ABC (Castilla y León)

«Subir impuestos puede retrasar decisiones de inversión y empleo»

Asegura que la economía está en una desacelera­ción clara y que es momento de recortar deuda y déficit, no de gastar más y de subir impuestos. «Vamos por el camino equivocado», afirma

- Juan Rosell Presidente de la CEOE SUSANA ALCELAY MADRID

Juan Rosell (Barcelona, 61 años) dejará en noviembre la presidenci­a de la CEOE después de ocho años, los que el mismo se autoimpuso. Ha convivido con tres gobiernos y sorteado dos crisis, la económica y la de la organizaci­ón que todavía dirige. Dice que ha intentado siempre hacer las cosas bien y se marchará satisfecho. Pero antes de hacerlo tendrá que lidiar con un alza de impuestos a las empresas que, ya avisa, podría dañar el empleo y las inversione­s. —¿Qué opina del Presupuest­o pactado entre el Gobierno y Podemos? —No son los presupuest­os que necesita la economía. Se plantea más gasto, pero no en inversión, y se trata de financiar con subidas de impuestos, sobre todo a las empresas. En un contexto de clara desacelera­ción económica lo que necesitamo­s es equilibrio presupuest­ario para recortar el déficit y la deuda. Vamos por el camino equivocado. —¿Cómo están viviendo las empresas el hachazo fiscal que viene? —Una cosa es la batería de subidas que se quiere poner en marcha y otra lo que se va a conseguir. Los empresario­s hemos sufrido alzas importante­s de impuestos y ahora se dice que no se paga impuesto de sociedades. Es verdad que se recauda la mitad que en 2007, cuando se obtuvieron casi 45.000 millones. Pero entonces la tarifa era el 35% y ahora del 25%. La construcci­ón también daba grandes beneficios y, en general, aquel año tuvimos ganancias excepciona­les. Si ahora se mira el porcentaje respecto al PIB que representa el impuesto es similar al del resto de Europa. —¿Teme que ese alza de impuestos repercuta en el empleo? —Por supuesto. Estos anuncios de incremento­s de la carga fiscal a las empresas provocan insegurida­d jurídica y pueden retrasar las decisiones de inversión, y eso, sin duda, puede tener su impacto en la creación de empleo. —El Gobierno se ha saltado el diálogo social. Subirá el salario mínimo sin contar con los agentes sociales. —En efecto. En 2017 firmamos un pacto con Gobierno y sindicatos para fijar una senda de crecimient­o del salario mínimo hasta 2020 razonable y acompasada al crecimient­o de la economía. También en el último Acuerdo de Negociació­n Colectiva recomendáb­amos que habría que ir mejorando el salario mínimo dentro de las posibilida­des de sectores y empresas. Todo esto ha saltado por los aires. Es una burla al diálogo social. —En algunas medidas hay más golpe de efecto que efectivida­d, como en el caso de subir el IRPF a rentas superiores a 130.000 euros. —Sí, porque la recaudació­n es mínima. Vimos lo que ocurrió en Francia con el impuesto a las grandes fortunas. Si a las grandes rentas les ponen trabas son las que tienen más fácil hacer un movimiento. Con los impuestos hay que tener mucho cuidado porque estamos en Europa y cualquier giro puede forzar que las empresas se deslocalic­en y, una vez que lo hacen, ya no vuelven. De todas formas, hay muchas propuestas que no son concretas ni estudiadas. —¿Huyen ya de España los inversores? —Mientras que no nos pasemos de los límites y nuestra fiscalidad se mantenga pareja a la Europa los inversores no moverán ficha. Hay mucho ruido nacional en este momento pero lo que nos debe preocupar es aquello de lo que no se habla, de cómo gestionamo­s mejor, cómo con menos podemos hacer más, cómo, en definitiva, controlamo­s el gasto. La reforma pendiente continúa siendo la de la Administra­ción, que sigue sin digitaliza­rse, sin utilizar instrument­os de gestión modernos. —No hay desacelera­ción económica según el Ejecutivo. —Hay una desacelera­ción clara de la economía y del consumo interno evidente. También hay que reconocer que venimos de unos datos de creación de empleo espectacul­ares. Desde 2014 se han generado cada año en torno a 500.000 de puestos de trabajo, por encima del 3% de crecimient­o. Es difícil que se mantengan esos dígitos. —Advierten los economista­s que en los momentos de más crecimient­o económico es cuando es más nece-

Salario mínimo «En 2017 firmamos un pacto con el Gobierno para subir el SMI hasta 2020. Todo ha saltado por los aires. Es una burla al diálogo social»

Pensiones «Es necesario tomar medidas difíciles para asegurar el sistema de reparto y los políticos miran para otro lado»

sario ajustar los gastos y ahorrar. —Y hacer reformas. Hay que legislar mejor y menos, también analizar qué competenci­as se han transferid­o a las autonomías y ver cómo podemos conjuntame­nte gestionarl­as mejor. Hay que hacer cosas y muchas serían impopulare­s. Y en esta situación de debilidad política y de minorías parlamenta­rias es imposible.

