La saturación del mercado y el veto de Rusia han frenado en seco las expectativas con este fruto
frente a los 22 actuales– y el veto ruso. Lo mismo ocurre con algunas variedades de naranja o con el granado, que también se ha desinflado fuera de la comarca de la Vega Baja, su ámbito natural. Campos enteros que se están arrancando para probar suerte con otro cultivo o, directamente, se están abandonando ante la falta de viabilidad.
El fracaso de estas alternativas, explica Ferran Gregori, técnico de la Unión de Agricultores y Ganaderos de la Comunidad Valenciana –otra de las principales asociaciones agrarias–, viene motivado por una falta de planificación a largo plazo. «Si nos lanzamos todos a un cultivo y el consumo no va en proporción al aumento de la producción, saturamos la oferta y quemamos el mercado muy rápido», señala. Para Gregori, se trata de una crisis de modelo comercial que no pone en valor el producto, sino que «compite solo en precio con otros países como Sudáfrica o Egipto, que con poco que lo bajen ya te lo revientan».
«Hemos dejado las clementinas clemenules en el suelo y vamos a arrancar 25 fanegadas –cada una equivale a 831 metros cuadrados– para plantar la variedad Valencia porque su precio se mantiene», cuenta Daniel, un joven de 28 años encargado de gestionar varios campos en la localidad de Benifairó de los Valles. Él mismo también simboliza otro de los problemas del sector. En la Comunidad Valenciana, solo los titulares del 6 por ciento de las explotaciones tienen menos de 34 años. Mientras los trabajadores de la plantación cargan y pesan la fruta en cajones, Daniel lamenta que «todo son gastos y no es rentable» porque «están entrando naranjas de otros países sin los controles que nos exigen a nosotros». «Sale más barato dejarlo perder que mantenerlo», indica señalando un campo abandonado enfrente del que ahora recoge la cosecha. Según la Ley de Estructuras Agrarias de la Generalitat, el abandono de las tierras ha provocado la desaparición de casi la mitad de las explotaciones agrarias existentes hace diez años y una reducción de la superfikilo,