REESCRIBIR LA VIDA HUMANA
El humanismo más avanzado nos ha de permitir progresar en el empleo de la tecnología al servicio del hombre
Algunas noticias traspasan las fronteras al instante, como las actuaciones del científico chino He Jiankui –actualmente en paradero desconocido– que confesó abiertamente haber logrado el nacimiento de dos niñas gemelas, tras la gestación de embriones en los que había provocado cambios genéticos. Como algunos seres humanos, portadores de una variante natural del gen CCR5, son inmunes a la infección por el virus del SIDA, Jiankui ha tratado de reproducir ese cambio genético en niños por nacer, sin que esté claro que lo ha logrado con exactitud. La falacia es pensar que se trata de un cambio genético deseable; se sabe que la inmunidad frente al virus del SIDA va a acompañada de otros riesgos y limitaciones. El experimento realizado con seres humanos es de los que sólo se pueden realizar con animales. La comunidad científica ha dejado claro que ello supone una transgresión de normas aceptadas; todos por ahora rechazan, por peligroso, aplicar la tecnología CRISPR-Cas (desarrollada tras los hallazgos del alicantino Mojica) para modificar células humanas en la etapa embrionaria.
Hechos como este despiertan en la opinión pública el interrogante de si va a ser posible poner límites a lo que técnicamente ya se revela como factible: reescribir la dotación genética humana. Para muchos, se abriría el camino al diseño de humanos a la carta, lo que Huxley imaginaba ya en los treinta como la distopía de un supuesto mundo feliz. Movimientos más recientes, en la línea del transhumanismo, postulan sin embargo que pronto cabrá modificar técnicamente nuestra naturaleza, para alcanzar la inmortalidad biológica o para incrementar indefinidamente capacidades físicas o intelectuales. Son propuestas que fácilmente se sitúan en la charlatanería; una cosa es corregir defectos genéticos, de los que causan enfermedad, y otra traspasar los límites que la propia naturaleza humana impone. Seguiremos en ese debate. En la línea de Albert Cortina entiendo que el humanismo más avanzado nos ha de permitir progresar en el empleo de la tecnología al servicio del hombre, respetando su dignidad.