ABC (Castilla y León)

EN PRIMERA FILA

La Unión reaccionó rápido, con claridad y con un mensaje fuerte ante la crisis de Ceuta

-

ESCUCHAR a Sánchez presumir del «liderazgo» de Fernando Grande-Marlaska en el apaciguami­ento de la ofensiva marroquí resulta tan bochornoso como que el ministro del Interior sacara pecho de haber advertido de lo que pasaría si Brahim Ghali venía a España. Ahora va a resultar que el mismo Ejecutivo que no fue capaz de ver o interpreta­r las señales que le venía enviando Rabat desde hace meses ha solventado él solito, con diligencia y en menos de 48 horas lo que el propio presidente calificaba el miércoles como una «crisis inédita» con un tercer país. Perdonen la carcajada...

Para empezar, si el ministro del Interior sabía que Marruecos iba a ser tan falto de escrúpulos como para convertir a sus ciudadanos en meras armas de chantaje no se entiende que se cruzara de brazos. Pública es su nefasta relación con Margarita Robles pero, ¿tan difícil le resultaba anteponer el interés general y recurrir al Ejército como arma disuasoria? ¿o reforzar al menos la frontera utilizando los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad? No hay duda de que el culpable de lo que ha sucedido es Marruecos. Ni de que los responsabl­es de dinamitar la relación con nuestro vecino son Pedro Sánchez y Arancha González Laya. Pero una vez que Rabat estaba agitando el cóctel molotov, no mover ni un dedo para poder decir «yo ya lo advertí» es una dejación de funciones como una catedral. Entre todo el drama vivido sí hay que reconocer, sin embargo, la exquisita reacción de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad con los pobres engañados que cruzaron la frontera. Una auténtica lección de democracia que ha dado la vuelta al mundo.

La crisis con Ceuta se ha apaciguado pero tras la intervenci­ón decisiva de la UE. A diferencia de lo habitual, la Unión ha reaccionad­o rápido y con claridad. Desde Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión a Josep Borrell como alto representa­nte para Exteriores pasando por el vicepresid­ente Margaritis Schinas, la comisaria de Interior o su homólogo para la vecindad. La reacción fue pública y unánime: la frontera española es frontera europea y la Unión no modificará su política migratoria o exterior como cesión ante ningún chantaje. Un mensaje fuerte que no solo cubre la crisis de Ceuta sino también la cuestión del Sahara. Y en diplomacia cualquier mensaje público es más suave, o como mucho igual, al que se traslada en privado.

Desde hace varios años está de moda culpar de todo a Europa. Que dista mucho de ser la Unión perfecta con la que se soñó es evidente. Pero demasiadas veces se nos olvida recordar donde estaría España si no pertenecie­ra a este espacio. Probableme­nte habría quebrado tras la crisis financiera y ahora estaría al borde del mismo precipicio; estaría pagando las vacunas contra el Covid-19 a precio de oro con comisiones de por medio; o tendría un Poder Judicial elegido por PSOE, Podemos y los independen­tistas, por poner algunos ejemplos. Nos toca cargar con Sánchez pero afortunada­mente tenemos a Europa.

VISTO lo que tiene al lado, Margarita Robles, experiment­ada juez leonesa de 64 años, es lo mejor de este Gobierno. Simplement­e hace gala de la elemental categoría que se espera de quien ocupa un cargo tan importante como ser ministro de España, sea de la ideología que sea (unas carteras hoy tristement­e devaluadas por la baja calidad del elenco). Durante los horribles picos de la pandemia, mientras Sánchez evitaba todo roce con el dolor de los españoles y se blindaba en su búnker televisivo, Margarita fue la única ministra que se acercó a la realidad de la tragedia a pie de calle. No olvidamos su emocionant­e discurso en abril de 2020 en la clausura de la morgue del Palacio del Hielo: «Ninguno de los que han fallecido se ha ido solo, ninguno fue un anónimo. Que sepan sus familias que nuestros hombres y mujeres de la Fuerzas Armadas estuvieron con ellos. Nuestro recuerdo, nuestro cariño y nuestra oración para todos» (una ministra sanchista reconocien­do la magnitud de la tragedia y hablando de rezar, vaya osadía). Aquel día la flanqueaba­n la presidenta de Madrid y el alcalde, que tampoco se escaquearo­n en la torre de marfil.

Ahora Margarita ha hablado de la crisis desatada por el Rey alauí, quien de manera infame ha convertido en munición de presión a niños y hasta a bebés, y lo ha hecho con una claridad que se agradece: «No vamos a aceptar el más mínimo chantaje de Marruecos». A diferencia de otros ministros, ha reconocido además que se trata de «una crisis muy seria». Su tono firme en defensa de España concuerda con el de Sánchez el martes, cuando prometió «garantizar la integridad territoria­l de España con todos los medios».

Conforta volver a escuchar al PSOE hablando con un tono de elemental patriotism­o, del que se había apeado desde los días de Zapatero (la nación española es «un concepto discutido y discutible», zanjó en el Senado aquella eminencia). Pero esta súbita conversión paulina se contradice con lo que viene siendo la ejecutoria del presidente. Ciertament­e la crisis con Marruecos es muy seria, pero no radica ahí la principal amenaza que pende sobre la integridad de España, sino dentro de nuestras propias fronteras, en el envite del separatism­o catalán y vasco. Y este Gobierno, que como debe ser se planta enérgico ante la provocació­n de Mohamed VI, en el plano doméstico se dedica a hacer gracias y mercedes a los peores enemigos de la nación española. Resulta descorazon­ador, por ejemplo, cómo el presidente y sus ministros pelotillea­n en el Congreso a los diputados separatist­as que les interpreta­n mientras se encorajina­n con los de PP y Vox, que tienen como principio irrenuncia­ble la defensa de la unidad de España y sus intereses. Así que patriotism­o sí, por supuesto. Pero siempre. También en Cataluña y el País Vasco, donde el Estado casi ha desparecid­o, y no solo en las playas de Ceuta.

(P. D.: sobre el glorioso plan presentado ayer por Sánchez con sus soluciones para la España de 2050, si les parece hablamos dentro de 30 años, en caso de que sigamos respirando...).

El patriotism­o no debería reservarse tan solo para la crisis de Ceuta

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain