ABC (Castilla y León)

POSTALES

Si Bruselas no lo remedia, el Peñón será el coladero en la Unión Europea

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ADMIRO a Margarita Robles desde que la vi, como secretaria de Estado en el gobierno Zapatero, limpiar las cuadras de las comisarías españolas. Ya como ministra de Defensa del gobierno Sánchez ha hecho una meritoria labor y dos declaracio­nes suyas lo corroboran. «La integridad de España es innegociab­le» y «Marruecos debe de tener en cuenta que con España no se juega». Creo que la inmensa mayoría de los españoles están de acuerdo con ellas, yo sólo les echo en falta que deberían también estar dirigidas a nuestro presidente del Gobierno. Porque con la integridad española se está jugando desde hace años, en algunos casos con ánimo de quebrarla, y en muchos, de debilitarl­a.

Acabamos de verlo en el nuevo Gobierno catalán, tras escabrosos diálogos, pero diáfano en sus objetivos: una mesa de negociació­n donde obtener del Gobierno central un referéndum acordado, «para culminar la independen­cia». Lo dijo el nuevo ‘president’, Pere Aragonès, en el Parlament

y al tomar posesión. Con la propina del indulto de los condenados por la intentona del 1-O. ¿Y si no hay acuerdo? Lo mismo. Sin importarle la advertenci­a del ganador de las elecciones, Illa, «más que negociació­n es chantaje. Cataluña no es una colonia, que permite la autodeterm­inación».

¿Qué ha hecho Pedro Sánchez ante ello? Pues felicitars­e y desear que la mesa se reúna cuanto antes, sabiendo que no puede dar lo que van a pedirle. ¿Cinismo, ignorancia o la esperanza de que podrá engañarles? Una mezcla de todo ello, ingredient­es de su política. E incluso se ha permitido la desfachate­z de tachar a Casado de «desleal». Cuando no hay más ni mayores deslealtad­es que las suyas: negociar sin poderes la independen­cia de Cataluña, ceder las prisiones al Gobierno vasco, para que los etarras condenados puedan pasearse entre los familiares de sus víctimas y permitir a su ministra de Exteriores malgastand­o la oportunida­d que teníamos de recuperar Gibraltar con el Brexit. La señora González Laya asegura que «en este tema lo que tenemos muy claro es que no renunciare­mos a la soberanía española del Peñón». Pero, en el más puro estilo de su jefe, añade: «Pero también nos interesa un acercamien­to de Gibraltar a la Unión Europea a través de la resolución de cuestiones prácticas como la movilidad, una competenci­a fiscal más leal, un mejor respeto al medio ambiente y mejor cooperació­n policial». Tras lo que se esconde que Gibraltar seguirá más o menos como hasta ahora, con la verja abierta, algún otro impuesto, no ensuciar tanto nuestras aguas y menos contraband­istas de tabaco. A la base militar, ni citarla. ¿En qué se queda nuestra soberanía? Si Bruselas no lo remedia, el Peñón será el coladero en la Unión Europea.

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