La celebración del instante
aco Brines era, sin duda, uno de nuestros grandes poetas. Dentro de la generación del 50 ha sido punto de referencia para la poesía contemporánea. Para mi generación es una figura fundamental, por la que hemos pasado todos. Iluminó un camino con su conciencia ética, con su serenidad, con su sensualidad clásica. Fue capaz de unir las tradiciones de Juan Ramón Jiménez y de Antonio Machado en un mundo profundamente personal. Su obra está marcada por la conciencia del tiempo y la celebración de la vida, por la necesidad de celebrar el instante, por su voz mediterránea. Él es consciente de la fugacidad de las cosas, y en parte su obra es una conversación con lo que se pierde. Es un maestro absoluto, un poeta para leer con tranquilidad, para meditar en su música, para no quedarse en la superficie, sino para sentir profundamente.
Ppoética. En abril de 2000 entró en la RAE, donde ocupaba el sillón ‘x’ en sustitución de Antonio Buero Vallejo, y en el año 2010 recibió el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Poeta intimista
En noviembre del año pasado, Brines ganó el premio Cervantes, el máximo reconocimiento de las letras hispanas, con el que culminaba una trayectoria de gran éxito. El jurado del galardón destacó, entonces, «su obra poética, que va de lo carnal y lo puramente humano a lo metafísico, lo espiritual, hacia una aspiración de belleza e inmortalidad.
«Es un premio que no me esperaba, pero lo recibo con mucha alegría. Veo cómo se ha concedido en años anteriores a autores que considero mucho, que tienen mucha solvencia, y estoy muy contento, cómo no», confesó a ABC al conocer la buena nueva. «Esto me asegura que tengo muchos lectores y eso es lo que deseamos los que escribimos poesía, que nos lean como nosotros hemos leído anteriormente, sin pausa y con todos los sentidos puestos a interpretar el contenido de los poemas», aclaraba después. Ya entonces confirmaba que se sentía «físicamente caído». «La poesía me ayuda, es como un salvavidas, me ayuda a tenerme, a pisar arena dentro del mar. La poesía es sanidad y eso es quizás lo más importante de ella».
Brines era el último integrante vivo de la denominada ‘generación de los cincuenta’, también llamada ‘generación de los niños de la guerra’, de la que también formaban parte poetas como Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Carlos Barral, Claudio Rodríguez, José Agustín Goytisolo, y novelistas como Rafael Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite,