se encontraba disperso. «Trajo el material a Madrid y empezamos la edición, propiament­e dicha. Fue muy larga, pero muy gustosa. Estuvimos bastantes meses. Al estar escrito a lo largo de tanto tiempo, es lógico que hubiera desfases temporales y de caracterís­ticas de personajes. De estilo no tocamos nada. Teníamos la dificultad de que todo ajustara como el mecanismo de un reloj suizo. Ella nos dio el visto bueno a todo, estaba encantadís­ima».

En menos de un año, las ventas de «Olvidado Rey Gudú» habían superado al anticipo: más de 200.000 ejemplares. Un «hito» que rompió moldes y trajo la paz al reino de Ana María Matute.

Según un primer informe, vendería 25.000 ejemplares, pero en menos de un año superó los 200.000

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INÉS BAUCELLS
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Ana María Matute, fotografia­da en su casa de Barcelona durante una entrevista, en octubre de 2011
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© ARCHIVO MECD, AGA, ACB(OLVIDADO REY GUDÚ, I Y II)
 ??  ?? Ana María Matute. Ediciones Destino. 765 págs. 23,75 euros. Incluye dibujos y esbozos realizados por la autora.
Ana María Matute. Ediciones Destino. 765 págs. 23,75 euros. Incluye dibujos y esbozos realizados por la autora.
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