—La reforma laboral se va a suavizar por acuerdo entre los agentes sociales. ¿No hace falta entonces más reforma laboral?

—Vamos a ver qué planteamie­ntos nos hacen Gobierno y sindicatos sobre esos cambios en la reforma laboral, pero no olvidemos que con esta legislació­n laboral se están creando medio millón de empleos. Por lo demás, la legislació­n debe ir guiada por la realidad de mundo de la empresa. Y en ese sentido hay que profundiza­r, analizar lo que no acaba de funcionar y reformar. —¿Por ejemplo?

—La contrataci­ón debe tender a la estabilida­d, pero con un pacto de salida en función de las necesidade­s de la empresa. Habría que usar más el tiempo parcial y acercarnos a países como Holanda, donde estos contratos suponen el 40% del total. Y tender hacia a nuevas estructura­s salariales, con partes fijas y variables.

—España está entre los países con más precarieda­d laboral.

—Somos un país de servicios y esto provoca inestabili­dad. Habría que plantear nuevos instrument­os legales que penalicen algunos contratos.

—¿Las indemnizac­iones por despido quedaron ajustadas tras la reforma de 2012?

—Siguen estando entre las más altas de Europa, pero ahora no son el problema. Es más importante adaptarse a la realidad de la economía. Por ejemplo, evitar que despedidos con una indemnizac­ión de 500.000 euros puedan cobrar el paro dos años. También reformar los servicios públicos de empleo porque no funcionan y son un despilfarr­o de dinero y de personal. A los funcionari­os habría que formarlos para que a su vez formaran a los parados porque hoy menos del 3% de desemplead­os encuentra trabajo por esta vía. Pero hay que tener valentía política para cambiar lo que no funciona. Lo mismo ocurre con el absentismo. No es lógico que un millón de trabajador­es falte cada día a su empleo y que esto tenga un coste extraordin­ario para la economía. Podrían producirse ahorros importante­s en un momento en el que decimos que no tenemos dinero para las pensiones. Seamos serios.

—¿El problema de las pensiones se va a solucionar con un impuesto a las transaccio­nes financiera­s? —Indudablem­ente no. Los datos son los que son. La «hucha» llegó a tener 70.000 millones y ahora apenas 8.000. Las cotizacion­es no van a ser capaces por sí solas de pagar las pensiones, por lo que habrá que buscar fórmulas creativas que no pasan por subir las cotizacion­es.

—¿Es viable el sistema de reparto? —Sí, pero habría que tomar medidas difíciles que afectan a millones de personas y los políticos miran para otro lado. En 2000 las pensiones se repartían 57.000 millones y ahora son 144.000 millones. No se puede decir que no haya crecido el gasto estos años. Y si comparamos las pensiones españolas con las alemanas o francesas, en España se percibe un porcentaje alto del último salario cuando se accede a la jubilación.

—La economía sigue creando empleo, pero los sueldos apenas se recuperan. —La retribucio­nes salariales están en recuperaci­ón y los salarios de convenio también. Cada vez más empresas suben los sueldos, sobre todo grandes y medianas. Las pequeñas tardarán más porque muchas aún tienen bases imponibles negativas.

—El clima no parece el más propio para abordar los retos pendientes... —La mayoría parlamenta­ria es inestable e impide hacer cambios porque hay que ir a pactar el voto todos los días de la semana para poder sacar una ley. La única forma de hacer reformas auténticas es con grandes mayorías. —Llegó a la CEOE en momentos muy delicados, tras la salida de Díaz Ferrán. ¿Qué se encontró y cómo dejará la patronal?

—He logrado hacer cambios profundos con consenso. Veníamos de una etapa con un presidente que se mantuvo en el cargo muchos años y pensábamos que era el momento de empezar otra fase, por eso limité a ocho años los mandatos. Llegue a la CEOE en un etapa muy difícil y llena de dificultad­es, pero hoy puedo decir que la organizaci­ón ha dado un giro muy importante. Funciona como una empresa. Tenemos gobernanza, auditorías y rendición de cuentas.

—¿Se marcha satisfecho?

—Los años de crisis fueron muy duros. Siempre he intentado hacer las cosas pensando en la organizaci­ón y con la máxima discreción, haciendo mucho y explicado la mitad. Y solo puedo hablar bien de todos los gobiernos.

—¿Qué quedará con los años de la gestión de Rajoy?

—En los momentos de la crisis actuó de forma inteligent­e. Hizo lo que tuvo que hacer, con los tiempos y pausas necesarias. La historia lo está empezando a reconocer.

Impuestos «Hay que tener cuidado con las subidas impositiva­s porque pueden provocar que las empresas se deslocalic­en y no vuelvan»

Inestabili­dad «No se pueden hacer reformas teniendo que pactar el voto todos los días de la semana»

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Rosell está orgulloso de las reformas en CEOE: «Hoy funciona como una empresa. Tenemos gobernanza y rendición de cuentas»
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IGNACIO GIL

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