ABC (Castilla y León)

El guardia salvador del Boiro

«Changui», que vivió la etapa dorada del Dépor, ejerce como presidente y goleador del club al que libró de la desaparici­ón

- JORGE ABIZANDA

Marcos Yáñez Fernández debutó con 20 años en Primera división, pero a los aficionado­s les cuesta reconocer a este delantero si no se le cita por su apodo. Si se habla de «Changui», la cosa cambia, especialme­nte en Galicia, porque rápido aparece el recuerdo de un goleador que se estrenó en la élite con el Compostela en la temporada 199798, que vivió de cerca el centenaria­zo del Deportivo en el Santiago Bernabéu (aunque aquel curso jugó cedido en el Polideport­ivo Ejido) y que llegó a disfrutar de la Champions League en la etapa dorada del conjunto de Riazor. Dos décadas después de tocar el cielo, trabaja como guardia de seguridad, pero sigue vinculado al fútbol marcando tantos para el CD Boiro, equipo al que salvó de la desaparici­ón y del que ahora también es presidente.

«Changui» es un jugador al que el profesiona­lismo no ha borrado el sentimient­o. Al contrario. Este verano no dudó en acudir al rescate del CD Boiro, el club en el que creció y que se encontraba a punto de desaparece­r por las deudas acumuladas tras un «faraónico» paso por Segunda división B que terminó en un descenso administra­tivo. «Aquello fue humo. Me encontré una situación desastrosa. Cuando cogí el club, la anterior directiva afirmó que dejaba una deuda de 300.000 euros, pero no se dijo toda la verdad. Luego han ido apareciend­o más agujeros y ya nos acercamos a los 400.000 euros, pero con trabajo y sensatez lo vamos a sacar adelante. Este equipo está muy vivo gracias a la gente de Boiro y de toda la comarca del Barbanza», afirma a ABC poco antes de empezar su turno de trabajo como guardia de seguridad.

De vuelta a casa

Con 41 años, los domingos sigue vistiéndos­e de corto, el resto de la semana luce otro uniforme de trabajo. «Hay mucha fantasía con esto del fútbol. Los contratos millonario­s, al menos en mi época en la élite, sólo los tenían las grandes estrellas». Pero él no se queja y en la conversaci­ón se muestra feliz. Habla con una sonrisa de su mujer, de su hija y de cómo reparte el tiempo para atender a su familia, cumplir su jornada laboral, echar horas en las oficinas de Boiro y poder entrenarse con este conjunto coruñés de Tercera división. «Lo hablé con mi familia, les pareció bien y aquí estoy, luchando dentro y fuera del campo para sacar adelante al club».

Siempre tuvo en la cabeza volver a casa como presidente, directivo o jugador, pero los acontecimi­entos aceleraron el regreso. Nacido en A Changuiña (10 de abril de 1977), parroquia que pertenece

al municipio de Boiro, el origen del apodo del veterano delantero resulta evidente. Siempre se ha sentido muy unido a su tierra, a su gente y no dudó en auxiliar al CD Boiro cuando, este verano, afrontaba el partido más importante de su historia en una asamblea de socios. O alguien cogía el toro por los cuernos o el equipo desaparecí­a por una deuda que asustaba. «No podía permitir que desapareci­era sin luchar. En el fútbol se necesita gente seria. Yo soy partidario de que los presidente­s tengan responsabi­lidad civil cuando ejercen el cargo. Tu entras con una deuda, o con un equipo saneado, todo lo que sea aumentarla o generarla debe ser avalada por tu patrimonio. Si no, aquí todo el mundo hace lo que quiere. No es justo que un club tan querido pueda desaparece­r por un enorme despilfarr­o y una nefasta gestión», lamenta a este periódico.

Más de 300 goles

«Changui», que a lo largo de su carrera ha celebrado más de 300 goles, ha llegado a Boiro con esa seriedad que demanda, con ganas de trabajar y con un sentimient­o infinito de gratitud hacia el equipo en el que comenzó. También con un grupo de colaborado­res a los que agradece su esfuerzo. «Hemos apostado por jugadores de Boiro y de la comarca de Barbanza y el principal objetivo es poder pagar al día a plantilla, técnicos y empleados». Todo el mundo ha querido arrimar el hombro. Al nuevo presidente le han echado una mano los acreedores del club al dar facilidade­s en los plazos de los pagos pendientes. Sin apenas recursos, la masa social ha crecido y el equipo cuenta ya con medio millar de socios.

La situación antes de comenzar esta temporada fue complicada y «Changui» tampoco vaciló a la hora de alistarse en la plantilla. «Todos los equipos buscan un goleador y ese puesto cuesta dinero. Yo venía de jugar en Regional con el Puebla y se presentó la posibilida­d de que, además de presidente, también fuera jugador. Yo quería seguir en activo y me veía con fuerzas».

Exjugador en equipos como Extremadur­a, Pontevedra, Las Palmas o Elche, ahora, con 41 años y un poco menos de velocidad, «Changui» sigue siendo letal en la hierba. En las estadístic­as aparece como máximo goleador del conjunto coruñés: «El olfato dentro del área nunca se pierde. La exigencia física en Tercera división sí era mayor que en Regional y tuve que empezar una dieta estricta y dejarlo todo en los entrenamie­ntos».

Ni los defensas ni la responsabi­lidad de sacar adelante a un equipo amenazado por su deuda le asustan. Siempre ha sido un luchador y hace dos años, cuando militaba en el Ribadumia, ya venció el duelo más difícil de su vida al ganarle la batalla a una grave infección que le tuvo dos días en la UCI. «Fueron momentos muy duros, pero aquello ya está olvidado», afirma feliz antes de despedirse de ABC para comenzar su jornada laboral. Esta tarde, «Changui», el presidente-goleador del fútbol español, busca aumentar las estadístic­as ante el Céltiga (17.30 horas).

Guardia de seguridad

«Ahora toca trabajar. En mi época, los contratos millonario­s solo los tenían las grandes estrellas»

El equipo en el que creció «Un club no puede morir por el despilfarr­o y la mala gestión de sus directivos. El fútbol necesita gente seria»

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ROCÍO CANDAL «Changui», en las puertas del Campo Municipal de Barraña, la casa del CD Boiro
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