PUNTO DE VISTA
Es muy posible que el Consejo Interterritorial de Sanidad consensue hoy un adelanto del toque de queda tal y como ya decretó la Junta de Castilla y León el sábado, haciendo una interpretación del Estado de Alarma que el Gobierno de España no comparte y que ha recurrido. Asistimos a un espectáculo que en nada contribuye a que el conjunto de la ciudadanía tenga claro qué hacer y qué no hacer, y donde sí o no.
La realidad es tozuda y dramática, la pandemia está descontrolada y hay que tomar medidas para intentar frenarla. En España rige una cogorbernanza, palabra acuñada por el Gobierno para eludir sus responsabilidades, que a la hora de la verdad no es tal, porque no facilita todos los instrumentos a quienes más de cerca viven y luchan contra ella. Si las autonomías son las responsables, deben tener los instrumentos necesarios para combatirla, instrumentos que han pedido en muchas ocasiones y que no sólo han de ser sanitarios, sino también garantes de los derechos civiles. Ahí es donde entra en juego el Estado de Alarma, que se aprobó hasta el mes de mayo con un interés exclusivamente político, ya que no hace falta ser científico para saber que la situación impondría revisiones más o menos constantes. Pero el Gobierno quería huir de dar explicaciones en el parlamento y dejó en manos de las comunidades una gestión que debió centralizar y sin facilitar las herramientas jurídicas necesarias y así, ha habido que retorcer la interpretación de la norma para conseguir que el Estado de Alarma se vaya adaptando a la realidad que vivimos.
Castilla y León ha forzado la situación, es cierto, pero no parece ir tan desencaminada cuando hoy se sienta ante el Consejo Interterritorial con muchos apoyos, entre otros de varias comunidades afines al Gobierno. Esto no es ninguna rebelión ni sublevación, como exageradamente lo ha calificado Luis Tudanca. Sabe muy bien que rebelión y sublevación son otra cosa.
En la lucha contra la pandemia todos los medios son pocos y por eso no se entiende que se huya de la colaboración privada para luchar contra ella. Tampoco se entiende el tacticismo político que la rodea y que solo hace que lastrar la ya dramática situación que vivimos. El calendario avanza, la vacuna llega a cuenta gotas, la economía se va por el sumidero mientras hay incapacidad para trabajar en un único sentido.
La ciudad de Salamanca mostró ayer de nuevo su compromiso con las víctimas del terrorismo con la inauguración de la exposición fotográfica «La voz de las manos blancas», una muestra en la que se relata, a través de imágenes comentadas, la historia del movimiento cívico en contra del terrorismo en España.