Más protestas en Hong Kong al no dimitir la jefa del Gobierno
▶ Los manifestantes enturbiarán la asistencia del presidente chino al G-20 en Japón
todo para acusar a sus enemigos de no tenerla– que despertó en 2016 y que debe prolongar hasta noviembre del año que viene.
El mitin de ayer en Florida –un estado clave– es además una forma de robar la iniciativa a los candidatos demócratas y controlar la dinámica de la campaña desde el primer minuto: recibió un baño de multitudes, en un estadio para 20.000 personas (había gente haciendo cola desde 40 horas antes del inicio), rodeado de su familia y con un discurso tan agresivo como en 2016; mientras tanto, la semana que viene, una veintena de candidatos demócratas de todo pelaje se repartirán cuchilladas en los primeros debates. El que más sufrirá será el favorito, Joe Biden, al que le espera una campaña de desgaste por parte de candidatos escorados a la izquierda y que sudará para conservar su mensaje centrista.
Hace cuatro años, Trump iniciaba la campaña calificando a los inmigrantes mexicanos de «criminales» y «violadores», llamaba a la guerra comercial contra China y prometía acabar con Obamacare. Son temas que permanecen en su reelección (ayer se confirmó que habrá una reunión con Xi Jinping en el G-20, y anunció deportaciones masivas y una nueva reforma sanitaria) , pero con la agresividad renovada y con el espaldarazo de una economía que, de momento, va viento en popa. Por segunda vez en cuatro días, la jefa del Gobierno de Hong Kong, Carrie Lam, compareció ayer ante la Prensa para responder a las protestas contra ley de extradición a China, que el domingo sacó a la calle la mayor manifestación de su historia (casi dos millones según los organizadores y 338.000 a tenor de la Policía). A pesar de la expectación, ni dimitió ni anuló el controvertido proyecto de ley.
«Pido mis más sinceras disculpas y estoy triste porque el Gobierno no ha escuchado a la gente», se lamentó Lam, quien definió las protestas como «manifestaciones pacíficas» y retiró el término «disturbios» que tanto ha molestado por sus repercusiones legales. A pesar de entonar el «mea culpa» y reconocer que «debería haberlo hecho mejor», se aferró al cargo. «Aunque mi Gobierno en los tres años que me quedan será muy difícil, trabajaremos duro para recuperar la confianza del público porque tenemos muchos asuntos económicos y sociales», prometió.
Tampoco ordenará la retirada de la ley, pero explicó que quedará anulada «de facto» porque «no dará tiempo a tramitarla en el Parlamento antes de julio del próximo año, cuando cumple su plazo legislativo». Intentando calmar al público, afirmó que «el debate parlamentario de este proyecto no será reiniciado hasta que no se resuelvan todas las controversias y distintos puntos de vista que ha generado». Pero este gesto no calma a la oposición.
«Estamos muy decepcionados y enfadados porque Carrie Lam no ha dimitido, no ha anulado el proyecto de ley y no ha criticado la violencia de la Policía en las manifestaciones”, criticó Bonnie Leung, vicecoordinadora del Frente Civil por los Derechos Humanos, organizador de las manifestaciones. Para coordinar la respuesta, el Frente se reúne hoy con los diputados pro-democráticos.
A la espera de su decisión, el líder estudiantil Joshua Wong, que salió el lunes de la cárcel, avanzó que «habrá más acciones y desobediencia civil» antes de la cumbre del G-20 en Japón (28 y 29 de junio) y del aniversario de la devolución de Hong Kong a China (1 de julio). Con «una campaña sin líderes, descentralizada y masiva», como son estas protestas protagonizadas por jóvenes congregados por Telegram y Facebook, Wong se propone «enterrar la carrera política» de Carrie Lam porque «no ha escuchado a la gente y tiene que pagar el precio». Uno de sus objetivos es que la crisis política que vive Hong Kong esté presente en la cita del G-20 la próxima semana en Osaka. «Además de tratar la guerra comercial, Trump debería hablar con Xi Jinping sobre la erosión de las libertades y los derechos humanos que sufre Hong Kong», respondió Joshua Wong a ABC. CARRIE LAM