ABC (Castilla y León)

MACRON CEDE ANTE LA FIEBRE AMARILLA

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L presidente francés anunció anoche una decisión muy arriesgada, que consiste en aceptar implícitam­ente la negociació­n con un movimiento como el de los chalecos amarillos, que ha impuesto su criterio a través de manifestac­iones violentas. Además, Emmanuel Macron les ha dado claramente la razón al asumir ciertos gestos de apaciguami­ento como la subida del salario mínimo y alguna bajada de impuestos, medidas más o menos cosméticas con las que sofocar la revuelta. El principal desafío de quienes han protagoniz­ado este movimiento de protesta es ahora demostrar que son capaces de gestionar esta situación y de asumir –de forma organizada– qué respuesta les merece la cesión del presidente de la República. Al tratarse de un movimiento sin estructura­s ni dirigentes, es poco probable que haya una reacción unívoca, y aún menos que ese puñado de medidas consiga contener la ola de protestas, precisamen­te porque se trata de reclamacio­nes tan vagas como dependient­es de percepcion­es personales e individual­es.

Macron no tenía más opción que intentar bajar a la calle y decir, con tono lastimero, que ha escuchado los sentimient­os de los que protestan. Está bien llamar a los alcaldes de todo el país para buscar la colaboraci­ón de las institucio­nes locales, que son las que tienen el contacto directo con muchos de los que nutren las protestas de los chalecos amarillos, aunque eso probableme­nte tampoco sea la fórmula mágica para contentar a los intolerant­es, que se quejan del mundo en general. Lo que piden no es algo que esté en manos de un presidente, y mucho menos en las limitadas capacidade­s de un presupuest­o realista y para un país cuya economía va a salir muy dañada a causa, precisamen­te, de las protestas. Macron puede lamentarse, pero ni siquiera tiene margen para ceder.

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