EUTANASIA EN EL LADO EQUIVOCADO DE LA HISTORIA
La eutanasia no ofrece mejoras asistenciales. Sólo ofrece abandono y muerte. La Historia la juzgará como una gran equivocación. Nuestra población enferma merece algo mejor
DESDE una perspectiva de compromiso con el progreso social, llama poderosamente la atención que la actual proposición de ley sobre la eutanasia se haya presentado como un avance en derechos cuando su clara finalidad es lograr la colaboración del personal sanitario, médicos y enfermería, para provocar la muerte de los pacientes a su cargo que la pidan.
Esto se ha intentado justificar como una nueva conquista de derechos cuando, en realidad, es fácil darse cuenta de que esta no es la mejor manera de afrontar el dolor al final de la vida, a menos que se quiera entender que la mejor cura para el sufrimiento es la eutanasia, lo que es inasumible cuando aproximadamente 80.000 personas en España mueren cada año sin posibilidad de acceso a cuidados paliativos, cifra dada a conocer por la Secpal pero que parece no interesar a los defensores de introducir la muerte médicamente inducida en nuestro marco legal.
Quizás lo más llamativo, sin embargo, sea el empeño en presentar estas situaciones de solicitud de muerte como una defensa de la libertad a la vez que se deniega en la ley la obligación en estas situaciones de contar con los equipos de Salud Mental, que logran cada día salvar a muchas personas que presentan ideaciones suicidas. Con respecto a esto, el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría recordaba recientemente que «detrás del noventa por ciento de los casos en que se nos plantea un deseo de morir, existe un trastorno de salud mental que es temporal y tratable. En Holanda hemos visto casos de personas con depresiones tratables a los que se les ha aceptado un suicidio asistido», pero la eutanasia, no lo olvidemos, no se pregunta por qué sufre una persona, sólo ofrece la muerte como respuesta.
Todo este desenfoque de la asistencia sanitaria al final de la vida, deja de lado lo que sería más deseable, la implementación de más unidades de Cuidados Paliativos, la mayor dotación de Unidades del Dolor en los centros hospitalarios, la participación de equipos de Salud Mental para prevenir y tratar depresiones e ideaciones suicidas de los pacientes, la creación de nuevas residencias asistidas y una efectiva canalización de recursos sociales a los más dependientes. Sin embargo, todo esto se ha cambiado por la única propuesta de aplicar eutanasias.
Es por todo ello, por lo que parece que la aprobación de la eutanasia, al igual que pasó con otras decisiones políticas previas, parece situarse en el lado equivocado de la Historia.
Al igual que hace años se justificaron las investigaciones no éticas con humanos, la esclavitud como algo necesario para el progreso económico, la aplicación de la pena de muerte para mantener el orden social, o la eliminación de las personas con algún tipo de discapacidad, actualmente se propicia la idea de que ofrecer la muerte a los que sufren es un avance en derechos pero, en realidad, la eutanasia no ofrece mejoras asistenciales. Sólo ofrece abandono y muerte.
La Historia la juzgará como una gran equivocación. Nuestra población enferma merece algo mejor.
JOSÉ JARA ES PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE BIOÉTICA