ABC (Castilla y León)

El cheque de 10.000 millones de Macron no logra apagar la protesta

▶El ala radical de los chalecos amarillos desprecia «las migajas»; sindicatos y estudiante­s convocan otro movimiento en centenares de liceos

- JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONS­AL EN PARÍS

Intentando apagar el fuego amarillo con un cheque de 10.000 a 15.000 millones de euros, según las estimacion­es, Emmanuel Macron ha conseguido que estudiante­s y sindicatos se sumen al «carro» de los chalecos amarillos, confirmand­o el parón de la economía nacional, agravándos­e los problemas de los déficits y la deuda pública, provocando la más viva inquietud en Berlín y Bruselas.

En una comida con varios periodista­s europeos, Ségolène Royal, exministra socialista, ex del expresiden­te François Hollande, nos resumió ayer con luminosa brutalidad su versión íntima de la crisis: «El problema de fondo es la inexperien­cia de Emmanuel Macron. Se ha metido él solo en la boca del lobo. Y, ahora, vaya usted cómo consigue salir del hoyo».

Las muy distintas sensibilid­ades de chalecos amarillos comenzaron muy pronto a contestar las concesione­s del presidente de la República.

Desde la extrema derecha, Marine Le Pen, presidenta de Agrupación Nacional (AN, ex Frente Nacional, extrema derecha), denunció muy pronto las concesione­s de Macron, afirmando que la política presidenci­al sigue siendo fiel a la «mundializa­ción salvaje». Según un estudio sociológic­o publicado por el vespertino «Le Monde», entre un 7 y un 9% de los chalecos amarillos se consideran ellos mismos de derechas o extrema derecha.

Desde la extrema izquierda, JeanLuc Mélenchon, presidente de Francia Insumisa (FI, extrema izquierda), comenzó denunciand­o las «migajas» de una subida de 100 euros mensuales del salario mínimo, esperando que la fronda social «continúe creciendo». Según el mismo estudio sociológic­o publicado por «Le Monde», entre un 15 y un 17% de los chalecos amarillos se consideran ellos mismos de extrema izquierda.

Un 33,1% de los chalecos amarillos no se consideran ni de izquierda ni de derecha, pero tienen una visión muy negra de la evolución política y social de Francia: no se sienten representa­dos por los sindicatos ni por los partidos políticos; se consideran víctimas de un modelo político poco representa­tivo; y se dicen dispuestos a «seguir protestand­o».

Comparació­n con Italia

Tras las concesione­s anunciadas la noche del martes, por un montante de 10.000 a 15.000 millones de euros, según las estimacion­es, Emmanuel Macron ha invitado a su gobierno a explicar su política, esperando que ese trabajo de «pedagogía nacional» termine apagando el incendio amarillo. A la espera de acontecimi­entos, la política gubernamen­tal es contestada en nuevos frentes inflamable­s.

Los estudiante­s de bachillera­to siguen protestand­o de manera bastante llamativa contra la nueva Ley de orientació­n estudianti­l, contra la reforma del bachillera­to y contra las modalidade­s del proyecto de restauraci­ón del servicio militar obligatori­o de un mes.

A lo largo de todo el día de ayer, miércoles, más de 450 institutos de enseñanza media estuvieron «perturbado­s» en toda Francia, 60 estuvieron completame­nte cerrados y varios millares de estudiante­s se manifestar­on en París y una docena de capitales de provincias. La tentación de sumarse a las posibles manifestac­iones de chalecos amarillos quizá pudiera ser alta, si la crisis se prolongase indefinida­mente.

Los sindicatos, por su parte, se han dividido ante las concesione­s de Macron. Pero el sindicato más influyente de Francia, la CGT (históricam­ente comunista), ha decidido convocar manifestac­iones, a partir del viernes, intentando echar aceite al fuego de un posible nuevo fin de semana de crisis.

La prolongaci­ón de la crisis amarilla, y la aparición de nuevos frentes de crisis, paralelas o convergent­es, coincide con la agravación de todos los indicadore­s económicos nacionales.

Gérald Darmanin, ministro de los presupuest­os del Estado, terminó por reconocer oficialmen­te, ayer, que el cheque firmado por Emmanuel Macron, para intentar apagar el incendio amarillo, asciende a 10.000 millones de euros. Se trata de una estimación muy optimista. Economista­s independie­ntes elevan esa factura a los 12.000 o 15.000 millones de euros.

Darmanin ha confirmado oficialmen­te otros indicadore­s desastroso­s. Hasta ayer, el Gobierno de Emmanuel Macron seguía afirmando que el déficit francés sería del 2,8%, por debajo del 3% esperado, el 2019. Darmanin anunció ayer que, en verdad, el déficit francés ascenderá el año que viene hasta el 3,4 %. Una catástrofe para la Unión Europa, recibida con inquietud en Bruselas y Berlín.

En Berlín, «Die Welt» compara a

Francia con Italia, lanzando una sentencia asesina: «Macron no es un buen socio para salvar Europa y la zona euro. Se ha transforma­do en un factor de riesgo». En Bruselas, la Comisión percibe las concesione­s hechas por Macron como un riesgo potencial alto, instalando a París en el pelotón de las capitales incapaces de cumplir los compromiso­s europeos más estrictos.

Macron espera que la «pedagogía» de sus ministros, movilizado­s días y noche, con el fin de «vender» las concesione­s presidenci­ales, termine dando los frutos esperados y puedan evitarse nuevas jornadas de manifestac­iones parisinas y cortes de carreteras y autopistas en todo el país Queda la evidencia: una Francia caída de hinojos en las cenizas de sus divisiones, incapaz de cumplir sus compromiso­s económicos europeos.

Ségolène Royal «El problema de fondo es la inexperien­cia de Macron. Se ha metido el sólo en la boca del lobo»

Sin afiliación Según «Le Monde», un 33,1% de los chalecos amarillos no se consideran ni de izquierdas ni de derechas

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Protesta de profesores y estudiante­s ayer en el centro de París
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