Mañueco critica la «política de imposición» del Gobierno sobre el lobo
▶ El presidente de la Junta ve «reprochable» y «reprobable» la actitud de la ministra Teresa Ribera
Mientras hombres y mujeres se afanan en los hospitales en salvar vidas y miles de pacientes luchan en las UCIs para preservar las suyas, algunos colectivos y asociaciones feministas ponen la vista en el calendario para tomar las calles el 8M y reivindicar los derechos irrenunciables de cada mujer: la igualdad, el trabajo. La vida.
Con la hartura a cuestas de quienes llevamos un año semienclaustrados; con la desesperación de trabajadores de hostelería y sectores derivados, del pequeño comercio y emprendedores, con el sudor de los autónomos castigados con más impuestos, con el dolor de 90.000 familias que han perdido a un ser querido sobre la mesa, convocar una manifestación en la calle, sea por el motivo que sea, sobrepasa la temeridad y roza la indecencia.
Indecencia porque la OMS recomienda evitar esas concentraciones. Indecencia porque aquí, en esta tierra que piso, este oeste rayano que languidece sin remedio, descontamos los días que faltan para la Semana Santa sabiendo que nuestras procesiones, nuestra tradición, nuestro corazón, se quedará en casa. Aquí, donde el silencio es la norma y la penitencia ganarse el pan de cada día, donde no hay grandes industrias y los presupuestos que se manejan son muy pequeños, la Semana Santa es una resurrección que permite insuflar vida a miles de familias. El pueblo zamorano, mi pueblo, que la lleva en vena, sabe que no es posible y lo asume por amor al prójimo, que es el primer mandamiento. Los cofrades de Castilla y León, de toda España de norte a sur -esa otra España morada sin signo político, unida sólo en los brazos de la Cruz, a la derecha y a la izquierda; unida en el color del Nazareno-, asume con resignación no salir a las calles en la Pasión, que es la gran manifestación de la primavera. La gran manifestación de la fe.
Soy mujer; defiendo cada día nuestros derechos, el pan, la dignidad, el orgullo de serlo. He salido a la calle, he gritado, he lucido ese color morado de la mujer trabajadora que llevo tatuado en el corazón; denuncio y condeno el morado de las víctimas de la violencia machista, tengo la libertad por bandera.
Y porque defiendo lo que somos, no saldré a la calle el 8M. Mi voz será silencio en la calle. Mi solidaridad, mi manera de protegernos a todas, quedarme en casa.
Conmigo no cuenten.
Una vez más Castilla y León volvió a pedir ayer al Gobierno nacional «diálogo», que se busque «consenso» y se escuche la voz de los ganaderos en el debate sobre la protección del lobo en todo el territorio que pretende implantar el Ministerio de Transición Ecológica. En esta ocasión, fue el propio presidente de la Junta quien imploró al Ejecutivo central que atienda a la voz unánime de las cuatro comunidades más afectadas, la castellano y leonesa, Galicia, Asturias y Cantabria. Juntas han solicitado una reunión con el presidente del Ejecutivo central, Pedro Sánchez, para tratar la cuestión.
Y es que por el momento su opinión no ha sido tenida en cuenta, algo que hizo que el dirigente regional rechazase la «política de imposición» y la actitud «reprobable y reprochable» de la ministra Teresa Ribera, cuya postura parece imponerse a la del ministro de Agricultura, Luis Planas, quien también rechazó la protección total del cánido.
«Queremos diálogo y que se entiendan las peticiones de la Junta y de los ganaderos. Vamos a estar a su lado», subrayó Fernández Mañueco, quien manifestó que la Junta seguirá defendiendo su postura «en todos los sitios» porque es «tan legítima e importante como el resto».
Utilización «sectaria»
Han sido «innumerables» las conversaciones del consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos SuárezQuiñones, con sus homólogos de las regiones más afectadas por la decisión del Gobierno, explicó Mañueco, que desveló que recibió una llamada de la ministra. «Me dijo que antes de tomar una decisión hablaría con nosotros y la respuesta fue una decisión unilateral», aseguró. En su opinión, «en esta situación el Gobierno socialista está utilizando sectariamente sus ideales para confrontar con las comunidades y ésa no es nuestra posición».
Sobre la postura del PSOE de Castilla y León en este asunto, aseguró que hay partidos centrados en el «ruido y el barullo», pero la Junta está más «preocupada» por el diálogo.