Encuentros para superar «el valle de la muerte» empresarial
▶ El CSIC organiza unas jornadas para unir a inversores e investigadores La creadora de la lista roja de las especies, entre los galardonados por los Fronteras del Conocimiento
Entre el mundo de la ciencia y el de la empresa hay una distancia «muy difícil de recorrer» llamada «el valle de la muerte». Es lo que sostiene la coordinadora del encuentro «La ciencia y el sector empresarial», Victoria Ley. Unas jornadas, impulsadas por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Círculo de Empresarios, que se están celebrando hasta hoy en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Hace un año nació este encuentro con el objetivo de acercar los dos ámbitos y hacer más fácil la colaboración entre ambos. Ahora, en su segunda edición, «la idea es que los científicos conozcan el funcionamiento de las empresas, expongan sus ideas y que las compañías les pidan soluciones a los problemas actuales», resalta la coordinadora.
Ley asegura que científicos y empresarios tienen que dar respuesta a lo que la sociedad exige. Para ello, no hay nada mejor que las técnicas de I+D+i pero, para conseguir esta «fórmula mágica», tienen que trabajar juntos. «Una pyme necesita innovación para crecer y eso solo es posible si existe una fusión entre los dos sectores». En este sentido, España es el primer país en conseguir fondos de la UE para este tipo de empresas que, según la coordinadora, «son muy competitivas». No obstante, señala que en otros países se les ayuda mucho más. «Fuera de España los empresarios están muy presentes en el mundo académico, mientras que aquí lo que estamos viendo es que los investigadores tienen que hacer más esfuerzos para contar a la sociedad lo que hacen».
Problema de burocracia
Además, Ley considera que tenemos un problema de burocracia: «A las empresas pequeñas les piden muchísima documentación, avales, impuestos... y en muchas ocasiones no les compensa». La promotora y científica explica a ABC que son muchos los casos de inversores que no quieren inyectar dinero en España por cuestiones fiscales. «A la mayoría no les interesa por el tratamiento fiscal. Ayer, uno de los ponentes en las charlas afirmó que después de desarrollar una tecnología en Navarra, hubo muchos interesados, pero para conseguir su financiación debían inscribir la empresa en Francia». Este es, sentencia la coordinadora, un problema de nuestra legislación y de hacienda. «Algo falla cuando cuesta tanto conseguir inversión en España».
A esta situación se le suma el éxodo de cerebros hacia Europa, América y Asia. «El problema no es que se vayan, sino que no facilitemos su vuelta».
En definitiva, la unión entre las empresas y los científicos es débil y «todos tenemos un poco de culpa», admite. «Los universitarios se tienen que formar con mirada empresarial e innovadora y los políticos nos tienen que ayudar con una legislación favorable», apunta la científica. BILBAO
Los desafíos a los que se enfrenta la humanidad son enormes, pero la ciencia juega un papel inmenso para ayudar a solventarlos. Este fue el mantra que ayer subyacía en la entrega de los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento. Doce eran los galardonados. Científicos, ingenieros, economistas o intelectuales consagrados que, en ocho categorías diferentes, vieron reconocida su labor por aportaciones de las que la sociedad se sigue nutriendo hoy: desde la creación de la lista roja de especies o el descubrimiento del papel del microbioma en la salud, hasta el estudio de la brecha de género.
Por primera vez el acto se celebró en el Palacio Euskalduna, en un Bilbao engalanado para la ocasión. Porque las contribuciones de los premiados «nos dotan de poderosas herramientas conceptuales y perspectivas, y su ejemplo nos estimula a ir más lejos afrontando los retos de este complejo y apasionante siglo XXI», dijo el presidente de la Fundación BBVA, Carlos Torres Vila.
La ceremonia de entrega fue un homenaje a la importancia del saber para abordar los retos presentes y futuros. Dotados con 400.000 euros, los galardones recayeron en Charles Kane y Eugene Mele, en Ciencias Básicas, por el descubrimiento de los materiales aislantes topológicos (con propiedades electrónicas únicas); Jeffrey Gordon, en Biología y Biomedicina, por demostrar el papel crucial del microbioma en la salud; Ivan Sutherland, en Tecnologías de la Información, por crear el primer sistema gráfico de interacción hombre-máquina. En Economía, Claudia Goldin fue reconocida por su análisis de las brechas de género; y en Música y Ópera, el premio fue para John Adams, por componer «una música que es genuinamente de nuestro tiempo». Noam Chomsky, premiado en Humanidades y Ciencias Sociales por su contribución al lenguaje, fue el único ausente en la ceremonia por motivos de salud.
Desafíos
Pero en esta undécima edición estuvieron muy presentes los retos medioambientales. «El cambio climático, la crisis de biodiversidad o la desigualdad son retos cuyas consecuencias futuras pueden ser mucho más graves si no actuamos ya», dijo Torres Vila. «La humanidad no ha tenido nunca tanta responsabilidad; las acciones que hoy tomemos pueden transformar nuestro planeta». Por ello, Gretchen Daily y Georgina Mace, premiadas en Ecología y Biología de la Conservación, recalcaron la importancia de aplicar «la ciencia ecológica básica a los fines prácticos». Ellas idearon herramientas para combatir la pérdida de biodiversidad, mientras que Anny Cazenave, John Church y Jonathan Gregory, premiados en Cambio Climático, hicieron un llamamiento «a la acción urgente y mundial para mitigar las emisiones» y evitar las peores consecuencias del aumento del nivel del mar.
FUTURO «Las acciones que tomemos hoy pueden transformar el planeta»