El Prado reivindica una pintura sin banderas
▶El museo rastrea en su bicentenario las afinidades entre el arte del Siglo de Oro en España y Holanda
ace solo unos días, los Reyes de España y los Países Bajos, Felipe y Guillermo Alejandro, eran investidos por Isabel II caballeros de la Orden de la Jarretera en el Castillo de Windsor. Hoy las relaciones entre ambos países son excelentes. Atrás quedan las revueltas lideradas por otro Guillermo (de Orange) contra otro Felipe (II), que dio origen a la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648) y la independencia de los Países Bajos. La rivalidad entre ambas naciones se ciñe en la actualidad a lo futbolístico: los apasionados duelos entre La Roja y La Naranja Mecánica. Si lo trasladáramos al arte, con las alineaciones de lujo de uno y otro equipos, ¡menuda final de la Champions se podría celebrar! Por la selección española, Velázquez, El Greco, Murillo, Ribera, Zurbarán, Pereda, Cajés, Juan van der Hamen (pese a ese apellido tan flamenco, era más madrileño que el oso y el madroño)... Por parte de Holanda, Rembrandt, Vermeer, Fabritius, Hals, Maes, Metsu, Claesz, Steen...
El siglo XIX dio un sesgo nacionalista a la Historia del Arte, que aún colea hoy día (la pintura, vista como expresión de la identidad de una nación): Velázquez, muy español; Rembrandt, cien por cien holandés. Precisamente, trata de rebatir esta tesis la nueva exposición del Museo del Prado, y uno de los platos fuertes de su bicentenario. Su título, «Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines», es ya de por sí una declaración de intenciones. Y es que su comisario, Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte de la pinacoteca, lo tiene claro: «El nacionalismo ha contaminado el relato de la Historia del Arte. Ni Velázquez, ni Vermeer, ni otros pintores de la época expresaron en su arte la esencia de sus naciones, sino unos ideales estéticos que compartían con una comunidad supranacional de artistas. Españoles y holandeses miran y pintan de la misma manera porque compar
Hten un espacio cultural común». Es mucho más lo que les acerca que lo que les separa. Una pintura paneuropea sin banderas, con el arte como idioma común. Ya lo decía Ortega y Gasset: «La unidad de la pintura de Occidente es uno de los grandes hechos que hacen manifiesta la unidad de la cultura europea».
Juntas y revueltas
En 1985 el Rijksmuseum de Ámsterdam (sancta sanctorum de la pintura holandesa) celebraba su centenario con la exposición «Velázquez y su época». Ese mismo año se inauguraba en Madrid la muestra «El siglo de Rembrandt». Tres décadas después, las pinturas española y holandesa del Siglo de Oro vuelven a Madrid, pero esta vez juntas y hasta revueltas. El lunes, Don Felipe inaugurará la muestra, patrocinada por la Fundación AXA. En octubre habrá una versión de formato distinto en el Rijksmuseum. Este museo ha sido muy generoso