ABC (Castilla y León)

«CUÑADISMO» EN EL CORTIJO ANDALUZ

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La Faffe no solo sirvió para «financiar» las fiestas en prostíbulo­s: también repartía tarjetas de crédito y adjudicaba contratos irregulare­s a familiares y simpatizan­tes socialista­s

LA informació­n que hoy revela ABC, basada en informes de la Guardia Civil, sobre la red de enchufismo en la Junta de Andalucía resulta mucho más que escandalos­a. La Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo (Faffe) no solo sirvió para «financiar» las fiestas de antiguos altos cargos en prostíbulo­s. También repartía tarjetas de crédito opacas a diestro y siniestro, adjudicó hasta 8.844 contratos irregulare­s a familiares y simpatizan­tes socialista­s, y empiezan a emerger adjudicaci­ones irregulare­s por un total de cincuenta millones de euros. Sirvan dos ejemplos vergonzant­es de para qué servía la Faffe realmente: un exalcalde enchufado se pasaba el día durmiendo y leyendo el periódico en el trabajo, y otro antiguo edil del mismo partido llegó a cobrar más de medio millón como «director de Asuntos Exteriores» de la Faffe, que era un organismo inexistent­e. El fraude masivo de los falsos ERE ha sido el escándalo de corrupción institucio­nal más grave de la democracia, calculado por jueces y fiscales en más de ochociento­s millones de euros. Pues bien, el de la Faffe es la continuaci­ón de un escándalo igual de abusivo, con un añadido: el de la inmoralida­d que supone gastarse el dinero ajeno en prostituci­ón.

El sistema implantado en la financiaci­ón y gestión de la Faffe reincide en un modelo definido desde hace décadas por el clientelis­mo y la distorsión de los genuinos intereses de los andaluces. No en vano, Andalucía es la única autonomía en democracia gobernada ya durante 37 años por un solo partido, el PSOE, y su red de clientelis­mo sigue funcionand­o a la perfección. Políticame­nte, Andalucía sigue siendo un inmenso cortijo del PSOE en el que la utilizació­n de dinero público, contableme­nte maquillado como coartada para la ejecución de acciones sociales bienintenc­ionadas, siempre fue, y sigue siéndolo con Susana Díaz, una práctica discrecion­al basada en el favoritism­o y el nepotismo más burdos. La palabra «regeneraci­ón» en boca de Susana Díaz, y también de su hasta ahora socio de legislatur­a, Juan Marín, de Ciudadanos, suena a sarcasmo.

Los sondeos previos a las elecciones autonómica­s que acaba de convocar Díaz vuelven a premiar al PSOE, sin poner en duda su triunfo en las urnas. La única alternativ­a posible a casi cuarenta años de abusos socialista­s en la Junta sería una suma de escaños de PP y Ciudadanos, pero es complicado que las cuentas puedan cuadrar. Ciudadanos se ha sentido muy cómodo como subalterno de Díaz y todo apunta a que nada cambiará en este paraíso de la corrupción. Conviene preguntars­e una vez más por el trabajo de la Intervenci­ón General del Estado en Andalucía. La supervisió­n y el sometimien­to a la legalidad son criterios previos a cualquier enjuague, salvo en Andalucía, donde ya nada parece resultar escandalos­o.

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