ABC (Castilla y León)

EL RECUADRO

Lástima que fueran en uniforme de campaña, porque en Ceuta no hemos visto el chapiri de la Legión ni el tarbush de Regulares

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LO que mal empieza, mal acaba. En las relaciones con Marruecos, la presidenci­a de Sánchez no pudo empezar peor. Hasta entonces, la costumbre era que la primera visita al extranjero de los nuevos presidente­s fuese a Marruecos, por la buena vecindad. Y más en este caso, en que tanto problemas larvados hay con la nación que alcanzó la independen­cia de nuestro antiguo Protectora­do. Muchos de los cuales resolvió en graves momentos el Rey Don Juan Carlos, levantando el teléfono y hablando con su ‘primo’ el monarca marroquí. Ahora ha sido todo al revés. La diplomacia española no ha estado a la altura de las circunstan­cias de la dificultad de nuestras relaciones con Marruecos, y parece como si no nos perdonaran que Sánchez declinara estrenarse como presidente yendo a Rabat, con lo que le gusta un viajecito en Falcon a este hombre, y prefirió visitar antes a otros vecinos europeos.

Y así vino la invasión de Ceuta, que a muchos nos ha recordado los usos del gran chantaje de la Marcha Verde sobre el Sahara, entonces una provincia española más. Ha sido una marcha verde pasada por agua, por la mar del espigón y la playa del Tarajal. Dificilísi­ma de contener, por inadvertid­a y por aplastante. ¿Se le fue de las manos el asunto en la informació­n previa a los servicios de inteligenc­ia españoles? El caso es que hemos asistido en directo a una desgracia humanitari­a preparada ante la pasividad de las autoridade­s marroquíes y de las fuerzas que guardan sus fronteras. En la que hicieron «jornada de puertas abiertas» para que entrara todo el mundo. Aprovechan­do la desesperac­ión del hambre. Hay que estar muy necesitado de todo para arrojar a tus hijos al mar para que alcancen la tierra prometida que los marroquíes ven en el paraíso de consumismo que se les presenta en las television­es españolas que sintonizan.

Y aquí vino la improvisac­ión española en contener esta invasión. Para la que se recurrió, como siempre, a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, pero reforzadas por el Ejército. ¿Se imaginan la que habrían liado el PSOE y sus socios podemitas si quien hubiera estado en el poder durante la invasión de Ceuta hubiese sido el PP? ¿Qué hubieran dicho al ver que España enviaba a las Fuerzas Armadas, y colocaba con sus blindados BMR junto a la frontera?

Como de todo se saca algo positivo, ha sido digna de elogio la actuación del Ejército junto a la Guardia Civil y a la Policía, jugándose la vida para salvar a los invasores. Servir a los españoles, algo a lo que estamos acostumbra­dos al ver las boinas amarillo mostaza de la UME. Lástima que fueran todos en uniforme de campaña, porque no hemos visto el chapiri de la Legión ni el tarbush del Grupo de Regulares de Ceuta en acción humanitari­a: «Fiel Regular hasta morir». Los que en los desfiles marchan los últimos por la cadencia de sus pasos han sido en este caso los primeros en jugarse la vida junto a las Fuerzas de Seguridad con un Gobierno que no se merece la abnegación y la obediencia constituci­onal de estas Fuerzas Armadas.

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Fe de ratas
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