ABC (Castilla y León)

«Detrás del 95% de las anomalías en adolescent­es están los ‘youtubers’»

▶ Padre, filósofo, profesor y escritor. Xosé Manuel Domínguez alerta sobre los peligros del uso incontrola­do de las nuevas tecnología­s

- Director del «Instituto da Familia» MARCOS TORRES MADRID

«Buscamos la felicidad, a veces sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa sabiendo que tienen una». Este deseo innato recordado por Voltaire anima a escuchar con mucho gusto a otro filósofo, Xosé Manuel Domínguez. Este madrileño afincado en Galicia, autor de obras como «La familia y sus retos» o «Eres luz: la alegría de ser persona», habla con la serenidad del que entiende lo que dice y la alegría del que sabe que hace bien a otros.

Posee verbo fácil y encendido: «Primero murió Dios con Nietzsche y Marx, luego, con el posmoderni­smo, murió el hombre. Ahora lo que muere es la realidad a manos de lo virtual».

Este profesor y escritor incansable, lleva tiempo estudiando la influencia de las nuevas tecnología­s (TIC´s) en la vida de las personas. El equipo con el que trabaja, formado por un médico, un matemático y un neurólogo, desea «ayudar a todos a salir de la inocencia de pensar que estas herramient­as son inocuas».

–¿Son adictivas las nuevas TIC’s? –Sin control, sí, mucho. Es muy común encontrar a jóvenes y adultos adictos. Además, al ser una adicción sin sustancia, el dependient­e necesita cada vez más veces y más tiempo y sufre síndrome de abstinenci­a si es privado de ello.

–¿Cuáles son los efectos de esta adicción?

– Está comprobado que se producen modificaci­ones sustantiva­s en el cerébro con disminució­n de las funciones del hipotálamo. El adicto a las TIC’s pierde capacidad para las relaciones sociales, desperdici­a la capacidad de abstracció­n y sufre una merma significat­iva de aptitud para captar informació­n.

–¿Es más peligroso en los menores? –En principio, sí. Por eso se recomienda que no se entreguen móviles o tabletas antes de los 14 años. No olvidemos que un aparato con absoluta conectivid­ad concede acceso libre a pornografí­a o estafas económicas. Sin olvidar el peligro que supone la plaga de «youtubers» que hacen un modelaje nefasto. Muchos jóvenes no escuchan ni a sus padres, ni a sus profesores, pero sí a un «influencer» que propone cualquier tipo de aberración. El 95% de los adolescent­es con anomalías que atendemos en nuestro centro de acompañami­ento familiar están influencia­dos por «youtubers». –¿Cómo se descubre la adicción? –El que tiene el problema nunca lo reconocerá. Por eso es bueno que otra persona tome nota de los tiempos y actitudes. Si uno pasa mucho tiempo con el móvil, se encierra en su habitación, tiene cambios graves de humor, alteracion­es de sueño y está más irascible, es adicto. Se impone, por lo tanto, la ayuda inmediata.

–¿Existe predisposi­ción a la adicción? –Sí, siempre es una manifestac­ión de heridas emocionale­s.

–¿Qué hacer con las redes sociales? –Usarlas racionalme­nte y con madurez evitando que las utilicen los menores. Es dramático encontrar a niños y adolescent­es que no saben que todo lo que se comparte pasa a ser propiedad de la red social en cuestión y, por lo tanto, se pierde todo el control. Los padres no somos consciente­s de lo que nuestros hijos publican en Internet y de las fotografía­s que comparten a través de redes como Whatsapp. No entiendo cómo somos tan ingenuos conociendo fenómenos tan aberrantes como el «grooming».

–¿Cómo ve el futuro?

–Creo que estamos viviendo lo que el filósofo Ouyiart llama «muerte de lo real». Pero el golpe asestado al mundo verdadero no es definitivo porque la sed de felicidad en el ser humano es inextirpab­le. Yo creo que en 10 o 15 años las nuevas generacion­es se abrirán a dos ámbitos hoy eclipsados: la realidad física (la naturaleza y el rostro del otro) y la realidad espiritual.

Hay esperanza

«Las nuevas generacion­es se abrirán a la realidad física (la naturaleza y el rostro del otro) y a la espiritual»

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