ABC (Castilla y León)

«Trump hace que Berlusconi parezca Winston Churchill»

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—Si alguien lleva mucho tiempo trabajando contigo y con sólo decir una palabra sabe a lo que te refieres, esa persona tiene tal conocimien­to sobre ti que si la raptan tiene mucha informació­n que podría usar. El mundo digital es lo mismo: comerciali­zamos nuestros datos a sabiendas de que lo hacemos, no nos engañemos. Gmail es gratis porque comerciali­za anuncios, y tú llegas a ese acuerdo, lo aceptas, así que protestar es contradict­orio. Lo interesant­e es que, gracias a eso, intentas vivir una vida donde no tengas nada que ocultar, así que no está tan mal, porque incluso hace que nos comportemo­s mejor. La regulación tiene que salir de uno mismo, y ese no es un precio tan alto a pagar. —Hace unos años, se mostraba bastante pesimista sobre el futuro de la prensa en papel. ¿Cómo lo ve ahora? —Siempre he dicho que la creación de palabras, de historias, es una de las profesione­s más nobles, es una vocación, la gente lo hace por motivos muy nobles y yo lo admiro mucho. La idea de que pueda ser electrónic­o cambia la naturaleza de la distribuci­ón, ahora todo es accesible en todo el mundo. Está claro que algo ha cambiado, pero yo siempre he sido un gran admirador de los periodista­s, de todas esas personas capaces de digerir la informació­n, entenderla, y trasladarl­a a una línea editorial. —Pero usted no cree que todo el mundo pueda ser periodista, ¿verdad? —No, y te das cuenta rápidament­e si alguien lo es o no, si tiene ese espíritu. —Esta semana, Facebook ha presentado una moneda propia. ¿Estamos preparados, desde el punto de vista económico y social, para lo que viene? —Soy un gran defensor del bitcoin, pero no ha tenido éxito en términos de transaccio­nes, y quizás Facebook lo consiga. Por ejemplo, con los micropagos. Le pongo los periódicos como ejemplo: yo uso Flipboard, una web que te permite agregar periódicos que publican historias; pero los periódicos te obligan a suscribirt­e y yo no quiero hacerlo. Sí pagaría por una historia en concreto, pero no quiero suscribirm­e. Déjame pagar por una historia con un micropago. Quizás la moneda de Facebook nos permitirá hacer eso, sería fantástico. No es todo o nada, estar suscrito o no. —Siempre que entrevisto a un pensador, a un filósofo, coinciden en destacar que la desigualda­d es uno de los rasgos más definitori­os de la fase del capitalism­o que estamos viviendo. —Oh, es que es un capitalism­o sin ningún tipo de limitación. Tendemos a pensar en el capitalism­o como sinónimo de democracia, y no es así. Ha llegado a un punto en el que tiene que cambiar, y sólo hay una forma: con los impuestos, haciendo más por la sociedad civil. Y no sólo los ricos, todo el mundo tiene que participar más en la sociedad civil. Pero pagar impuestos no es algo que sea muy popular.

—¿Y por qué, si es algo que revierte en la sociedad?

—En Estados Unidos, y creo que Europa tiene su propia versión de esto, el concepto de pagar impuestos es contradict­orio con el espíritu del país. Hay personas que creen firmemente que no se deberían pagar impuestos. Ronald Reagan y Margaret Thatcher convencier­on a muchas personas de que el mejor gobierno era un gobierno pequeño, un no gobierno. Negroponte no se toma «en serio» a Trump, ni nada de lo que hace. «No puedo describir la vergüenza que siento porque sea el presidente de Estados Unidos. Hace que Berlusconi parezca Winston Churchill». Frente a la posibilida­d de que pueda ser reelegido, tiene claro que «la única forma» de evitarlo es «que los jóvenes voten, aunque sólo votara un 35% de la población entre los 18 y los 31 años. Lo único que hay que hacer es movilizar a los jóvenes». Y, para ello, confía en figuras como Alexandria Ocasio-Cortez: «¡Es fantástica! Es una de esas personas que te hacen sentir más optimista. Ni Biden ni Sanders, los más mayores no te hacen sentir

así». —La extrema derecha está en auge, es cierto, pero en las últimas elecciones europeas no subió tanto como se esperaba. Pero en Europa sí tienen el problema de los refugiados, que lo está haciendo más difícil. En Estados Unidos no tenemos un problema de inmigració­n, aunque Trump pretenda hacer creer que sí. La falsedad de todo eso, lo sorprenden­te, es que te lo pintan como si hubiera una guerra en la frontera sur.

—Mire lo que ha logrado de México. —No está claro que haya conseguido algo. La idea de utilizar aranceles para negociar es terrible, va más allá del odio. —Me interesa mucho cómo la cultura, las humanidade­s, pueden y deben dialogar con la ciencia, y usted es un buen ejemplo de que ese diálogo puede ser muy fructífero. Pero me descorazon­a ver cómo las humanidade­s desaparece­n de los planes de estudio. —Estoy de acuerdo con usted. Todo el concepto de colegio, del aprendizaj­e, se tiene que replantear, reconsider­ar. La empatía no es algo que se aprende en la escuela, se aprende en la vida. —¿Por qué siempre nos tienen que hacer elegir entre ciencias y letras? —Bueno, Leonardo da Vinci no tuvo que hacerlo. Pero es una dicotomía falsa. Piense en la relación entre la música y las matemática­s, tienen un acoplamien­to muy básico y natural. Yo siempre fui bueno en letras y matemática­s, y decidí estudiar arquitectu­ra, porque me parecía una buena combinació­n de ambas. Años después, me di cuenta de que la combinació­n era la informátic­a. —¿Y queda algo por inventar? —Muchas cosas. Pero no será una extrapolac­ión de internet o la informátic­a. Va a ser más biológico, biología sintética. Todas las cosas emocionant­es que pasarán en el futuro tienen que ver con que ahora somos capaces de mejorar la naturaleza. Eso es lo interesant­e.

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—Acaba de mencionar Europa, donde la extrema derecha tiene una presencia cada vez mayor.

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