Cristóbal Gabarrón, en defensa de los derechos humanos
Fernando Rodríguez Lafuente presentó ayer el libro del artista «Retablo de Caín»
El 30 de diciembre de 2006, el artista Cristóbal Gabarrón (Mula, Murcia, 1945) asistía frente al televisor a la ejecución de Sadam Husein tras la caída de su régimen en Irak. Un programa de investigación comenzaba con su ahorcamiento y se centraba en las barbaridades que habían cometido uno y otro bando. «Después de verlo, me quedé tan impresionado que inicié un pequeño boceto que dio lugar al “Retablo de Caín”».
La obra es un desgarrador tratado sobre la vulneración de los Derechos Humanos que nunca ha podido ser expuesta debido a sus dimensiones (24 metros de largo por dos de alto). Cuando Gabarrón le enseñó la pieza al escritor
Carlos Aganzo, quedó profundamente impresionado y decidió hacer una serie de poemas. «Lo dividimos en doce tablas, como si fuera un retablo religioso. Porque estamos hablando de la esencia del ser humano», explica Aganzo. Esta colaboración se volcó en «Retablo de Caín», un libro que Fernando Rodríguez Lafuente presentó ayer en la Fundación José Ortega y Gasset con motivo del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La puesta en escena escogida por ambos va más allá de lo puramente formal. En realidad, representa cómo se debe
Colaboración Tras ver la obra del artista, Carlos Aganzo quedó impresionado y decidió hacer una serie de poemas
mostrar esa nueva obra nacida de su trabajo conjunto. Ayer, el «Retablo de Caín» no pudo ser expuesto, pero se proyectaron «los doce capítulos que van relatando la historia de la pieza», indica Gabarrón. Cada uno de ellos iba acompañado de la lectura del artículo de los Derechos Humanos al que hacía referencia, junto con el poema de Aganzo. Y así quieren exponerla cuando consigan el espacio idóneo para hacerlo.
«Hay que mirar de manera parcial hasta conseguir la visión total de las cosas. Para eso tenemos la complicidad de los artículos de los Derechos Humanos. Ellos van hablando de las necesidades del ser humano, de sus derechos y luego la obra conjunta es la Declaración. Nosotros hacemos lo mismo: vamos hablando de las atrocidades y luego mostramos el retablo final. Es lo que somos nosotros. Esta es la Humanidad», aclara Aganzo. El acto se completó con el violonchelo de Marta Mulero, que interpretó, entre otras, «El Cant dels Ocells», de Pau Casals, «porque es un instrumento que es canto, pero también llanto», indica el escritor.
La presentación coincidió con la proclamación de los vencedores del Concurso Internacional de Arte Infantil «Un derecho, un dibujo», organizado por la Fundación Gabarrón, la Oficina de Información de Naciones Unidas en Ginebra y la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos. «Llevamos a cabo una serie de talleres por todo el mundo. En ellos, concienciamos a los niños para que sepan sus derechos y cómo defenderlos. Los jurados seleccionaron 24.000 obras y al final quedaron nueve, que son los que se entregaron», relata el pintor.